Salud y Familia

Cirugías plásticas pueden ser riesgosas en manos inadecuadas

Un anuncio publicado en Facebook era lo que esperaba Sindy desde hace tiempo. Ofrecía lo que soñaba: recuperar la esbeltez de su figura, perdida después de dos embarazos. Pero no imaginó lo que ocurriría después.

Sindy —nombre ficticio que sustituye al real para guardar el anonimato, según petición de ella— sintió que lo descrito en el anuncio superaba sus expectativas: una lipoescultura de rápida recuperación y a bajo costo. Leía la publicación y se imaginaba con un nuevo cuerpo.

Ella acudió con su esposo a la casa que funcionaba como clínica. El médico que los atendió les explicó en qué consistía el procedimiento en el que no solo se le extraería la grasa excedente del abdomen sino que también se la transferiría a los glúteos “El doctor fue muy amable, me gustó como me trató y la confianza que le inspiró a mi esposo. No le hice muchas preguntas porque en repetidas ocasiones me decía ‘todo va a salir bien”, recuerda Sindy.

Pero no fue así. Su cirugía fue programada a las 7 horas pero el médico llegó hasta las 10. Después de cuatro o cinco horas, despertó, pero se sentía mareada y con un terrible dolor en el abdomen por el cual se quejaba. La enfermera que llegó le dijo que era normal que se sintiera así y solo le colocó una faja. Ese mismo día fue dada de alta.

Su esposo llegó a recogerla y al arribar a su residencia y bajar del automóvil, cayó desmayada. “Además de que tenía expectativas muy altas, el doctor no fue honesto. En ningún momento me dijo que era cirujano plástico. En su oficina solo vi varios títulos, la mayoría de estudios cursados en Colombia”, cuenta Sindy, quien recuerda que nunca le dijo cuáles serían los riesgos ni posibles complicaciones. Eso sí, el procedimiento debía ser cancelado previamente en su totalidad.

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“Después de que recobré el conocimiento luego del desmayo, veía horrorizada que de las incisiones por donde me insertaron la cánula —para aspirar la grasa— salía sangre. Me di cuenta de que no me cosieron puntos. Me estaba desangrando”, recuerda con voz entrecortada.

Al llamar a la “clínica” para explicar su situación, le comentó la secretaria —no le atendió ninguna enfermera—, que “era normal” y que se hiciera las curaciones con gasa. Ni siquiera le recetaron antibióticos.

“El médico me atendió amablemente antes de la cirugía, después, ya no me quiso hablar”, cuenta desconsolada. Lo mejor es que había sobrevivido, lo peor es que no percibió ningún cambio en su cuerpo. “Me sentía defraudada. Tuve depresión, no me quería ver en el espejo. Lloraba todos los días. Si una decide hacerse este tipo de operaciones es para verse diferente. Me da enojo, tristeza y hasta miedo recordar lo que pasé”, dice.

Meses después, se sometió a otra operación, esta vez, con un cirujano plástico, y en una clínica debidamente equipada, como debe de ser. Además de abdominoplastia y liposucción, se le realizó aumento de senos, todo en una sola cirugía. Pasó dos días internada, con atención constante de las enfermeras. Le dieron de comer, inmediatamente después de la intervención y antibióticos. No tuvo ninguna complicación, además de que los resultados fueron satisfactorios: tenía la silueta que quería.

¿Por qué no demandó al médico? “Porque hubiera sido algo desgastante. Aún continúo llamándolo para hacerle el reclamo, pero nunca me lo comunican”, dice Sindy, quien afirma que trasladó su clínica.

¿Por qué pasan estos casos?

Por desinformación, ingenuidad, excesiva confianza e indiferencia de la población en indagar con mayor profundidad sobre el médico y la cirugía. De ahí que surjan negligencias en las complicaciones, secuelas o estafas.

Eduardo López, presidente de la Asociación de Cirujanos Plásticos, Estéticos y Reconstructivos de Guatemala (Acperg), explica que este tipo de intervenciones deben ser realizadas únicamente por cirujanos plásticos, colegiados, certificados y reconocidos “El problema es que ahora existe el intrusismo; es decir, cuando un médico de una especialidad, como ginecología u otorrinolaringología efectúa cirugías plásticas sin tener la formación para hacerlo”, lamenta.

López refiere que un cirujano plástico debe cursar, al menos, 14 años de estudios universitarios: seis años de Medicina General, de cuatro a cinco años de Cirugía General, que incluye residencia en hospitales públicos, y tres años de Cirugía Plástica. Esta última especialidad no se imparte en Guatemala, sino que debe cursarse en el extranjero.

“Hay médicos generales que operan y solo cursaron estudios por uno o dos años de procedimientos estéticos e, incluso, hasta por internet”, afirma.

