Dejan un gusto dulce en la boca y sus moléculas pasan directamente al aparato intestinal sin ser absorbidos; por ello, añaden muy poco aporte calórico al cuerpo.
Científicos del Instituto de Ciencias Weizmann de Israel realizaron experimentos y descubrieron que los edulcorantes perturban la producción y las funciones de las bacterias intestinales, y que aceleran la intolerancia a la glucosa.