Dejar a un lado el ego, el orgullo o la ira no es algo fácil, requiere de paciencia y tiempo, pero puede lograrse para enriquecer la vida de la otra persona y la de uno mismo. Tan solo basta con tomar la iniciativa y perdonar, apoyados en una actitud positiva.
No asumir
Aunque cada situación es diferente, si en los últimos meses hubo una ruptura derivada de falta de comunicación hay que entender que muchas veces estas surgen porque ambas personas asumen cosas del otro que no suelen corresponder a la realidad, tal y como indica Miguel Ruiz en su libro Los cuatro acuerdos.
Por ejemplo, si un amigo deja de llamar, lo que muchos hacen es enfadarse con este y no buscarlo, cuando quizás esa persona está pasando por problemas personales. Es esencial que en toda relación se hable con sinceridad y las cosas se pregunten, sin dar lugar a que se interpongan los prejuicios. Si el daño ya está hecho, dar el primer paso para reanudar las cosas, sin importar quién haya tenido la culpa, brinda libertad emocional y espiritual.