Vida

Ramón Ávila, 4 Grados Norte

Un nuevo espacio cultural auspiciado por la fundación G & T Continental ha iniciado una larga e interesante serie de actividades.

Se inauguró este nuevo espacio con la obra del maestro Ramón Avila. Como siempre el maestro Ávila nos ofrece el resultado de la amplia andadura de su labor.

El deliberado colorido que le conocíamos, en esta muestra es de una encendida asepsia descriptiva.

En estas obras cambia su perspectiva siempre sobre ámbitos ya conocidos, pero creando en estas obras una atmósfera levemente metafísica, más que surreal, ayudado de una intencionalidad espacial.

La fantasía con aires de onirismo se acopla a un colorido más ardiente del que le conocíamos, integra formas nuevas un tanto más realistas sin que se entibie la fuerza del color.

En estas obras se corporizan más los volúmenes y se multiplican las matizaciones.

Como siempre, admiramos la energía de su trazo y de la grafía patente en sus obras, corporizando los volúmenes. En todo caso el principal distintivo de estas pinturas, junto con la idea de movimiento, es la línea que sale a flote.

En la obra de Ávila siempre encontraremos paralelismos, yuxtaposiciones y contrastes estructurales, creando una pintura sin límites, espacio?temporales, siempre sometida a una máxima dignidad plástica. Ha serenado figuras y formas para llegar a esta extraordinaria lección de equilibrio.

En esta obra existe el misterio, un misterio sin trucos, únicamente servido por la contrafigura del dinamismo, la pintura de Ávila es suntuosa, casi barroca, pero sus pinturas pueden vivir sin acosarnos en la quietud de nuestro pensamiento, o bien pueden abrir un lenitivo al tremendo hiato de nuestra existencia y darnos un clima de serenidad, aunque esto sea menos común, pues en la obra de Ávila existe siempre una contraposición, fustiga la fatuidad; por medio de un ?juego? de tensiones logra que la parte central del cuadro esté siempre bien determinado, provocando un contraste de solapada intencionalidad expresiva con el fondo y los primeros planos.

Trata a este núcleo casi como una realidad autónoma y evolutiva. Ramón Ávila es consecuente con el orden y la disciplina, conducente a deslizar la plasmación plástica de la ?idea?, y con ella la realidad que lleva a los cauces de su lógica.

Creo que siente una necesidad congénita de ordenar y jerarquizar los elementos plásticos dentro del cuadro.

Ha concretado la línea, la luz y el color, ha dinamizado y esencializado los ritmos y puesto los fondos en acción. Me parece que Ávila habla con un lenguaje más suyo que en otra otras ocasiones.

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