El peor momento

Magalí Rey Rosa

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Pero estamos muy lejos de eso. Nunca antes fue tan grande la capacidad humana para destruir la naturaleza; ni su codicia.
El destrozo que está causando la extracción de níquel en Izabal es un caso que ilustra el estilo con que se están haciendo las cosas en Guatemala. Un proyecto que se negoció siempre en circunstancias poco claras. Ya en su nueva etapa, el mejor ejemplo de la laxitud gubernamental hacia la minera rusa es el tema del transporte: en el Estudio de Impacto Ambiental (seccionado) que aprobó el MARN no se evaluó el transporte de la roca por tierra.

Pero eso es lo que está sucediendo ahora: 246 viajes diarios de “góndolas” (¿eufemismo para no decir transporte pesado?) en una carretera que ya colapsó,  pues no fue calculada para que sobre ella circularan miles de toneladas de roca cruda. En otros países, como Indonesia, prohíben a las mineras sacar la materia prima cruda, porque no son tan… ¿qué? Pues, ¿qué llevan? ¡Quién sabe! Además de níquel y hierro, tal vez  mercurio, plata, bario, vanadio  o valiosísimas “tierras raras” ¡saber!  

La vida, para los vecinos de la mina de níquel, es una pesadilla; y el futuro se ve como un infierno para quienes viven en Izabal y forjaban un futuro alrededor del turismo, de la pesca o de la agricultura. Ese departamento, que contiene algunos de nuestros más valiosos bienes naturales, está siendo negociado para servir a  intereses mineros y petroleros.

Puertos especiales, oleoductos, carreteras… ¡Lo que necesiten les procuramos! Como el oleoducto —que no necesitamos ni beneficia al pueblo—  que atravesaría Guatemala desde el Caribe hasta el Pacífico para que en China reciban petróleo venezolano. Otro proyecto peligroso para Guatemala, en el peor momento. Otro ejemplo de la pésima forma en que administran nuestra riqueza natural. Excelente análisis sobre otros “hits ambientales” del gobierno pepe: http://www.infoiarna.org.gt/rediarna/2015/Red%20Informa%202/Adjuntos/Compilacion-investigaciones-conflictividad-socioambiental.pdf

Pocos países tienen un patrimonio natural tan importante como el de Guatemala. Cuidarlo, aprovecharlo sanamente y mantenerlo para las generaciones futuras podrían ser objetivos comunes para quienes convivimos aquí, si tuviéramos una pizca de sentido común, si entendiéramos —además—  lo que realmente es el bien común.

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