“Si una persona no está adecuadamente entrenada en algo, no lo va a desempeñar bien, va a tener muchas fallas”, dice José Fernando Silva, expresidente de Acperg, quien explica que también hay que tomar en cuenta que las personas evolucionan de diferente manera; por ejemplo, en la cicatrización. Sin embargo, la cirugía plástica ha brindado mayor seguridad a los pacientes, con resultados más óptimos y predecibles y recuperaciones más rápidas.

López refiere que para ingresar en Acperg, el especialista debe presentar documentación que avale la educación recibida como cirujano plástico, la cual es corroborada debidamente. En la página web de la asociación —cirujanosplasticosdeguatemala.comaparecen los nombres de de los 40 miembros, para que las personas puedan verificar si el médico que eligieron para que las opere pertenece a Acperg, así como su contacto. Fuera de esta, López calcula que hay unos 10 cirujanos plásticos.

“Un 90% de los colegas que no pertenecen a Acperg tiene algún problema como estudios incompletos. Un colega, por ejemplo, presentó documentos sobre su formación de cirujano general, nada más”, dice López.

Cómo reconocer a un especialista idóneo

Hay médicos que no son cirujanos plásticos y hacen este tipo de intervenciones, pero cuando se busca información de ellos en internet o en redes sociales no aparecen.

Es fundamental, antes de ir a consulta, investigar de qué médico se trata, sus antecedentes y credenciales y confirmar si realmente es reconocido. En el Colegio de Médicos se puede confirmar que tenga registro como cirujano plástico, no solo como colegiado.

La Universidad de San Carlos de Guatemala es el único ente en el país que avala los títulos universitarios obtenidos en el extranjero, después de haber investigado si la universidad existe y si el médico cumplió con el tiempo académico requerido, explica López.

También es importante buscar información del especialista en internet, preguntar a conocidos o amigos cómo fue su experiencia con él o leer comentarios en las redes sociales.

Acperg ha advertido, también, sobre jornadas médicas estéticas a cargo de especialistas extranjeros, pero para hacer este tipo de cirugías es obligatorio que sean colegiados activos en el país, acreditados y autorizados.

Falsa publicidad

Un cirujano plástico ético no hace promociones de servicios dos por uno, ofertas o rebajas, y mucho menos menciona los precios, porque significa que están buscando clientes y no pacientes, dice López. De ahí se originan los resultados insatifactorios o mal manejo de complicaciones. “Liposucción sin riesgo, sin complicaciones, sin anestesia, con resultados en 48 horas y 100% garantizado no existe”, añade.

“Todas las intervenciones quirúrgicas, incluyendo las plásticas estéticas, tienen sus riesgos y complicaciones, pero los cirujanos plásticos sabemos cómo tratarlas”, afirma Silva. “En manos no calificadas, la probabilidad de que se agraven o aumenten las complicaciones se incrementa”, dice. Las más comunes son infecciones y necrosis —muerte de tejidos— de piel, sangrados, problemas de cicatrización —queloide o hipertrófica— o hematomas.

También es común las evaluaciones incorrectas, cuando el médico que no está debidamente capacitado efectúa intervenciones innecesarias. Por ejemplo, si coloca implantes en un busto caído y no corrige la posición, no se verá estético. “Hay quienes conocen al cirujano hasta que están en el quirófano”, afirma.

Dentro del código deontológico, que todo médico debe respetar, está prohibido hacer publicidad para ofrecer dos por uno, tratamientos gratis, descuentos o falsas expectativas, indica Silva.

Acperg ha divulgado en su página de Facebook el nombre de 12 clínicas sobre las que se han recibido quejas de pacientes y donde se ha determinado que no son cirujanos plásticos quienes operan. Quien escribe este artículo llamó a dos de ellos y visitó un tercero para conocer la forma en que ofrecen sus servicios.

Del primero, enviaron por correo información sobre una liposucción sin necesidad de hospitalización, cuya principal ventaja es “la seguridad que ofrece” y que solo se necesitan tres días de reposo. Pero cuando se preguntó si el médico es cirujano plástico, nunca contestaron.

En el segundo, la recepcionista informó que la liposucción se realiza en el hospital de preferencia del paciente y que el precio incluye terapias posoperatorias. Pero cuando se le preguntó el nombre del cirujano plástico, dijo “que no se pude dar por teléfono porque anteriormente ha habido problemas, y se da a conocer hasta que se es paciente”.

La tercera clínica se visitó personalmente, según la dirección que aparece en su página de Facebook, pero el lugar estaba vacío y no se indicaba a dónde se había trasladado. “Estas clínicas se cambian de lugar y de nombre, pero siguen haciendo lo mismo”, expone López.

