“No tenemos derecho de entrar al trabajo con cara de amargado, con pesimismo. Los líderes, especialmente, deben cuidar este aspecto porque nadie sigue ni cree en un triste o un derrotado. Tenemos la obligación de ser optimistas”, indica De Barbieri, y añade que esto no significa ser chistoso y divertido. En el ámbito laboral, el optimista cree en la capacidad de los compañeros y que el futuro es más importante que el pasado.
Vale ser pesimista, pero en privado, y el hogar es el lugar ideal para curarnos de este sentimiento. El profesional aconseja hablar sin reservas con la pareja de hogar y los hijos de las situaciones que en el día nos hicieron sentir mal, pero también es fundamental compartir los éxitos y satisfacciones laborales que producen alegría, pues esto hará que los niños o jóvenes aprendan acerca de estas emociones y se solidaricen con el núcleo familiar.
La pareja debe contagiar entusiasmo, fomentar la comunicación verdadera y al llegar a casa, cambiar de “rollo” y dejar a un lado el celular, la televisión o el internet.
Responsabilidad
Algunas personas no están satisfechas con el empleo que tienen y piensan: “Ni modo, lo necesito”, pero cada día arrastran frustración y desasosiego. “Cuando estaba en el campo de concentración no podía elegir salir de ese lugar, pero sí con qué actitud estar”, explica De Barbieri, parafraseando a Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco y fundador de la Logoterapia, que sobrevivió tres años cautivo de los nazis.
Si la persona no puede cambiar de trabajo, sí puede cambiar de actitud. Debe enfocarse en analizar y descubrir cuáles son sus responsabilidades en la situación, para asumirlas y no evadirlas, justificando que los demás tienen la culpa de su desgracia. Además, esto le ayudará a tomar una decisión con libertad antes de que otros decidan por él.
Sin trabajo
¿Cómo puedo estar tranquilo si no tengo trabajo?, podría preguntarse un jefe de familia. “Estar desempleado no es estar desocupado; si el sentido de mi vida es solo trabajar, entonces qué pobre soy”, resalta De Barbieri. Ante todo, la creatividad; en la crisis se identifican las oportunidades. Muchos encuentran, por ejemplo, en sus aficiones una oportunidad, un oficio que puede proporcionarles dinero y muchas satisfacciones.
La actitud cuenta
El trabajo puede ser un martirio o fuente de bienestar; de la actitud depende.
Ame lo que hace y todos los días entregue lo mejor de sí.
Lo bueno de la vida no empieza después de la jornada laboral.
Enseñe a sus hijos la alegría del trabajo y sea usted el ejemplo.
No trabaje solo por el dinero; su actividad debe producirle satisfacciones.
Si no está contento con su trabajo, atrévase a cambiarlo.
El que está desempleado no está desocupado. Sea creativo.