En su Manual para elegantes, la moda de la A a la Z, Noda indica que cada mujer es distinta y se diferencia de las demás no solo en su figura y talla, sino en su forma de reflejar su mundo interior; por eso no todo le va bien a todas. Es importante elegir lo que le venga mejor a cada una, modificar, adaptar y recrear para convertir un modelo que será adquirido por millones en algo propio y personal.
Aceptarse como es
A quienes no se sientan a gusto con su figura se les recomienda aceptarlo y no soñar con lo que no se tiene para no angustiarse. Se aconseja usar colores oscuros y evitar accesorios en las áreas que se desea disimular. Elegir prendas flojas y evitar telas con elástico o apretadas. El vestido elegante debe quedar flojo y su tela debe caer.
Ser señora, no esclava
Cualquier persona puede pretender acomodarse a los vaivenes de la moda, fenómeno efímero y fugaz del que no tiene sentido esclavizarse, porque puede conducir fácilmente al ridículo y no a la elegancia. Hay que tomar con libertad lo que a uno le parezca mejor. La mujer elegante no es “esclava”, sino “señora” de la moda.
Infaltable negro
El pequeño vestido negro, atuendo clásico establecido por Coco Chanel, puede usarse en diversas circunstancias. Basta con agregarle accesorios como pañuelos, chalinas o joyas, cada vez más brillantes, conforme avance el día, pero sin caer en la exageración. Las perlas son las únicas gemas que se pueden lucir a cualquier hora.
Ser auténtica
Hay quienes quieren verse y peinarse de manera idéntica a artistas o modelos. Para elegir bien hay que estar consciente de la figura. Pretender parecer lo que no se es casi nunca produce el efecto deseado y es más bien una barrera a la verdadera elegancia. Hay que adaptar la moda al estilo y gusto personal, y no al revés.
No mostrar de más
“Viste vulgar y solo verán el vestido; viste elegante y verán a la mujer”, decía Chanel. El cuerpo es parte de la intimidad y es preferible cubrirlo. Hay una gran diferencia entre ser elegante y digna, y ser provocativa. La elegancia es saber elegir lo mejor, lo digno y lo bello, que también incluye su comportamiento. Lo que somos por dentro es lo que manifestamos por fuera.
Espejos aliados
Se recomienda verse en el espejo no solo de frente, sino de los lados, para detectar cualquier defecto del atuendo. También se recomienda caminar hacia el espejo y sentarse frente a él; así se podrá comprobar si la ropa se ve elegante con cualquier movimiento.
Sencillez, sobre todo
“La verdadera elegancia —decía el escritor español Francisco Granmontagne— no consiste en que aquello que nos ponemos nos mejore, sino en mejorar aquello que nos ponemos”. Yves Saint Laurent apelaba a la comodidad como una de las condiciones para realzar la elegancia, y la sencillez debe estar por encima de la ostentación.