Salud y Familia

Cómo cuidarse de la meningitis, enfermedad del sistema nervioso

La meningitis afecta el sistema nervioso central y es común en niños y adultos mayores. Los expertos enfatizan que para prevenirla es importante cumplir con el esquema de vacunas.

Cerebros sin arrugas por alimentos

El sistema nervioso central se ve afectado cuando se inflaman las meninges, las capas membranosas que cubren el cerebro. (Foto Prensa Libre: Shutterstock).

El sistema nervioso está alojado en estructuras óseas, no se encuentra directo con los huesos, con el cráneo, ni con la columna vertebral. Sino que está rodeado por un sistema de capas membranosas llamadas meninges. Cuando un virus o bacteria ingresa al organismo y se aloja en los órganos nerviosos se produce la inflamación de dichas membranas, esta reacción es la meningitis.

“Esta es una enfermedad infecciosa que puede ser causada por bacterias, virus u hongos. Cuando es provocada por bacterias causa un estado más complicado en el paciente, por lo que es importante tratarlos de forma rápida, durante los primeros síntomas, porque si no es así, se forman en las meninges lugares con pus, lo cual causa una inflamación grave que puede causar daño permanente o la muerte”, explica Carlos Grazioso, infectólogo pediatra.

La meningitis presenta varios síntomas como fiebre, falta de energía, sensibilidad a la luz, rigidez en el cuello, dolor de cabeza y alteraciones neurológicas. Estas últimas tres son las más comunes.

Eduardo Menéndez, médico internista, comenta que la fiebre se provoca porque la enfermedad afecta directamente la periferia del cerebro y la temperatura corporal está controlada por el tálamo, el cual se ve afectado por la meningitis.

El dolor de cabeza es causado porque el cráneo es una bóveda cerrada y al haber inflamación no hay espacio para que el tejido se expanda, ya que está inflamado, por esa razón el cerebro se comprime en su mismo espacio y eso provoca el fuerte dolor de cabeza.

Mientras que las alteraciones neurológicas aparecen porque el cerebro está afectado. Algunas de estas alteraciones son, por ejemplo, desorientación, alteraciones de la memoria, de la visión, en la percepción de la piel o el tacto, también convulsiones, visión de luces y zumbido en el oído.

Las membranas duramadre, aracnoides y piamadre son las que se inflaman cuando se introduce un virus o bacteria en el sistema nervioso central. (Foto Prensa Libre: Shutterstock).

El diagnóstico de la enfermedad es clínico, por medio de los síntomas presentados. Luego, por exámenes de laboratorio que incluyen exámenes de sangre y por medio del análisis del líquido cefalorraquideo, que circula en el cerebro y la columna vertebral.

Eventualmente el diagnóstico se apoya con estudios de imagen cerebral, como la resonancia magnética.

Causas

La mayoría de los casos de meningitis están causados por bacterias o virus. Muchos de estos son bastante frecuentes y también causan otras enfermedades ordinarias. Ambos tipos, la bacteriana y la viral, se contagian como la mayoría de las demás infecciones: una persona infectada toca, besa, tose o estornuda sobre otra persona que no estaba infectada.

La meningitis bacteriana es menos frecuente, pero suele ser grave cuando aparece. Además, puede ser de riesgo si no se trata inmediatamente. En algunos casos la bacteria llega hasta las meninges a partir de un traumatismo craneoencefálico grave, es decir, de un golpe fuerte en la cabeza, o de una infección local grave, como una infección de oído o de senos nasales -sinusitis-.

La meningitis viral, también llamada meningitis aséptica, es más frecuente y suele ser menos grave. Muchos de los virus que la causan son frecuentes, como los que provocan los resfriados, la diarrea, las calenturas labiales y la gripe.

Factores de riesgo

Esta enfermedad es común en los extremos de la vida. Es decir, en recién nacidos, en niños, sobre todo a los dos años, o en ancianos. Aunque también hay casos en personas adultas, comenta Víctor Arévalo, neurólogo.

La rigidez del cuello es un síntoma común de la meningitis. (Foto Prensa Libre: Shutterstock).

Los niños son más propensos a sufrir meningitis cuando padecen de varias repeticiones de infección, como de oído; cuando tienen alguna anomalía anatómica o que no tienen su cuadro de vacunas completa, o, incluso, cuando no han sido vacunados.

