Al comentar estos resultados con Manuel Lucas, presidente de la Sociedad Española de Intervención en Sexología, argumenta: “Por una cuestión cultural, la mujer se siente más responsable de las necesidades de los demás (las comidas y el descanso de sus hijos, maridos, padres, etc.) y el hombre está más acostumbrado a pensar en sus propias necesidades”.
La psicóloga Terri Fisher y su equipo analizaron los pensamientos de un grupo de estudiantes (entre los 18 y 25 años). Por un lado los hombres (163) y por otro las mujeres (120), recibieron una especie de contador que debían pulsar cada vez que pensaran en uno de los tres temas que se les había asignado: sexo (fantasías, imágenes eróticas, recuerdos, etcétera.), comida (sensación de hambre, sed, picoteo, cocina) o descanso (sueño, siesta, ir a la cama a dormir). Así estuvieron una semana.
Estos resultados, junto con los cuestionarios psicológicos (comportamientos, niveles de deseo, opinión sobre el sexo, hábitos, orientaciones), llevaron a los investigadores a concluir que “entre los hombres y las mujeres no sólo existe diferencia a la hora de pensar en sexualidad, también en la comida o el sueño”. Así lo refleja el estudio, que se publicará en enero en la revista Journal of Sex Research.
La diferencia no es especialmente significativa
Aunque, tal y como recalca la principal autora de la investigación, la diferencia no es especialmente significativa. De hecho, estos datos desmitifican de alguna manera el hecho de que por ser hombre se piense mucho más en sexo. “Depende de otras cuestiones biológicas”.
El especialista español, que también es secretario general de la Academia Internacional de Sexología Medica, está de acuerdo. “El pensamiento y el impulso sexual depende de la biología, del curriculum personal a nivel psicológico, de lo que ha pasado y cómo ha sido educada y de todo el proceso de sexuación (que conlleva elementos biológicos, socioculturales y educativos). En este aspecto, cada persona es única e irrepetible, por lo que es difícil generalizar y separar entre hombres y mujeres, rubios y morenos, etc.”.
Además, agrega el doctor Lucas, el problema de estos estudios es que se reduce la sexualidad a nivel genital. Sin embargo, “también son esenciales los besos, las caricias, los abrazos, la necesidad de sentirse querido, el contacto de piel con piel”. Incluyendo todos estos aspectos, seguramente “la diferencia de pensamiento sexual sea mucho menor entre hombres y mujeres”. Si, en general, es algo más elevado en ellos, es “simple y meramente por cuestiones hormonales”.