Productos inadecuados

Las sustancias que se aplican en procedimientos quirúrgicos y no quirúrgicos, como toxina botulínica, deben ser mostrados al paciente, completamente sellados y con su respectivo registro sanitario.

En algunos lugares utilizan productos que no son biodegradables, que son inyectados, por ejemplo, en los glúteos. En el caso de los implantes mamarios, estos son personalizados para cada paciente y los proveedores solo los distribuyen a clínicas de cirujanos plásticos. Estos artículos deben tener el número de implante y de serie, así como el nombre del paciente, para confirmar de que pertenecen solo a él, a quien también se le entrega la garantía.

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No todos son candidatos

El cirujano plástico debe evaluar la condición de salud del paciente para garantizar la seguridad de la intervención. Por ejemplo, no son candidatos para ser operados quienes tengan sobrepeso, diabetes o problemas asmáticos o cardiacos.

En algunos lugares donde no operan cirujanos plásticos, el paciente conoce al médico hasta el día de la operación. Las personas se sienten atraídas por el bajo costo de las intervenciones estéticas, sin tomar en cuenta que estas requieren anestesiólogo, insumos, gastos hospitalarios y honorarios, por lo que es una señal más de que deben dudar. “Lo barato sale caro, porque después requieren de un cirujano plástico para corregir lo que quedó mal”, indica López. “El paciente es responsable de su salud y está comprometido a elegir el médico idóneo”, añade Silva.

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El cirujano plástico debe explicar qué complicaciones pueden surgir, pero en algunos lugares no capacitados, el paciente se entera de estas hasta después de la operación o de que el médico no era cirujano plástico.

“El Colegio de Médicos es el que rige, protege y debe velar por el buen desempeño de la práctica médica en Guatemala”, expone.

La Junta Directiva del Colegio de Médicos indicó que no tiene injerencia en la regulación de cirugías plásticas en Guatemala porque solo se encarga de la acreditación de profesionales en la medicina graduados de universidades registradas en el país. Si un paciente presenta ante ellos queja de una mala práctica de cirugía plástica, “se traslada al Tribunal de Honor de ese Colegio Profesional, quien se encarga de darle seguimiento a cada caso”. Además, indicó que no son ellos quienes brindan información de cirujanos plásticos colegiados sino le corresponde a Acperg.

Procedimientos estéticos no quirúrgicos

Rellenos de bótox, mesoterapia, lipoláser, peelings, carbonoterapia o cavitación son algunos de los procedimientos estéticos sin cirugía a los que también recurren personas, pero que deben ser llevados a cabo por profesionales formados para ello.

El médico Carlos Rosales, fundador y presidente de la Asociación de Medicina Estética y Antiaging de Guatemala (Asemeg), asevera que los miembros de esta agrupación son médicos que no realizan cirugías plásticas, porque no están capacitados para ello, sino solo tratamientos como los descritos previamente.

Tratamientos mínimamente invasivos que no requieran cirugía, como inyecciones de toxina botulínica, deben también ser realizados por médicos capacitados en especialización estética, y en lugares debidamente autorizados por el Ministerio de Salud. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Rosales instituyó en el país, hace dos años, la maestría de Medicina Estética y Longevidad Saludable, avalada por la Universidad de San Carlos de Guatemala, y de la cual se han graduado 22 médicos.

Aunque no tienen los riesgos y prolongada recuperación de la cirugía, también pueden tener complicaciones como infecciones, hematomas, asimetría o quemaduras con láser. “La medicina estética existe desde 1972 en el mundo, y en Guatemala, formamos la Asemeg en el 2011, que ahora tiene 25 miembros”, refiere Rosales, aunque hay que tomar en cuenta que esta especialidad —médico estético— está en proceso de autorización, acerca de la cual ha expresado su inconformidad la Acperg.

Al respecto, la Junta Directiva del Colegio de Médicos expone que son las universidades las que acreditan los estudios académicos, y que ese colegio solo avala y registra a los egresados.

“Hay lugares que ofrecen bótox o plasma con plaquetas sin un médico a cargo o utilizan productos de dudosa procedencia”, dice Rosales. “Cualquier producto puede ser dañino para el cuerpo. Por ejemplo, la penicilina puede causar alergia, pero se avala ciertos tratamientos y protocolos para que sean biocompatibles con el organismo”, añade.

Al igual que sucede con los cirujanos plásticos, Rosales recomienda buscar información, historial y referencias en internet del médico estético que hará el tratamiento y que tenga títulos avalados y reconocidos. “Hay lugares donde naturópatas o masajistas ofrecen hacer cavitaciones en 16 minutos, cuando lo normal es entre una hora y hora y media. Me parece desleal para quienes hacemos medicina estética,” dice. “Están pagando mucho menos en vez de ir al lugar correcto, porque luego deben pagar las consecuencias”, expone.

