“No hay que esperar una fecha específica, como diciembre o los primeros días de enero para hacerlo, por presión social o porque así nos enseñaron”, agrega el experto. La desventaja radica en el riesgo de retrasar los planes para febrero. “Si lo pasamos para este mes, existe un 60 por ciento de probabilidades de que el sueño ya no se concrete”, añade.
En todaslas áreas
Hurtarte refiere que la mayoría de personas establece propósitos relacionados con lo laboral y se olvida de otros ámbitos fundamentales como el espiritual, familiar o físico.
“Es más fácil concretar metas cuando alguien las supervisa, como en el caso del jefe en el trabajo. Las hago para no perder el empleo, el cariño o la atención de los demás. En cambio, las personales se dejan atrás. Por ejemplo, no me levanto cuando suena el despertador, no como a mis horas o no voy al médico para hacerme un chequeo, porque todo esto es una cita conmigo mismo. Sin embargo, hay que comprometerse con lo que amo y quiero ser”, agrega.
Hurtarte asevera que también es importante al término del año tener un balance de lo positivo y de lo negativo para evaluar si las metas se cumplieron, cuáles son las fallas y cómo superarlas. El experto aconseja llevar una lista de compromisos. “Si no hago este diagnóstico, estoy condenado a trasladarlo para el próximo año”, dice.
Una de las causas que impiden materializar los propósitos es el desbalance existencial. Por ejemplo, cuando el individuo deja de hacer las cosas que más le gustan, como practicar ejercicio, comer sanamente, esto causa que deje de convivir con la familia y amigos, disminuya el rendimiento laboral o abandone los estudios.
“En ese momento hay que reconocer que la vida se ha ido de control, retomar las cosas agradables y desechar las cosas que me hacen daño”, afirma.
Si el sueño o la meta que se propuso la persona no le satisface, es tiempo de analizar si realmente es lo que se quiere. Los deseos deben ser motivantes. Si los ha abandonado por alguna circunstancia, debe volver a intentarlo.
“Las personas no deben abandonar sus sueños, aunque los demás le digan que no es factible concretarlos”, afirma.
Hurtarte expone que lo esencial no es evitar la frustración, sino aprender a manejarla. “Más de la mitad de los individuos que no se trazan una meta, lo hacen porque tienen miedo de no cumplirla”, dice Hurtarte. La clave es ser perseverante. “La perseverancia ayuda a generar carácter”, agrega.
El emprendimiento no tiene límites
Hurtarte señala que la edad no es un obstáculo para comenzar un proyecto. Los jóvenes tienen pasión, el deseo de hacer algo bien y destacar. Saben que nacieron para ejercer algo especial y específico.
El experto les recomienda a ellos que nunca claudiquen para alcanzar sus objetivos. Estos los lograrán si se enfocan en lo que desean cumplir y trabajan arduamente en ello.
Cuando la persona es mayor, no es tarde para iniciar. “El cuerpo envejece, pero no el alma. Conozco personas que han concluido carreras universitarias a los 60 años. Nunca se es lo suficientemente grande de edad para renunciar a los sueños, anhelos e ideales”.