Desde los primeros días de diciembre la mayoría de familias colocan en sus casas árboles artificiales adornados con luces de colores, y los católicos los tradicionales “nacimientos” o “Belenes”, en donde escenifican el nacimiento de Jesús, herencia de la colonia española.
En barrios tradicionales, del 16 al 24 de diciembre, grupos de vecinos llevan cada noche, de casa en casa, las también tradicionales “posadas”, procesiones en las que cargan en hombros a la virgen María y San José, para representar la peregrinación que hicieron previa al nacimiento de Jesús.
Aunque en los últimos años se ha agregado al menú de la cena de Nochebuena platos propios de otras culturas como el pavo horneado o la pierna de cerdo, los tamales siguen siendo por mucho la principal vianda de la celebración.
Los tamales, elaborados a base de masa de maíz y arroz, con un recado preparado con tomates, diferentes chiles y especias, rellenos de carnes y forrados con hojas de plátano, son una exquisitez de origen precolombino que con diferentes variantes se prepara en toda la zona de Mesoamérica, desde México hasta Panamá, hasta Sudamérica.
Los fuegos pirotécnicos importados desde la China, que con su luminosidad ofrecen espectaculares efectos visuales en los cielos, han venido en los últimos años a reemplazar a los tradicionales “cohetillos” y “canchinflines”, artefactos hechos de pólvora y forrados con papel de periódico cuya explosión, a las doce de la noche anuncian la llegada de la Navidad.
Varias organizaciones ambientalistas y en defensa de los derechos de la niñez realizan campañas para evitar la quema de la pólvora y la fabricación de estos artefactos, que en su mayoría son elaborados por niños pobres en comunidades rurales del país, sin contar con las mínimas medidas de seguridad, y a cambio de unos pocos centavos.
La semana pasada el procurador de los Derechos Humanos Jorge de León Duque supervisó varios puestos de ventas de pirotecnia en la capital guatemalteca y pidió a la Dirección de Atención y Asistencia al Consumidor del Ministerio de Economía, retirar unas “mochilas” que, según constató, contienen un “combo” de fuego que alcanzan a pesar unas cinco libras de pólvora.
La Navidad de los guatemaltecos se distingue también por el intercambio de regalos entre amigos y familiares, costumbre que persiste a pesar de los altos niveles de pobreza en que viven más de la mitad de los habitantes de este país.
Por ley los trabajadores que se desempeñan en la economía formal reciben cada 15 de diciembre el pago del aguinaldo, un salario adicional que en su mayoría destinan para los gastos de estas fechas.
Sin embargo, los miles de guatemaltecos que forman parte de la economía informal y que no se benefician con esa paga extra, en grandes cantidades acuden a las tarjetas de crédito para adquirir los regalos, atraídos por la publicidad de los centros comerciales que ofrecen supuestas ofertas para la ocasión.
Según datos de la Superintendencia de Bancos, entre enero y noviembre de este año el saldo de las tarjetas de crédito de los guatemaltecos tuvo un incremento del 8.6 % en relación con todo el año anterior, al subir de 9 mil 047 millones de quetzales (1 mil 130 millones de dólares) en 2012 a 11 mil 166 millones de quetzales (1 mil 395 millones de dólares) .