Se desborda el gasto electorero

Casi siempre los primeros en incurrir en esos excesos son quienes tienen el poder  y, por lo tanto, la posibilidad  de gastar a manos llenas los recursos que captan de los contribuyentes. Uno de los casos más notorios, por cercano, es el de la Alcaldía de Mixco, que se ha embarcado en al menos cinco proyectos en la última etapa de su período y buena parte de esas obras se promocionan como propias, aunque son los tributarios de todo el país los que apoyan esas construcciones, pues son fondos de otras entidades.

Aunque no son los únicos, ya que similares proyectos están en marcha en el municipio de Villa Nueva, donde también las aspiraciones del actual alcalde por la reelección se ponen de manifiesto, como de hecho ocurre con la mayoría de las jefes ediles del país. Por  ello es que, a escala nacional, este es el año en que las obras estarán en pleno auge, y solo si la crisis financiera se agudiza o surgen otras prioridades podrían frenarse, lo cual es más difícil porque hasta ahora ni siquiera las localidades que se encuentran en estado de Calamidad han recibido la atención adecuada.

Pero en ese mar de oportunismo que constituye la búsqueda de un nuevo mandato, cargado de privilegios, quienes  llevan la delantera son las autoridades del Gobierno central, donde parece que la crisis no llega, como se puede ratificar con la actual compra de un lote de mochilas por más de Q74 millones, que obviamente lo que menos tiene es la intención de ayudar a los escolares, sino más bien  la de convertirse en una especie de chantaje hacia los padres, para que no se les olvide quién   ha sido el más dadivoso con sus hijos en tiempos electorales.

Es tan notorio el afán propagandístico, que  esa ha sido una de las compras más aceleradas en las que ha incurrido el Ministerio de Educación, cuya titular no dudó en estampar su firma con celeridad para respaldar la campaña del oficialismo  pues, pese a que se tienen penurias mayores en otras instituciones, se opta por aquellas que los estrategas consideran que podrían ser más rentables. Una triste manera de gastar los recursos públicos en estériles proyectos que no garantizan votos, si las penalidades pesan más en otras áreas.

Uno de los aspectos   más lamentables con este modelo de gastos electoreros es que son proyectos fugaces que no constituyen beneficios en el largo plazo, como es el caso de las mochilas, que bien podrían  no comprarse y no pasa nada. En cambio, ese millonario desembolso podría ser de mayor beneficio si se invirtiera responsablemente en aplacar la crisis hospitalaria, la cual es mucho más lacerante para las personas que  no tienen   posibilidades para recibir un mínimo de atención y para aquellos pacientes cuya  situación es de vida o muerte.

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