Los adultos están en riesgo cuando tienen enfermedades crónicas, porque ya tienen “comprometido el sistema inmune”, como los diabéticos. También aquellos que consumen alcohol frecuentemente, o quienes han sufrido lesiones en la cabeza, sinusitis, otitis o neumonía.

Cómo prevenirla

Los especialistas afirman que la mejor forma de prevenir la meningitis en los niños es colocándoles todas las vacunas que se establecen en el sistema de vacunación de Guatemala, ya que es bastante completo y contiene algunas que previenen bacterias como la Haemophilus influenzae tipo B y Streptococcus pneumoniae o neumococo.

“Neisseria meningitidis es una bacteria bastante rara, pero cuando aparece pude causar daños muy agresivos. Puede dejar alteraciones en la circulación de las extremidades, incluso, algunas veces hay que hacer amputación de estas. Hay una vacuna que puede prevenirla, pero como es una bacteria muy rara, su precio es elevado. No está incluida en el sistema de vacunación nacional, pero esperamos algún día se pueda incluir”, dice Grazioso.

Arévalo también recomienda mantener buenas medidas e higiene como lavarse las manos constantemente. También mantener los niveles de glucosa controlados, tratar de forma inmediata y correcta las infecciones de oído, sinusitis o neumonía. Además, usar casco cuando se conduzca en moto, para evitar cualquier lesión en la cabeza.

Esquema de vacunas

Las vacunas se utilizan para reforzar el sistema inmunológico y así prevenir enfermedades, por lo que es recomendable mantener al día el esquema de vacunas para que todas cumplan su función correctamente. La edad para colocarla variará de cada una.

Vacuna TDaP: Protege contra difteria, tétanos y tos ferina materno, neonatal. Se coloca una única dosis a partir de los 5 meses de embarazo. Se debe aplicar en cada embarazo.

Hepatitis A: La única dosis requerida se coloca al año y 3 meses de nacido.

Hepatitis B: Se coloca al recién nacido y se tiene una única dosis.

Vacuna BCG: Previene la tuberculosis en sus formas más graves y se coloca al recién nacido.

Poliomielitis y Pentavalente: la primera previene la polio, parálisis y discapacidad física, mientras que la segunda previene cinco enfermedades: difteria, tétanos, tos ferina, hepatitis B y meningitis. La primera dosis de ambas se coloca a los primeros dos meses de vida, la segunda dosis a los 4 meses y la tercera a los 6. La Poliomielitis requiere un refuerzo a los 18 meses y a los 4 años.

Rotavirus: Previene infecciones graves y complicadas por diarrea o deshidratación causadas por rotavirus. La primera dosis se coloca a los 2 meses de nacido y la segunda a los 4.

Neumococo: Protege contra neumonías, otitis media y otras infecciones graves o invasivas causadas por Streptococcus pneumoniae. La primera dosis se coloca a los 2 meses de nacido y la segunda a los 4. Se requiere de un refuerzo al año de nacido. En los adultos mayores se colocan dos dosis, la segunda seis meses después de la primera.

Vacuna DPT: Previene las enfermedades difteria, tétanos y tos ferina. Se coloca una dosis a los cinco meses de embarazo, luego se coloca un refuerzo cuando el bebé tiene 18 meses y a los cuatro años.

Vacuna SRP: Previene el sarampión, paperas y rubéola. La primera dosis se coloca al primer año de nacido y la segunda dosis al cumplir 18 meses de nacido.

Vacuna VPH: Previene el cáncer cervicouterino. Se puede colocar a los 9 años y una segunda dosis después de 6 meses de la primera. Si se es mayor de 15 se requieren tres dosis: la segunda un mes después de la primera y la tercera cinco meses después de la segunda.

Influenza: A partir de los seis meses de nacido se coloca la primera dosis y la segunda a los 7. Para los adultos mayores se recomienda una dosis al año.

Varicela: Previene la varicela y sus complicaciones. La única dosis se coloca al año y medio de haber nacido.

ESCRITO POR:

Andrea Jumique Castillo

Periodista de Prensa Libre especializada en temas de salud, bienestar y cultura, con 5 años de experiencia.