Vida

“La música es libertad”, dice la comunicadora Cristina Altamira

Todos los viernes el micrófono de Radio Faro se inunda con la voz de Cristina Altamira, quien conduce el programa educativo Barroco de dos mundos, en el cual rescata la historia de la música clásica del país.

Más de 14 años lleva Altamira promoviendo la música barroca. (Foto Prensa Libre: Yadira Montes )

Más de 14 años lleva Altamira promoviendo la música barroca. (Foto Prensa Libre: Yadira Montes )

Todos los viernes el micrófono de Radio Faro se inunda con la voz de Cristina Altamira, quien conduce el programa educativo Barroco de dos mundos, en el cual rescata la historia de la música clásica del país.

Sin embargo, detrás de esta comunicadora existe una trayectoria musical. Su padre, quien fue tenor, aunque nunca se dedicó a esta carrera, la llevó a conocer los distintos géneros en su natal Argentina.

Estudió guitarra, danza folclórica y participó en actividades corales desde temprana edad.

Su talento la llevó a recorrer países como Perú, Colombia, Venezuela, España, EE. UU. y a instalarse en Guatemala desde hace más de 37 años. En ese tiempo ha incursionado en el bel canto junto a su esposo, pero también comparte su conocimiento con jóvenes a través de impartir cursos de expresión oral, comunicación y música, radio e imagen profesional, en la Universidad Rafael Landívar.

¿Cómo descubrió que su registro de voz era mezzosoprano?

Desde muy pequeña tuve acercamiento con la música, mi padre era tenor, aunque nunca se dedicó a eso; mi hermana y yo ensayamos en casa. A los 9 años me incorporé a proyectos musicales y coros infantiles. Estudié en Buenos Aires, en ese entonces comenzaba la efervescencia de los coros infantiles, lo cual me hizo entrenar mi oído para la música.

¿Cómo fue el paso a la adolescencia en ese sentido?

En esta etapa empecé a tocar guitarra, y mi gusto por la música folclórica de Sudamérica y el Caribe creció. Me gusta mucho porque tiene una gracia muy especial.

¿Por qué la cautivó este tipo de música?

En ese entonces a este tipo de música se le llamó la nueva trova. Era música con textos poéticos y ritmos latinos. Aclaro que no tenía matices políticos, sentía que era algo muy auténtico de Latinoamérica, fuera de lo anglosajón.

¿Pero también participó en algunas producciones norteamericanas?

De jovencita participé en un grupo que interpretaba música tradicional country, fue una buena experiencia conocer estos distintos matices.

Usted vivió en Venezuela.

Tuve varias presentaciones, entre ellas una en Caracas, eso fue en 1976. La experiencia fue maravillosa, me presenté en el Poliedro de la ciudad, era una cancha techada en forma de platillo volador. Me quedé más tiempo en ese país porque justo en ese año fue el golpe de Estado en Argentina y mis padres me aconsejaron que permaneciera en Venezuela.

¿Y ese cambio después a Guatemala?

En la presentación artística en Venezuela conocí a mi esposo, él es guatemalteco. Desde el primer momento fue una identificación instantánea. Empezamos hacer música, él me mostró algunas melodías que traía de Australia y yo le compartí algunas canciones, preparamos un par de espectáculos. Me casé con él, luego nos vinimos a vivir a Guatemala.

¿Cómo fue la primera impresión que tuvo del país?

Vine en 1978, y este país era un paraíso verde muy hermoso; con el tiempo ha ido desapareciendo esa riqueza natural. Siento que hay una forma de desprecio y falta de respeto hacia la naturaleza y pronto nos pasará la factura.

Pero luego de instalarse en el país se alejó de los escenarios. ¿Por qué?

Sentí la necesidad de retirarme pues tenía ya a mis dos hijos y no quería dejarlos con nadie. Me ausenté tres años de la música, profesionalmente.

¿Cómo fue este cambio tan radical de dejar su pasión por la música y tomar el papel de madre?

A principio fue diferente, pero uno debe adaptarse a los cambios. Además los niños crecen rápido y no quería perderme ningún momento.

Después de esa pausa siguió haciendo música, pero también se incorporó a la universidad. ¿Por qué eligió una carrera distinta a la música?

Estudié muchos cursos de música, pero sentía la necesidad de seguir en la universidad, quería hacer algo distinto, tener un plan B que fuera algo que me encantara y que me gustara mucho. Así estudié comunicación. Me di cuenta de que me fascinaba la semiótica, la comunicación visual como la auditiva y ahora pongo en práctica todo esto con el programa de radio Barroco de dos mundos, que es una manera de expresarme a través del micrófono.

¿Cómo siente este cambio de escenario a una cabina de radio?

No siento diferencias, en los conciertos uno se comunica cara a cara con la audiencia y en la radio uno lo hace a través de un micrófono. En este caso recibo el feedback —respuesta— de la gente y disfruto las dos cosas.

En los escenarios, ¿cómo es la experiencia?

Lo que uno experimenta al interpretar música es libertad, porque uno logra lo que quiere, aparentemente sin esfuerzo, porque este estuvo antes, cuando uno estudió, practicó y se capacitó para dar lo mejor frente al público.

¿Qué les diría a los jóvenes que quieren adentrarse en el mundo de las artes?

Para ser bueno en algo se debe practicar constantemente y ponerle pasión a lo que se hace. Además deben exigir espacios de expresión artística genuina. Aunque existen algunos lugares adonde ellos pueden asistir, aún falta más, porque se debe recordar que los jóvenes son mayoría en el país.

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