Cultura de paz

FRANCO MARTÍNEZ-MONT *

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que deben promover la tolerancia, la solidaridad, la cooperación, el irrestricto respeto a los derechos individuales y colectivos con el fin primordial de valorar y respetar la vida en todas sus manifestaciones, la dignidad humana, la libertad, la convivencia armónica, la empatía, la justicia; y el desarrollo físico, mental, espiritual, cultural y social de la población guatemalteca (Sepaz, 2013:7).

Ahora bien, bajo argumentos de criticidad y racionalismo político, la construcción de una cultura de paz tiene dos dimensiones elementales: a) objetiva y/o estructural; y b) subjetiva o superestructural.

La primera hace alusión a la gobernabilidad, a la efectiva satisfacción de necesidades ciudadanas por parte del Estado, pues no podemos pretender que exista paz cuando tenemos un 53.7% de pobreza —73.4% son indígenas—, una tasa de analfabetismo de 16, una tasa de mortalidad materna de 137 por cada cien mil nacimientos, una tasa de mortalidad infantil de 30 por cada mil nacidos vivos, una tasa de impunidad de 97, una tasa de homicidios de 34 por cada cien mil habitantes, un vergonzoso punteo de 33 sobre cien en el Índice de Percepción de la Corrupción, mientras un 24.7% de personas no tienen acceso a agua potable, la cobertura boscosa es del 34.2%, entre otros flagelos.

La segunda, da cuenta sobre la implementación de procesos permanentes de formación ciudadana tendientes a reconstruir el tejido sociocultural, a revolucionar los paradigmas ideológicos de la violencia, racismo, conflictividad, autoritarismo, discriminación, etcétera; pues la finalidad es transformar a los imaginarios y/o representaciones colectivas heredadas de la guerra, y ejercer los valores democráticos.

Por otra parte, según la Primera Encuesta sobre Cultura de Paz del 2011, el 12% declara haber sido víctima de violación a un derecho humano; el 26% declaró haber recibido un trato injusto debido a su vestuario, etnia, religión, apariencia física, condición socioeconómica, género, o bien, por su forma de pensar; el 39% desconfía del sistema de justicia; el 52% considera que el diálogo y negociación es la forma adecuada para la resolución de conflictos; el 66% considera que el problema más grave es la violencia; el 42% cree que el respeto se ha perdido en la sociedad; el 71% considera que en el lugar donde habita existe paz; y el 88% afirma tener paz y tranquilidad. No obstante, debemos preguntarnos ¿qué rol juegan la Iglesia, sector privado, sociedad civil, cooperación internacional y academia en la construcción de la cultura de paz?

P. D.: Feliz Navidad, Guatemala.

framont@gmail.com

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