LA BUENA NOTICIA

Ad limina apostolorum

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Los obispos de Guatemala concluimos ayer viernes la visita ad limina apostolorum. Este es el nombre que recibe la visita que los obispos católicos realizamos a la Santa Sede cada cierto tiempo como ejercicio de la comunión eclesial. Idealmente se debe realizar cada cinco años. Pero, por múltiples motivos, se han ido espaciando de tal forma, que ya habían pasado nueve años desde la última que hicimos en tiempos del papa Benedicto XVI.

La visita tiene múltiples facetas. Varias semanas antes del viaje, cada obispo ha redactado y enviado a la Santa Sede un informe pormenorizado del estado de su propia circunscripción eclesiástica. El ejercicio de la redacción del informe le sirve al propio obispo para evaluar su gestión y le sirve a la Santa Sede para conocer el estado de la Iglesia en cada diócesis y en cada país.

Tres aspectos constituyen la visita. Uno es el que se expresa en el nombre ad limina apostolorum. Literalmente se traduce “a los umbrales de los apóstoles”, es decir, a sus sepulcros. Efectivamente, la parte litúrgica de la visita consiste en la celebración de la misa junto a las tumbas de san Pedro y de san Pablo. En esta ocasión, nuestra visita comenzó oficialmente el lunes pasado con la celebración de la eucaristía junto al sepulcro de san Pedro. El miércoles la celebración litúrgica se llevó a cabo en la basílica de San Pablo, construida sobre su tumba. En ambas celebraciones nos acompañaron la veintena de sacerdotes guatemaltecos que estudian o trabajan en Roma. Oramos por Guatemala, por su pueblo, por sus autoridades para que vivamos en paz y bienestar.

Un segundo aspecto de la visita es el encuentro con el Papa. Este tuvo lugar el mismo lunes en la mañana. Fue un encuentro con todos los obispos a la vez. El papa Francisco es espontáneo, por lo que el ambiente de la conversación fue muy familiar y fraterno. El encuentro duró cerca de dos horas. Hubo tiempo para hablar de la evangelización y del camino de la Iglesia en Guatemala; del contexto sociopolítico en que se realiza nuestra misión; de los desafíos pastorales y los problemas humanos más acuciantes. El Papa se interesó por el tema de los migrantes, de lo que representa de positivo y de negativo para la sociedad la presencia de tantos millones de guatemaltecos en los Estados Unidos. La visita del presidente Trump al Vaticano pocos días después le dio especial significado a este tema.

El tercer aspecto de la visita ad limina lo constituye el encuentro con las autoridades de los diversos “dicasterios”. Con este nombre se designa a las oficinas que gestionan o regulan los distintos ámbitos del quehacer eclesial. En términos civiles los llamaríamos ministerios de gobierno. Es la parte más exigente y laboriosa de la visita. En otras ocasiones habíamos tenido cinco y hasta seis días para su desarrollo. Esta vez todo se comprimió en cuatro días, por lo que las reuniones fueron intensas y el ritmo de su desarrollo fatigoso. Temas como la evangelización, la liturgia, la formación de los seminaristas, la vida de los sacerdotes, la presencia de la vida consagrada, los problemas de la familia, la vida de los laicos, la educación, la relación de la Iglesia católica con el entorno sociopolítico son algunos de los asuntos que se trataron.

El embajador de Guatemala ante la Santa Sede, licenciado Alfredo Vásquez Rivera nos recibió en un almuerzo. También quien fuera Nuncio en Guatemala y actualmente es Secretario para las Relaciones con los Estados, monseñor Paul Gallagher nos ofreció una cena. Visitamos el Colegio Pío Latinoamericano, la residencia para sacerdotes que realizan estudios de especialización. A partir de hoy comenzamos nuestro retorno a Guatemala.

mariomolinapalma@gmail.com

ESCRITO POR:

Mario Alberto Molina

Arzobispo de Los Altos, en Quetzaltenango. Es doctor en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico. Fue docente y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar.

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