Existen cursos y reuniones de padres en las escuelas, en los que los orientan para prevenir el bullying o acoso escolar. En ellos se resalta la importancia de preocuparse por los hijos al crear un canal de diálogo.
También hay que estar pendientes de los posibles síntomas, como nerviosismo, falta de apetito, insomnio, bajo rendimiento escolar o fobia escolar.
Se debe enseñar a los menores a controlar las emociones cuando interactúan con los demás. Los profesores deben colaborar en la identificación de algún caso y establecer con sus estudiantes normas para no agredir.