CATALEJO

Al respecto del Día del Periodista

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EL LEJANO 30 DE NOVIEMBRE de 1729 comenzó su breve vida la Gazeta de Goathemala, el tercer periódico de la América española y por ello se celebra en nuestro país el Día del Periodista. Creo justo dedicar algunos pensamientos a ejercer la misión de informar, orientar y entretener desarrollada por todos los hombres y mujeres dedicados profesionalmente a alguna de esas tres tareas, todos ellos tan distintos como pueden ser los seres humanos. Tienen el elemento común de ver en la actividad periodística una de las formas más claras de una libertad aún más importante: la de emisión del pensamiento, con todos los riesgos inherentes a toda empresa humana tan relacionada a la responsabilidad individual y al logro del beneficio de la colectividad.

SIEMPRE HA SIDO riesgoso ser periodista en Guatemala. Está a punto de hacerse justicia en el caso de nuestro corresponsal Danilo López y de su colega Federico Salazar, en Mazatenango, ambos asesinados a plena luz del día, en el parque. La provincia nacional es territorio propicio para amenazas de toda clase a los periodistas, en una serie de casos motivados por sus críticas e informaciones inconvenientes a los intereses espurios de las autoridades. Por eso, de nuevo manifiesto mis condolencias y solidaridad a quienes son las verdaderas víctimas del ejercicio de la libertad de prensa y de expresión: las viudas, hijos, padres de quienes murieron. Por ello, debe preocupar casi todo comentario de un burócrata sobre cómo realizar el trabajo periodístico.

CADA VEZ ES MÁS PEQUEÑA la distancia entre la libertad de prensa y la de expresión del pensamiento. Esto se debe al avance de la tecnología, gracias a la cual todo ciudadano puede comentar hechos, tomar fotos y enviarlas a un público situado, literalmente, en cualquier parte del mundo gracias a las redes sociales. Sí hay peligro de anarquía, de divulgación de mensajes malintencionados claramente falsos, pero ello no puede justificar colocar cualquier clase de mordaza, con el pretexto de impedir la divulgación de mentiras o al menos de “no-verdades”. El camino cenagoso comienza cuando se le exige al periodista, o a cualquier ciudadano, “decir la verdad”, porque no existe una Verdad, con mayúscula, absoluta, irrefutable.

DETRÁS DE UNA VERDAD, HAY otra; detrás de esta, otra, y así sucesivamente, porque la verdad necesariamente será parcial ante una realidad tan complicada y variada como la del mundo, de la vida, de cada persona. Por eso, quien pide —o exige y obliga, si puede— al periodista “decir la Verdad” debe responder cuál es el significado para él de esa palabra. Otro elemento se agrega a la complicación: la importancia de esa verdad en el conjunto de las otras verdades, a la vez dependientes de factores personales, culturales, educativos, políticos, y así un largo etcétera. Cuando alguien informa o comenta sobre un hecho, en vez de otro, no necesariamente implica mentir, sino casi siempre se refiere a una verdad distinta a la cual se le otorga mayor valor.

DENTRO DE 45 DÍAS HABRÁ cambio de gobierno y empezará un nuevo cuatrienio político. Dentro de sus múltiplos retos se encuentra precisamente entender el papel de la expresión del pensamiento, en el campo periodístico o del ciudadano en general. La verdad gubernativa no será la Verdad absoluta; no puede ni debe serlo. No es dogma de fe, como es el caso de las verdades de cualquier religión o secta. Se debe entender cuál es el papel del periodismo en el campo de la vida política del país: informar de hechos de importancia por su potencial efecto dentro de la sociedad, y comentarlos desde la perspectiva personal de quien se expresa. Al hacer esto, se convierte en una asesoría cuya ventaja consiste en estar fuera de un círculo de lambiscones.

marioantoniosandoval@gmail.com

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.