Cuando el termómetro supera los 30 grados, dice, la regla más importante es: ¡evitar el sol! Los carruajes de los niños deberían estar en la sombra y ser cubiertos solo con un ligero protector solar o un paño fino de muselina, recomienda. Lo mejor es evitar las horas de mayor calor y permanecer en casa al mediodía, añade.
La experta desaconseja utilizar crema protectora solar en recién nacidos: más importante es permanecer en la sombra y vestir al pequeño, además ponerle un gorro que proteja también la nuca, con prendas largas de algodón, seda o lino. Eso tiene un efecto refrescante y además dispone de un factor de protección solar natural.
Recién a la edad de entre seis y nueve meses, cuando los niños se mueven más, se pueden utilizar cremas solares minerales con factor de protección 50+ para el rostro, las manos y los pies. Los productos no deberían contener aromatizantes, colorantes, parabenos, ni alcohol.
En cuanto a la bebida, la experta da un consejo sorprendente: cuando el niño se está alimentando exclusivamente con leche materna, la madre no debería añadir agua o té, asegura Schneider. Y es que la leche materna se compone en un 88 por ciento de agua y es suficiente para el bebé. Las madres más bien deberían beber más y darle de mamar más seguido al pequeño, recomienda.
En días de más de 30 grados, la lactancia puede dar la sensación de generar más calor. Por eso Schneider aconseja recurrir a la creatividad y elegir posiciones que impliquen menos contacto piel con piel. Si hace mucho calor, conviene colocar un paño de muselina entre el bebé y la madre, para que no se den tanto calor el uno al otro.