Como explica Dariush Mozaffarian, director de esta investigación publicada en la revista Journal of the American Heart Association, al día de hoy, los decisores políticos de todo el mundo han centrado sus esfuerzos en reducir las grasas saturadas.
Sin embargo, el aumento del consumo de grasas poliinsaturadas en sustitución de las saturadas y los carbohidratos refinados, así como la reducción de las grasas trans tendría un impacto mucho mayor sobre la tasa de mortalidad cardiovascular, según el sitio abc.es
Las grasas poliinsaturadas ayudan a reducir los niveles de colesterol malo en sangre, lo que conlleva a una disminución del riesgo de infarto e ictus. Además, los aceites ricos en grasas poliinsaturadas también proporcionan las grasas esenciales para el organismo. Se pueden consumir en aceites vegetales –como el aceite de maíz o de girasol–, en los frutos secos y en el pescado azul –como el salmón o la trucha–.
Por el contrario, las grasas saturadas, especialmente, las grasas trans, aumentan los niveles de colesterol malo y, por tanto, el riesgo de infarto e ictus, diabetes y obesidad, que se encuentran en los alimentos procesados, frituras y bollería industrial.
Asimismo, los carbohidratos refinados, que como alertan los autores, se digieren rápidamente al causar una elevación de los azúcares en sangre y son muy pobres desde un punto de vista nutritivo. Entre estos están los alimentos y bebidas azucarados, los refrescos.
Los autores calcularon la cifra de muertes anuales asociadas a los distintos patrones de consumo de grasas. Para ello, emplearon tanto la información sobre los hábitos dietéticos de 186 países como los hallazgos de numerosas investigaciones previas sobre la relación entre alimentación y riesgo cardiovascular.
De acuerdo con los resultados, en el 2010 se produjeron un total de 711 mil 800 muertes cardiovasculares en todo el mundo como consecuencia del bajo consumo de ácidos grasos omega-6-poliinsaturados o por el exceso de consumo de grasas saturadas –responsables de 250 mil 900 muertes– y de carbohidratos refinados –460 mil 900 decesos–.
Además, en 2010 se contabilizaron también 537 mil muertes –esto es, el 7.7 por ciento de todos los decesos globales por enfermedad cardiovascular– debido al exceso en el consumo de grasas trans.
Dariush Mozaffarian refiere que existe la idea generalizada de que las grasas trans son un problema exclusivo de los países ricos, por la popularidad de los alimentos procesados y de la comida basura. Pero en muchos países en vías de medianos y bajos ingresos, como la India y naciones de Oriente Próximo, también se encuentra este problema.