Salud y Familia

Hay un monstruo en el armario: Cómo manejar el miedo de los niños

El primer impulso de los padres cuando su hijo manifiesta algún miedo ir racional es probablemente explicarle que no hay ningún motivo para ello.

Decirle a los niños que no existe razón para asustarse podría no ser tan efectivo.

Expertos comentan que sería mejor que el adulto se meta en el mundo mágico del niño y trate de involucrarlo en la lucha contra el monstruo. Esto significa que uno debe pensar junto con el niño sobre la mejor manera de derrotar al monstruo, ahuyentarlo o convertirlo en un monstruo bueno.

El miedo a los monstruos debe situarse en un contexto lúdico, más controlable y menos ansioso. Por ejemplo, se puede construir una espada de cartón o darle un nombre al monstruo. En caso de que el niño tenga miedo a la oscuridad, una simple luz nocturna a menudo puede ayudar.

Por su parte, Fabienne Becker-Stoll, directora del Instituto Estatal de Pedagogía Infantil de Baviera, explica que la manera más segura para que los niños reduzcan sus temores es a través de la cercanía física y la contención de los padres.

Es muy difícil para los niños cuando los avergüenzan o incluso se ríen de ellos por este temor. Por lo tanto, es preferible ponerse al niño sobre el regazo y cuando se haya calmado averiguar si puede contar algo más sobre este monstruo.

“¿Cómo es el monstruo? ¿Qué te asusta?”, son preguntas que un padre le puede hacer a su hijo, agrega la psicóloga.

Becker-Scholl recuerda a un padre que junto con su hijo luchó contra el miedo a un armario antiguo negro en la habitación del pequeño.

“El niño tenía unos ocho años. El padre y su hijo vaciaron completamente el armario, lo desatornillaron, lo desmontaron y luego lo volvieron a reconstruir juntos. Así se acabó el miedo al “monstruo en el armario.”

Los padres deben ser creativos para encontrar soluciones que orienten a los niños a perder el temor. (Foto Prensa Libre: Pixibay).

Proceso normal

Hanna Christiansen, jefa de Psicología Clínica del Niño y del Adolescente de la Universidad de Marburgo, en Alemania, explica que el miedo a los monstruos es bastante normal a cierta edad del desarrollo.

Al principio, los niños tienen miedo a personas extrañas y objetos, a los ruidos fuertes y a las alturas. A partir de los cuatro años se puede sumar el temor a los animales, a la oscuridad y a la soledad.

En edad preescolar, los niños se asustan de las figuras de fantasía, como los monstruos y los fantasmas, de las tormentas eléctricas, las separaciones y de estar solos por la noche.

A partir de la edad escolar dominan el miedo a la escuela, al fracaso, a evaluaciones, lesiones, enfermedades, muerte, intervención médica, catástrofes, secuestro, incidentes ambientales y guerras.

A veces, según Christiansen, el comportamiento de los padres y sus propios temores y fobias llevan a los niños a desarrollar trastornos de ansiedad.

“En las plazas a menudo hay padres que están todo el tiempo pendientes de su hijo y atentos a que no les pase nada. Pero ésta es una manera de señalizarle al niño que no confían en él y que algo va a salir mal”, asegura Christiansen.

Sin embargo, todos los expertos están de acuerdo en que los temores están justificados. Los niños inteligentes, en particular, suelen ser más cautelosos porque son capaces de reconocer los peligros potenciales en una fase temprana.

Sin embargo, cuando los temores aumentan y los niños sufren y se ven limitados en la vida cotidiana los padres deben buscar la ayuda de terapeutas.

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