“No puedo emitir juicio de alguien sin conocerlo. Vos Carlos aceptá a los demás por lo que son y no por lo que se dice o pensás de ellos”, aconseja Juan a su compañero con la esperanza que algún día Carlos aprenda a escuchar.
Carlos y Juan logran llevar una amistad aunque son seres totalmente diferentes en su manera de actuar y pensar. Carlos es arrogante, prejuicioso, cree ser mejor que los demás y quiere imponer siempre su criterio. Juan practica el respeto mutuo y mantiene su mente abierta hacia la forma de pensar y actuar de las demás personas.
Convivencia
La tolerancia “es la actitud más clara de respeto y consideración hacia pensamientos y acciones de otra persona”, afirma Georgina Mariscal de Jurado, catedrática universitaria con maestría en psicología.
“Un individuo tolerante respeta y acepta a los demás con sus diferencias religiosas, culturales o físicas”, explica. En un país con variadas culturas como el nuestro, se puede practicar a diario la tolerancia.
Comparten estas tierras 22 etnias indígenas, más los mestizos, garífunas y xincas. Todos con su propia forma de ver la vida. Tenemos los mismos derechos sin importar el idioma que hablemos, cómo vestimos y en qué creemos.
La tolerancia empieza en descubrir nuestras similitudes, no nuestras diferencias. Es la aceptación de la diversidad social, intelectual, étnica, cultural y religiosa, sin aceptar los abusos desde ningún punto de vista. Cuando se practica la tolerancia se vive en armonía, aunque no se compartan las ideologías.