Salud y Familia

ROMPER CON EL PASADO

Una decisión correcta frente a un mal matrimonio da dignidad.

Rina Montalvo. (Foto Prensa Libre: Rina Montalvo)

Rina Montalvo. (Foto Prensa Libre: Rina Montalvo)

No siempre tengo la oportunidad de recibir un mensaje como el de esta mujer fuerte, valiente y resiliente, que sabe lidiar con la adversidad como una guerrera. Esto es lo que refleja en su historia de vida, no para pedir consejo, ni inspirar compasión. Creo que siempre quiso desahogarse con una persona como yo, porque sabía que iba a comprenderla, y hasta ahora se atrevió a compartir sus vivencias con ese hombre que abusó de ella sicológicamente. Y es que el maltrato psicológico, emocional, disfrazado, es más cruel que la agresión física, porque carcome el alma y sangra por dentro. Muchas veces ni la propia persona sabe que está siendo maltratada, pero al final, con los años, todo estalla en un desgaste emocional que frustra y mata.

Así empieza la historia de esta madre: “Por mucho tiempo he tratado de escribirle, pero no sé que me lo impidió. Tal vez, el mismo maltrato psicológico al que fui sometida por años, sin darme cuenta que era, sí, un maltrato, y que yo solo lo veía como una situación de un matrimonio de 25 años. Siempre mi pareja me decía que estaba haciendo el ridículo, o que simplemente estaba loca.

Me casé a los 20 años con un hombre que me llevaba 25 años. En aquel tiempo trabajaba y pagaba mis estudios y estoy segura que hubiera llegado muy lejos; por pedido de él dejé todo para dedicarme a mi ‘hogar’, del cual solo fui un objeto, ya que me minimizaba en todo lo que hacía. Tiene más hijos de otros matrimonios, pero desde que decidí que ya no perdonaba más infidelidades, fui castigada. Se volvió más cínico y está decidido a que me vaya con mi hijo menor y nos compró una casa, ya que en la que vivíamos no soy digna de ella. Trabajó muchos años en una empresa a mi nombre y de la cual hubo mucha utilidad, pero todo pasó a sociedad anónima. Gracias a mi Dios, que siempre me ha protegido, logré asegurarme en algo, ¿pero qué sucede con aquellas mujeres que no tienen ninguna arma para defenderse y después de tanto sufrimiento tienen que irse desamparas y humilladas?

Estoy sufriendo, sí, porque no me casé pensando en divorciarme. Me casé enamorada y después de 25 años me dijeron: ¡ya no sirves! Pero de esta me recupero, porque Dios es mi auxilio y fortaleza. Y aunque la separación se pueda ver como una pérdida ¡de ese duelo se sale!”.

Cierto, también hay mujeres pusilánimes, debido al miedo y al conformismo. Pierden su dignidad y se convierten en seres casi sin valor, sin pensar que siempre hay una solución para cada problema. Pero este no es el caso de quien hoy nos escribe. Ella ha demostrado una actitud de fe, positiva y de esperanza; es una mujer con resiliencia porque ha tenido la habilidad de levantase de nuevo al caer, en una situación tan difícil.

Para ella ya no hay tiempo de lamentaciones, sino seguir adelante con la fuerza de su fe, porque Dios es su amparo y su fortaleza y su pronto auxilio en las tribulaciones, como promete el salmo 46.

rina.montalvo@gmail.com

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