PANÓPTICA

¿Estado plurinacional?

FRANCO MARTÍNEZ-MONT *

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Hace poco el Consejo de Pueblos Mayas de Occidente (CPO) presentó los lineamientos para la construcción del proyecto político Un nuevo Estado para Guatemala: Democracia Plurinacional y Gobiernos Autónomos de los Pueblos Indígenas, un documento provocador que reaviva el debate en torno al reconocimiento e inclusión sociopolítica y jurídica de las naciones históricas y ciudadanías indígenas en la naturaleza y diseño del Estado de Guatemala, pero donde también debemos interpelar a los pueblos indígenas como sujeto colectivo en crisis: fragmentado socialmente, globalizado económicamente, desideologizado históricamente y folclorizado políticamente.

El texto se decanta por una visión de democracia comunitaria, inclusiva cultural y étnicamente, plantea la existencia de un Estado plurinacional y de gobiernos autónomos para los pueblos indígenas. Por otro lado, pregona una visión etnodesarrollista basada en la libre autodeterminación de los pueblos, un enfoque influenciado por el Sumak Kawsay y por el Suma Qamaña.

Esta democracia demanda la implementación de procesos de información, consulta, control y toma de decisiones de la comunidad sobre aquellos asuntos que puedan afectar su bienestar común, sobre la administración de los recursos en sus territorios y sobre su calidad de vida, utilizando para ello las instituciones de la democracia directa.

Sus principales ejes estratégicos son los siguientes: a) Identidad histórica; b) Trabajo digno; c) Defensa de los territorios indígenas; d) Erradicación del racismo; e) Estado y ciudadanías plurinacionales; f) Libre autodeterminación de los pueblos mayas; g) Renovación de valores y liderazgos; y h) Consejos y tribunas para el cambio.

Empero, el proyecto político debe madurarse aún más, amasar sus entrañas como movimiento social de largo aliento, puesto que su participación electoral junto con la ANN mutila de entrada su mística organizativa e ideológica y donde es fundamental marcar una distancia política del dirigentismo caduco de “izquierda”, ya que su supervivencia se afinca en las alianzas con las organizaciones indígenas, populares, campesinas, sindicales y de mujeres.

Ahora bien, desde la real politik, las propuestas sobre la edificación de un Estado-nación que promueva la equidad y la justicia social, la refundación de la institucionalidad pública basada en la soberanía popular y sentar las bases de la democracia plurinacional a través de los Gobiernos Autónomos Indígenas y de la Asamblea Legislativa Plurinacional, es casi una utopía en el corto y mediano plazo, dadas las correlaciones de fuerza imperantes: un sistema político y electoral mercantilizado —oligarquías y crimen cooptando cargos de elección popular—, una izquierda atomizada en la arena partidaria y en la lucha social, marginalidad en los medios masivos de comunicación, una ciudadanía y electorado derechoso y racista —incluyendo a los mismos pueblos indígenas—, las pugnas históricas interétnicas por la disputa del poder público, la oenegización de la izquierda indígena, el elitismo socioeconómico y la asimilación de una parte de la intelectualidad indígena.

framont@gmail.com

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