Son refugiados, no inmigrantes

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Los estadounidenses , dice, están tratando de comprender el problema y saber por qué 47 mil niños han cruzado la frontera en ocho meses. Quieren saber a quién culpar, pedirle cuentas, cómo reaccionarán los agentes federales de inmigración acerca de esta tragedia, y cuál será el impacto de esta realidad en la política y tejido social del país. “Los estadounidenses no comprenderemos inmediatamente el fondo de la historia de los niños de la frontera. Para hacerlo, debemos dejar de lado nuestros prejuicios y mantener una mentalidad abierta”, expresa, y señala como causas: 1) Se proyecta el sentimiento hacia los inmigrantes, quienes vienen en busca de trabajo, no de los niños, cuyo fin es reunirse con sus familias.

2) SEGÚN LOS conservadores, “todo el que viene llega con la palma extendida, a pedir dádivas, regalos y cosas gratis”, lo cual no es cierto. Y los liberales usan esta situación como prueba de la necesidad de una reforma migratoria. Se están confundiendo dos términos: “amnistía”, darle masiva categoría legal a miles de indocumentados, lo cual es concedido por la rama legislativa, con “categoría protectora” otorgada por el ejecutivo para permitir a los indocumentados quedarse en el país sin ser deportados. Por eso hablar de la supuesta “amnistía del presidente Obama” es falso, aunque sí existe una vieja ley para tratar de manera distinta a los niños indocumentados, al permitirles quedarse si tienen parientes en el país mientras esperan audiencia con un juez.

POR SU PARTE, BENOIT señala un tema ya tratado en Guatemala: “la desesperación, el miedo y las falsas promesas”. La primera, porque muchos padres tienen años de no ver a sus hijos. La segunda, porque temen perderlos al convertirse en mareros y “mulas” (transportistas de drogas en su cuerpo) y las falsas promesas de los coyotes y hasta de oficinas supuestamente dedicadas a llevar a los niños a reunirse con sus padres. Dentro de esta realidad, la visita del vicepresidente Joe Biden para reiterar la posición oficial estadounidense de deportar a los niños refugiados, debe servir como aliciente para crear una campaña masiva a nivel centroamericano para advertir no solo de los riesgos mortales del viaje, sino de la inutilidad de hacerlo.

MONSTRUOSO ES UN buen término para calificar este negocio. Los intereses políticos deben ser hechos a un lado y admitir realidades tan evidentes como la necesidad de cambios en las leyes estadounidenses de migración. La posición estadounidense de dar esperanzas para un Estatus de Protección Temporal (TPS) solamente comprueba la absurdidad de la forma despectiva como hace algunos años la presidencia guatemalteca rechazó la oferta de recibirlo. No sería hoy en día para Estados Unidos un instrumento de negociación. Un asunto debe quedar claro: no se puede dejar a su suerte a esos niños. Urge comprender las facetas y las causas de la tragedia. Es un deber de lesa niñez y de lesa humanidad. Todos tenemos la palabra.

marioantoniosandoval@gmail.com

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.