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Burbujas sociales: un modo para salir del confinamiento

Algunos países recomiendan extender la convivencia con más personas para comenzar rutinas distintas, higiénicas y seguras.

Las burbujas sociales deben integrarse de forma cuidadosa y con personas cercanas con quienes se ha mantenido contacto durante la cuarentena. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Las burbujas sociales deben integrarse de forma cuidadosa y con personas cercanas con quienes se ha mantenido contacto durante la cuarentena. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Una de las estrategias que se han analizado en otras partes del mundo para salir de la burbuja en que se han mantenido las personas durante el confinamiento por la propagación del covi-19 es ampliar la “burbuja social”, el grupo de personas que viven en un mismo lugar y con quienes se ha llevado a cabo la cuarentena.

En la mayoría de los casos, a diario solo se convive con el núcleo familiar más cercano, padres de familia e hijos. Al ampliar la relación mediante burbujas sociales se retoma de forma gradual el contacto con los seres queridos, sin aumentar de manera drástica los casos positivos del nuevo coronavirus. Esto podría mejorar el estado de ánimo y la salud mental de los integrantes.

De acuerdo con expertos y experiencias similares en otros países, una burbuja social escoge a otra familia cercana para convivir, con la condición de que siempre sean las mismas personas. Es decir, si su burbuja está integrada por cinco personas y la otra que escogió también es de cinco integrantes, solo tendrán contacto entre los 10. De esta forma, si alguno llegara a tener covid-19, se podría transmitir a este círculo y se evitaría la propagación del virus que lo causa.

Pero es vital que la burbuja que se elija sea exclusiva. El grupo de personas que forma parte de una burbuja no puede formar parte de otra. Es importante enfatizar que aún en las burbujas sociales se debe mantener distanciamiento social, para evitar contagios.

¿Cómo ayudaría?

Esta medida se ha recomendado a los habitantes de Nueva Zelanda, España y Costa Rica, entre otros países, en donde la curva del virus ha disminuido y han salido de la etapa crítica de la enfermedad. En Guatemala, el número de casos positivos aumenta, por lo que el aislamiento sigue siendo necesario.

El infetólogo Pedro Villanueva considera que esta medida ayuda a efectuar otras actividades con más personas en el día a día. “Sin una vacuna, hay probabilidad de que el virus no se vaya porque sabemos que de los seis tipos de coronavirus que existen, cuatro han estado en el ambiente; entonces, tenemos que adecuarnos a él. Evitar los lugares de aglomeración y mantener el distanciamiento es importante, pero con las burbujas sociales se podría retomar el contacto físico con nuestros seres queridos”, comenta.

Esta modalidad también tiene un grado de riesgo: cómo asegurar que los integrantes de la burbuja no están infectados si no se han realizado la prueba. Algunos podrían ser asintomáticos y contagiar al resto de la burbuja al momento de reunirse.

En Guatemala

Aunque en el país no ha habido un confinamiento obligatorio de 24 horas, como en otros países, varias personas han adoptado esta medida de manera voluntaria para evitar contagios. Se ha creado este tipo de burbujas sociales, pues, aunque están en casa, dedican tiempo para visitar a sus familiares más cercanos —padres de familia o abuelos—, sobre todo para velar por las necesidades o cuidados de estos cuando son adultos mayores.

La socióloga Ana Silvia Monzón dice que la tecnología ha permitido que a pesar del confinamiento continúe la socialización entre familias, amigos y compañeros de trabajo, por lo que las medidas de prevención están enfocadas en la restricción del contacto físico. El encierro voluntario responde a un acto de solidaridad que las personas han hecho para evitar que la enfermedad se propague.

La socialización se ha modificado, tanto que actividades como las bodas o graduaciones han sido transmitidas en línea. Debido a que la sociedad es estratificada y desigual, cada quien busca interactuar según sus posibilidades.

Alejandra Colom, antropóloga, explica que las sociedades siempre funcionan en burbujas que están divididas por entorno urbano y clase social. Se acostumbra socializar en espacios externos y de ahí surgen los círculos más íntimos. Pero, después del confinamiento, en algún momento se volverá a ampliar el contacto hacia el resto de la sociedad.

“Llegamos a un nivel de socialización en donde éramos tolerantes con los extraños en un centro comercial o en un lugar abierto; pero ahora es impredecible saber qué pasará cuando ya se abran estos espacios. A algunos quizá les dé miedo contagiarse y no irán. Otros, quizá por estar con la prohibición mucho tiempo, sí lo harán”, opina.

A criterio de Luchi de León, psicóloga, el experimento social de las burbujas también funciona para contener la respuesta natural del ser humano cuando se levanten algunas restricciones como la clausura de los centros comerciales o lugares de recreación, porque el deseo de contacto ya no será tan elevado.

Todo tipo de restricción genera un deseo reforzador de hacer esa actividad, por lo que será una respuesta natural querer ir a los centros comerciales el día que se permita, explica de Léon.

“Cuando nos dicen que no debemos hacer algo, más ganas nos dan de hacerlo. Es un fenómeno natural de la conducta, pero lo podemos modificar si pensamos con solidaridad, porque evitar contagios también es pensar en los demás”, argumenta.

Recuperar la confianza

Hay quienes, ante la necesidad de regresar a espacios abiertos y reunirse con más personas acudirán a lugares públicos, pero habrá otras, más prudentes, que esperarán algún tiempo hasta recuperar la confianza de que es seguro salir. Según la socióloga Silvia Trujillo estas primero podrían optar por burbujas más cercanas, de familia y amigos en espacios de confianza y en lo laboral, con un máximo de 10 personas. Muchas de estas acciones estarán influenciadas por la comprensión del grado de riesgo que exista.

El sociólogo Will Ogilvie opina que la confianza se recuperará también por medio de las medidas de prevención que existan y la información disponible acerca de cómo ha evolucionado la enfermedad cuando más personas tengan contacto. Porque la tranquilidad se generará solo al saber que después de haber sido contagiado con el virus se crean anticuerpos. Hasta el momento todavía se realizan estudios respecto de la inmunidad al virus.

Existirán medidas públicas que indicará el Gobierno, y las particulares que cada lugar establezca para reabrir sus puertas, como número de personas que pueden ingresar a un elevador o en una tienda, e incluirán términos de seguridad. “Siempre que se nos eduque y se nos diga qué es lo que está pasando, con la verdad, somos capaces de tomar las mejores decisiones para nuestro bien y el de los demás”, comenta Ogilvie.

Es probable que quienes primero regresen a los espacios abiertos sean los jóvenes, debido a que son los menos vulnerables al covid-19, dice Monzón. Luego los adultos, quienes serán más desconfiados.
“Considero oportuno que cuando se levanten ciertas restricciones y haya aglomeraciones se hagan estudios acerca de por qué nos cuesta tanto seguir normas y los motivos por los que necesitamos socializar en espacios públicos”, concluye.