Salud y Familia

La disciplina del afecto

¿Hasta qué punto el castigo físico es perjudicial para los menores, también desde el aspecto psicológico?

(Ilustración: Kevin Ramírez)

(Ilustración: Kevin Ramírez)

La Ley de la Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia 27-2003 establece que todo niño, niña o adolescente tiene el derecho de no ser objeto de cualquier forma de violencia, crueldad y opresión, punibles por la ley. Asimismo, tienen derecho a ser protegidos contra toda forma de maltrato, y el Estado debe adoptar las medidas para proteger al menor de toda forma de abuso físico, sexual, emocional o descuidos.

Harold Flores, procurador general de la Niñez y Adolescencia de la Procuraduría General de la Nación (PGN), explica que al recibir la denuncia de que un menor es maltratado, se hacen dictámenes psicológicos y de trabajo social, para abrir un proceso penal contra los padres o tutores, así como de protección al menor. Según la PGN, en el 2014 fueron rescatados 240 menores por maltrato físico. En lo que va del año, 71.

“La violencia contra niños y adolescentes es un círculo repetitivo: si nos trataron mal, vamos a tratar mal. Hay otras medidas correctivas para no llegar a estos extremos”, dice. La clave es la comunicación para que los niños respeten reglas y límites.

Cómo disciplinar

Disciplina se deriva de discípulo, que significa aprendiz, es decir, instruir o preparar a una persona, en este caso, los niños, expone la psicóloga María José Gálvez, máster en Desarrollo y Gestión de Niñez y Adolescencia.

La disciplina efectiva enseña conductas, valores y hábitos adecuados en un ambiente en el que la expresión de los sentimientos es acertada, lo que, a su vez, le da seguridad al niño.

Los padres que utilizan maltrato físico o psicológico para disciplinar a sus hijos piensan que para demostrar su autoridad deben ejercer castigo corporal o maltrato verbal.

El sociólogo Otto Rivera afirma que muchos padres canalizan en los golpes al niño su frustración, ira o enojo. También, muchas madres jóvenes están, por ejemplo, más pendientes de su celular que en dedicarles tiempo y afecto a sus hijos. “Cuando un niño se cae, no solo se asusta, sino encima el adulto lo golpea para advertirle que no lo vuelva hacer”, añade.

Son pocos los niños que reciben suficiente tiempo y atención de parte de sus padres, quienes están muy ocupados y absortos en sus problemas.

En el ámbito escolar, si el niño tiene bajo desempeño académico, en lugar de investigar las causas, los padres le pegan. Hay que mejorar las conductas para tener una convivencia pacífica, sin tolerar malos hábitos.

Premio, no golpe

Si el niño se porta mal, hay que decirle: “Si cambias tu forma de comportamiento, voy a recompensarte con cosas que te gusta hacer”, dice Rivera, y no necesariamente comprarle cosas.

La mejor manera de enseñarle al niño es con el ejemplo. Si un padre no arregla su cama, ¿cómo puede exigirle a su hijo que lo haga?, cuestiona el antropólogo Alfonso Torres. Por falta de paciencia o tiempo, los padres delegan la responsabilidad de educar a la televisión o al internet, y cuando llega el momento de corregir, el primer recurso que usan son los golpes.

Guatemala fue uno de los primeros países que firmaron la Convención Internacional de los Derechos del Niño —en 1990—; sin embargo, ha llevado décadas realizar las acciones y crear las políticas públicas en torno al tema y tanto más ejecutarlas, afirma Gálvez. “Muchos ciudadanos aún desconocen que tienen derechos como seres humanos y, por lo mismo, no los ejercen ni los practican con los niños”, añade.

Flores refiere que existen escuelas para padres, tanto públicas como privadas, a donde asisten progenitores para aprender a prevenir el castigo físico a los niños.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.

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