El costo social y de salud de los problemas de juego es enorme y tiene muchas cosas en común con las adicciones más tradicionales; por ejemplo, cambios en el estado de ánimo, problemas de relación, absentismo laboral, violencia doméstica y bancarrota.
Por otro lado, así como las drogas pueden llegar a afectar a las familias, también lo hace en los parientes de los jugadores, ya que esta les provoca ansiedad, depresión, insomnio, trastornos intestinales, migrañas, estrés, malestares estomacales, entre otros.
De la misma forma, si los juegos de azar se pueden convertir en adicciones genuinas, no parecería extraño que las personas también se tornen adictas a actividades como los videojuegos.
La investigación sobre jugadores patológicos muestra que estas personas, cuando se ven sometidas a abstinencia de juego, presentan al menos un efecto secundario físico, que puede ser insomnio, dolor de cabeza, pérdida de apetito, debilidad física, palpitaciones, dolor muscular, dificultad para respirar y escalofrío.
Entusiasmo exagerado o adicción
La diferencia fundamental entre un entusiasmo excesivo y una adicción es que los entusiasmos sanos enriquecen la vida pero las adicciones la empobrecen.
Cuando una conducta se define como adictiva, es cuando traen consecuencias serias en la vida de la persona, y cuando esta lo practica solo para mejorar su ánimo.
Estas acciones los conducen a tener conflictos con el trabajo y las responsabilidades laborales. El individuo puede incluso experimentar “recaídas” si intenta renunciar a su actividad.
Muchas adicciones de este tipo, no muestra rasgos conductuales notorios a diferencia, por ejemplo, del alcoholismo, esas no muestran síntomas obvios, como hablar con dificultad o no poder caminar en línea recta. Por ello, una adicción conductual es un asunto de salud que necesita ser tomado seriamente por todos los profesionales de la salud.