Vida

Su sueño lo llevó a París

José Miguel Ordóñez ganó el segundo lugar en el concurso Talent Kids, de Prensa Libre,  a los 9 años.

José Miguel Ordóñez, en el Conservatorio de Rayonnement Régional Boulogne-Billancourt.  ?

José Miguel Ordóñez, en el Conservatorio de Rayonnement Régional Boulogne-Billancourt.  ?

Ese día, el pequeño José Miguel Ordóñez se sintió desilusionado  por no haber ganado el primer lugar en el concurso Talent Kids.

Lo que no sabía en ese entonces es que su constancia y virtuosismo le depararían sorpresas  mayores   fuera de Guatemala. Desde el año pasado, gracias a su talento musical y deseos de superación, estudia en el Conservatorio Rayonnement Régional Boulogne-Billancourt, en París.

Era de esperarse que José Miguel, de 13 años, originario de Antigua Guatemala, Sacatepéquez, heredara el gusto por la música: su padre, Hugo, es maestro de Educación Musical y su especialidad es la guitarra. Su madre, Kathy, también enseña música y es violinista.

“Como a los 3 años le gustaba tararear la música clásica que escuchábamos”, cuenta su padre. Por su voluntad, José Miguel comenzó a los 8 años a estudiar violín junto con los alumnos de su mamá en una orquesta infantil.

El niño se enteró de las giras del concurso Talent Kids, de la revista Chicos, de Prensa Libre, y decidió participar. “No vas para ganar, sino para dar tu mejor esfuerzo”, le aconsejaron sus padres. Se quedó entusiasmado hasta la premiación, pero no consiguió ningún lugar.

Convirtió la desilusión en fortaleza y continuó con su preparación con más ahínco y dedicación. Al año siguiente ganó el segundo lugar en la categoría instrumental de 10 años.

A partir de entonces se acentuó su educación con otros profesores. Alfredo Quezada, Álvaro Reyes y Hugo Cruz fueron algunos de ellos. A los 11 años, el niño conoció en el Conservatorio Nacional de Música al maestro guatemalteco Survier Flores, quien vive en Francia desde hace 15 años y al ver el talento de José Miguel les dijo a sus padres que lo ideal sería que estudiara allí y les ofreció impartirle clases intensivas.

En consenso familiar decidieron que viajarían en septiembre del año pasado. José Miguel recibe clases con Christophe Poiget, en el Conservatorio de Rayonnement Régional Boulogne-Billancourt, París.

Aunque no tiene beca, sus padres hacen grandes esfuerzos para hacer realidad el sueño de su hijo, quien también continúa con su educación de secundaria en el College Francois Rabelais. José Miguel compartió con Prensa Libre las impresiones de sus estudios en París.

¿Cómo te has acostumbrado a tu educación en Francia?

Pues en el conservatorio, con el violín, bien; el maestro me ha ayudado en muchas cosas, es un gran violinista y un gran profesor. La técnica del instrumento es bien avanzada y, por otra parte, siempre está atento a cómo me encuentro, incluso me da clases en su casa. La teoría musical me cuesta un poco porque en mi nivel en Guatemala nunca enseñan esa materia.

Vemos cosas que mi mamá aprendió en su último año de estudios en el Conservatorio y me ha costado ponerme al día. Aquí hay cuatro niveles de educación, y después de hacerme la prueba me ubicaron en el segundo. En la escuela me va bien, porque me integraron en una clase especial para reforzar el francés y prácticamente todos los niños de mi salón hablan otros idiomas.

¿Cuál es tu rutina diaria?

Me levanto a las 6 horas y salgo de la casa a las 7.30. Tomo el tren para ir al colegio y salgo a las 16, casi siempre. Luego me voy al conservatorio a estudiar, ya sea para recibir clases o a practicar. Regreso a las 8.30 de la noche. El sábado también tengo un programa de clases.

¿Cuál es tu compositor favorito?

Me gustan varios, en especial —Johann Sebastian— Bach y —Serguéi— Prokofiev. Me gustaría en el futuro componer arreglos de piezas guatemaltecas como Noche de luna entre ruinas o Luna de Xelajú, que es música que sería digna de ser escuchada en Europa, para dar a conocer mis raíces.

¿Qué es lo que más te gusta de vivir en Francia?

El ambiente musical. Todas las semanas hay conciertos de orquestas, tanto de Francia como del extranjero. Me gustan las lutherias y las tiendas de partituras. Hay una calle solo de tiendas de música. Prácticamente es como si fuera a un centro comercial para músicos.

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ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.