Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el 2017 habrá 2 mil 300 millones de personas con sobrepeso y 700 millones de obesos. Con estas cifras se vislumbra una amenaza para la salud pública y calidad de vida.
“El 62 por ciento de la población —en Latinoamérica— de ambos sexos sufre de sobrepeso, y el 26, de obesidad en distintos grados, lo que afecta a personas mayores de 20 años”, cita el informe Plan de Acción para la Prevención de la Obesidad, de la OMS, publicado en octubre del 2014.
Otros números
Cada año fallecen alrededor 3.4 millones de personas adultas como consecuencia de esta pandemia. Además, el 44 por ciento de pacientes con diabetes, el 23 por ciento de cardiopatías isquémicas y entre el 7 y el 41 por ciento de algunos cánceres son atribuibles a el exceso de peso.
Excesos
Keith Martin, un londinense de 44 años quien fue nombrado “el hombre más gordo del mundo” por el libro de Récords Guinness, en el 2012, murió de neumonía el pasado 5 de diciembre, luego de luchar contra el sobrepeso. Llegó a pesar unas 978 libras, casi una tonelada, y durante 10 años no salió de su casa porque le resultaba imposible moverse.
En enero de este año, una guatemalteca de 61 años, quien pesa 500 libras, fue trasladada al hospital San Juan de Dios con problemas respiratorios. Este no es el primer caso que se registra en el país: en el 2013 un joven de 29 años, con un peso de 300 libras, también fue atendido de emergencia en el hospital Roosevelt.
El médico Álvaro Fernández explica que, aunque en los medios no se informa sobre muchos casos de obesidad mórbida, en su clínica cuatro de cada 10 pacientes presentan esta condición, y los seis restantes están a un paso de pasar a la condición mórbida (se llama así cuando los factores de riesgo son cada vez mayores y con esto aumento el riesgo de morir).
“Con solo ver a nuestro alrededor notaremos que muchos viven con sobrepeso, y este es el principio del camino que los conducirá a la obesidad mórbida. Las personas creen que unas libras de más no hacen daño, pero así como se adquirieron, sin sentirlo, fácilmente superarán los 35 puntos del índice de masa corporal”, subraya Fernández.
¿Por qué se llega al extremo?
Doris Díaz de Villagrán, nutricionista de la Liga Contra la Obesidad y el Sobrepeso, dice que esta enfermedad tiene su origen en los modernos y malos comportamientos alimenticios, en los que prevalece la cantidad y no la calidad.
Reitera que el abuso en el consumo de azúcar y grasa saturada, alimentos procesados y bebidas carbonatadas son factores que influyen directamente, a lo que se suma la falta de actividad física.
La psicóloga Ángela Reyes, de la Liga de Higiene Mental, añade que entre los factores psicológicos que aparecen durante el proceso de la constitución de la obesidad y la obesidad mórbida, están los estados ansiosos y depresivos.
También puede identificarse la baja autoestima y un autoconcepto negativo; además, la nula interacción social.
“El paciente suele tener dificultad para entender y controlar adecuadamente sus emociones, favoreciendo conductas de sobrealimentación, como modo de consuelo. Se crea un círculo vicioso entre obesidad, ansiedad y depresión que perpetúa la obesidad”, añade Reyes.
Vinicio Rodríguez, en su tesis Discriminación Sociocultural de las Personas con Obesidad Mórbida, explica que este no es un estilo de vida moderno, sino una enfermedad.
Quien la padece se siente responsable y acumula mucha culpa y vergüenza. “Esto incrementa la acción de comer, la producción de conductas atípicas, como comer a escondidas, o aceleración de la frecuencia, así como el uso constante de mentiras en torno al tema, ya que el alimento mismo termina siendo el eje de la vida del obeso”, describe Rodríguez.
Los hechos indican que en Guatemala, el Ministerio de Salud no está preparado para atender una epidemia de esta magnitud, ya que la única clínica pública de obesidad que existía, y que ofrecía a los pacientes un equipo multidisciplinario para tratar la afección, desapareció en 2012. Existen clínicas privadas que atienden este problema, pero no todos tienen los recursos para asistir a ellas.
Esto lleva a niveles alarmantes la discriminación que sufren las personas que padecen este problema, ya que si quieren tratar la enfermedad, tendrán que invertir, por ejemplo, de Q70 mil a Q 80 mil, que es el costo de la cirugía de reducción de estómago, sin tomar en cuenta la atención psicológica, nutricional y demás especialidades.
Fuentes: Doris Díaz de Villagrán: 2494-1111; Álvaro Fernández: 2332-9099 y 2332-9198, y
Ángela Reyes: 2232-6269
Un problema de gran peso