El omnipresente candidaterismo

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CUANDO ALGUIEN es el centro de una de estas tribus, es imposible hablar de organización real, de ideología y de planes. En Guatemala, los últimos partidos políticos fueron el Revolucionario, el Movimiento de Liberación Nacional y la Democracia Cristiana, en cuyo seno había dirigentes cuyos orígenes en la lucha política podían ser buscados en etapas específicas de la historia del país: el PR, en los gobiernos revolucionarios de 1945-54; el MLN, en la etapa de la contrarrevolución, y la DC en la participación de una organización política internacional del mismo nombre. Por esa causa también era posible buscar y encontrar polémicas y debates entre personas cuyas ambiciones eran políticas, no cleptocráticas, como ocurre en estos tiempos.
 
LA DESIDEOLOGIZACIÓN de los partidos comenzó con el nacimiento de la Unión del Centro Nacional, cuya idea era colocarse “ni a la izquierda ni a la derecha”, en una mala copia de Adolfo Suárez en la España post franquista. Se inició el trabajo de la organización partidista como si fuera una entidad empresarial, y el alejamiento de las llamadas posiciones extremas tuvo aceptación en mucha gente, porque encajaba casi a la perfección con la manera de ser guatemalteca: la  falta de compromiso. Los partidos existentes tenían una figura dominante, claro, pero a su alrededor había un séquito de seguidores de largo tiempo, en la mayoría de los casos. La UCN y la DC se convirtieron en las nuevas fuerzas políticas y disputaron la presidencia.

EN LOS COMICIOS DE 1991, el fenómeno cambió. Un desconocido, audaz, sin escrúpulos y muy amigo del dinero del Estado y de las donaciones anónimas —Jorge Serrano— ascendió en parte gracias a la actitud complaciente del presidente Vinicio Cerezo en un crucial debate por televisión. Posteriormente se afianzó la creación de esas tribus cuyo fin era llevar a alguien a la presidencia y a un grupillo a hacer negocios turbios. Al ver hacia  atrás, se evidencia la imposibilidad de encontrar bases ideológicas, planes de gobierno coherentes, en organizaciones caricaturizantes de partidos, con los simpáticos nombres de Movimiento de Acción Solidaria, Frente Republicano Guatemalteco, partido Unionista, Unidad Nacional de la Esperanza, Gran Alianza, Partido Patriota, Partido Líder, Todos, Creo, y muchos otros más del charco político nacional.

EL ÚLTIMO AÑO DE UN gobierno se caracteriza por el descenso del partido oficial y la imposibilidad de ganar para el aspirante oficialista, esto último, un fenómeno exclusivo de Guatemala. Pero comienza a manifestarse el candidaterismo, con una serie de personajes deseosos de sentarse en una silla presidencial, pero en realidad con el sueño de hacerlo  en un trono monárquico absoluto. Conforme se afianza el cleptomanoseo y pillaje de las finanzas públicas y de los negocios vergonzosos de toda clase, comienza a ser notorio y hasta risible  el surgimiento de los aspirantes autonombrados y dispuestos a cualquier alianza non-sancta. El proceso actual  no ha sido la excepción. Basta ver alrededor para darse cuenta de esa tragedia nacional.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.