IDEAS

El camino de Grecia

Así como Roma no se construyó en un día, la crisis de Grecia tampoco es consecuencia de acciones tomadas un día cualquiera. No, es el resultado de muchos años viviendo bajo el espejismo del Estado Benefactor/Mercantilista, llevado a una muy alta expresión —no digo máxima, porque siempre se puede estar peor—, quimera que duró hasta que ya no hubo a quien quitarle o prestarle más dinero para seguir en la juerga. ¿Aprenderemos los demás la lección?

Las quiebras súbitas raramente se dan y por lo general tienen que ver con algún revés inesperado en una situación muy riesgosa o apalancada, como por ejemplo, aventurar todo el capital en una operación de alto riesgo en los mercados financieros, que para efectos prácticos equivale a jugar ruleta rusa.

No es ese el caso de Grecia. A los políticos les llevó mucho tiempo de excesos llevarla al borde de la quiebra. Fue un proceso largo en el que participaron muchos políticos, pero también muchísimos ciudadanos que se acomodaron a un mundo feliz en el cual unos pocos trabajaban duro para mantener al resto de holgazanes. Fueron tan pícaros los políticos que hasta falsearon la información financiera para engañar a sus acreedores y que no se dieran cuenta de qué tan grande era el hoyo.

La receta que siguieron es la misma del Estado Benefactor/Mercantilista que se ha extendido a lo largo del mundo durante el último siglo. La excusa, supuestamente bienintencionada, es utilizar fondos de los tributarios para ofrecer toda suerte de beneficios a los ciudadanos con el supuesto fin de garantizarles un estatus “mínimo”, pero que tarde o temprano vuelve a la mayoría en dependientes de esas ayudas y a unos pocos a cargo de trabajar para mantener a los demás. El sistema se complica más debido a la discrecionalidad que tienen los políticos para gastar el dinero de los tributarios, lo que, en el peor de los casos, se transforma en una fuente inagotable de fondos corruptos para ellos y sus amigos, y en el mejor, en un botín que utilizan para mantenerse en el poder a través de darles empleos improductivos e innecesarios a sus seguidores.

Los políticos griegos llevaron esto a tal extremo que, por ejemplo, en un hospital tenían 45 jardineros para cuidar cuatro macetas, y en algunos organismos tenían 50 choferes por cada vehículo. ¿Quién en su sano juicio gastaría así su dinero? Pero como no es dinero de los políticos, ellos lo derrochan a más no poder.

El sistema generalmente se logra mantener por un tiempo —a pesar de las aberraciones— gracias a que los políticos consiguen fondos endeudando a los futuros tributarios. Pero hasta ese barril casi sin fondo en algún momento se llega a agotar, que fue lo que le sucedió ahora a Grecia.

Los políticos actuales le echan la culpa de la crisis a la “imposición de la austeridad”, pero eso es mentira. La raíz está en el gasto desenfrenado durante tantos años. Ahora tienen que pagar las consecuencias. Como bien lo dijo Margaret Thatcher: “El socialismo funciona hasta que se le acaba el dinero de los demás”. ¿Dejaremos nosotros que los politiqueros locales nos lleven por la misma vía?

Fb/jjliber

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).