Lugares autorizados

Con base en la Norma Técnica para la Regulación, Autorización y Control para el Establecimiento de Centros de Estética Corporal y Control de Peso, según acuerdo ministerial 118-2015, el Departamento de Regulación, Acreditación y Control de Establecimientos de Salud (Draces), del Ministerio de Salud Pública, autoriza el funcionamiento de estos lugares, si cumplen con requisitos como licencia sanitaria y tener un médico formado dentro del ramo estético, quien será el responsable de realizar los procedimientos, pero que no tiene permitido hacer cirugías plásticas.

En el caso de clínicas de cirugía plástica y reconstructiva, es imprescindible que el cirujano plástico tenga su título homologado en el país de especialista.

También deben usar productos sanitarios debidamente autorizados por esa cartera. Si el médico responsable del centro está realizando procedimientos no autorizados o actos contrarios a la norma técnica, se reporta al Tribunal de Honor del Colegio de Médicos, explicó el director de Draces, Luis Armando Rosales. Si los lugares no llenan los requisitos, se sancionan e, incluso, se cierran temporal o permanentemente.

Casos de artistas con malos resultados

Personalidades de la farándula tampoco se escapan de malas prácticas o errores estéticos. Uno de los casos más mediáticos de artistas que recurrieron a cirugías plásticas o procedimientos que no tuvieron los resultados esperados e, incluso, fueron fatales, es el de Alejandra Guzmán.

Fue en el 2009, hace exactamente 10 años, cuando la cantante mexicana estuvo al borde de la muerte cuando le fue inyectada una resina sintética —metal metacrilato— en una clínica de belleza para aumentar los glúteos, pero que migró a la cadera y afectó el hueso y el músculo. La intérprete de Eternamente bella ha pasado por el quirófano en 29 ocasiones debido a esta mala experiencia.

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Pero la pesadilla aún no ha terminado, porque aún continúa en tratamiento médico para contrarrestar los daños ocasionados en su cuerpo por la sustancia.

También en el 2009, la modelo y ex Miss Argentina Solange Magnano, de 38 años, murió por una embolia pulmonar durante un procedimiento de aumento de glúteos, pero que se complicó. Trascendió que Magnano confió en publicidades de televisión y revistas.

En el 2015, Catherine Cando, de 19 años y reina ecuatoriana de belleza, falleció en el quirófano cuando se le realizaba una lipoescultura, a cargo de un médico que no estaba formado para ello y que le insistió a la joven de hacérsela para perfeccionar su silueta. Los familiares de Cando denunciaron al médico de negligencia.

También hay que tomar en cuenta los resultados poco o nada favorecedores de cirugías plásticas a las que se han sometido artistas y que han transformado por completo su rostro. Una de ellos es Lucía Méndez quien ha perdido su belleza luego de las operaciones de barbilla pómulos y nariz por las que ha pasado. Se le ha prohibido hacerse más intervenciones para que evitar que su cara borre todas las señales de expresión.

La actriz estadounidense Tara Reid es otra de las estrellas que transformaron de manera inadecuada su figura al haberse hecho una liposuccIón y aumento de senos.

Otros evidentes ejemplos nada exitosos son los de Sylvester Stallone, Michael Jackson, Mi- ckey Rourke y Priscilla Presley.

Obsesión por la perfección

Las personas que deciden hacerse tratamientos estéticos o cirugías plásticas quieren aumentar su autoestima al verse perfectos ante el espejo. Pero ¿qué pasa cuándo siguen viendo una y otra vez imperfecciones que no los alejan del quirófano?

En primer lugar hay que preguntarles ¿por qué tienen temor de envejecer? Porque representa el proceso cercano a la muerte y la vejez es señal de la merma del organismo, explica el psicólogo Antonio Rivera. “Precisamente, el deseo neurótico de querer retroceder el tiempo al hacerse cirugías es engañarse a sí mismo”, añade. Las causas que llevan a tomar esa decisión es por apariencia —para que otros digan ¡qué bien está!—, por imitación a artistas, para retener a la pareja o para ser aceptados en la sociedad.

“También es un problema de identidad, al no aceptarse y no sentirse bien consigo mismo”, añade. Las cirugías reiterativas constituyen un problema de la personalidad narcisista y, por ende, hay lugares que se aprovechan de esta conducta y hacen ofertas.

Además, hay psicopatologías que llevan a la persona a nunca estar satisfecha con lo que ve frente al espejo, que es una forma de neurosis. Antes de hacerse una cirugía estética, la persona debería acudir con un psicólogo y esclarecer su motivación y analizar objetivamente el costo-beneficio de aquella, recomienda Rivera.

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ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.

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