Salud y Familia

¿Por qué no? Nunca se tiene demasiada edad para hacer cosas nuevas

Desde cambiar ciertos aspectos en la rutina diaria, hacer las cosas de manera distinta o aprender algo nuevo, se puede romper la monotonía y desafiarse a sí mismo con pequeñas acciones.

Los cursos en línea permiten obtener nuevos conocimientos desde casa. Foto Pixabay

Los cursos en línea permiten obtener nuevos conocimientos desde casa. Foto Pixabay

Los proyectos no tienen que ser algo grande. Si se quiere romper la monotonía diaria, se puede empezar por realizar algunos pequeños ajustes.

“Por ejemplo, no recorrer siempre la misma ruta cuando se sale a caminar, sino tomar rutas alternativas”, señala Sven Voelpel, investigador sobre el envejecimiento de la ciudad alemana de Bremen.

Uno también se puede desafiarse a sí mismo escribiendo la lista de la compra con la mano con la que habitualmente no lo hace, es decir, realizando pequeñas cosas que proporcionan nuevos estímulos, agrega el experto.

Una cosa está clara: hay innumerables maneras de romper con la rutina diaria. Sólo se tiene que ser activo y eso significa salir, hacer algo con otras personas, cultivar amistades o charlar con los vecinos.

Durante las conversaciones, las personas mayores aprenden muchas cosas nuevas. Se sienten bien porque están integrados socialmente, explica Voelpel, que además es profesor universitario. Pero el cerebro también se beneficia de esta actitud. Mientras procesa la información, se forman o se refuerzan las conexiones neuronales y eso mantiene la mente en forma.

En muchas ciudades existen centros para mayores creados por la administración pública o lugares en los que se facilita el encuentro entre diferentes generaciones. “Aquí las personas mayores pueden encontrar fácilmente el contacto con los demás, incluso con los más jóvenes”, explica Stefanie Adler, miembro de de la Asociación Federal de Organizaciones de Personas Mayores de Bonn. En muchos lugares se opera mediante cadenas telefónicas, con las llamadas regulares a horas fijas se facilita el contacto con los demás y además se tiene una persona con la que conversar sobre asuntos cotidianos.

Nadie duda de la importancia de los contactos sociales, pero el deporte y el ejercicio también son buenos para los mayores. “En realidad, nada les impide aprender esgrima, por ejemplo, incluso a los 85 años”, siempre y cuando la salud acompañe y el médico de cabecera no tenga objeciones, apunta el profesor Voelpel.

En cualquier caso, la actividad física para los mayores tiene muchas ventajas. “Refuerza los músculos y protege el corazón y las articulaciones”, señala Voelpel. Y, además, el deporte resulta divertido y permite disfrutar de la luz del sol en dosis moderadas, lo que también es saludable ya que “sencillamente levanta el ánimo”, agrega.

Aprender algo nuevo

Lo que también da una gran satisfacción es volver a estudiar, por ejemplo, aprender un nuevo idioma o adquirir un teléfono inteligente y aprender a usarlo para poder charlar con los nietos.

Si bien requiere de más paciencia y ejercitación que a los jóvenes, la edad no es excusa para renunciar al smartphone. Foto Prensa Libre: Christin Klose/dpa

No importa la actividad que se elija, lo ideal para Adler es que se escoja una nueva oportunidad de aprendizaje que resulte divertida y en la que se pueda aprender junto a otras personas sin la presión de sentirse como si se tuviera que dar un examen.

Muchas personas mayores también quieren ayudar a otros. A algunos les gusta compartir su tiempo con personas que están solas y que viven en su misma residencia. Otros buscan el contacto con los jóvenes, acuden a leer de forma voluntaria a jardines de infancia o acompañan a escolares en la búsqueda de un lugar de formación. “Ese tipo de compromiso no sólo enriquece a los demás, sino también a uno mismo”, apunta Voelpel.

Aquellos que son activos y están involucrados de tantas maneras diferentes como sea posible permanecen física y mentalmente jóvenes, añade Voelpel. Además, no tienen la impresión de que se les “acaba” el tiempo.

“Lo que cuenta es seguir siendo curioso, estar siempre abierto a cosas nuevas, y así mantener vivo el deseo de vivir”, insiste Adler.

Sólo hay un aspecto central en todo esto: el guiarse solo por las propias necesidades. “Sobre todo en la vejez, hay que hacer lo que a uno realmente le importa, es decir, hay que establecer prioridades claras”, agrega Voelpel. “Ya no se va por el camino equivocado, sino que se disfruta de la vida.”

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