VENTANA

Duele Venezuela

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La oposición venezolana tiene claro que si el imperio romano cayó el gobierno de Maduro caerá.

La crisis venezolana nos preocupa a muchos guatemaltecos. Es sumamente doloroso observar los desmanes, el horror sistemático, perpetrados por Nicolás Maduro contra un pueblo que se opone valerosamente a su dictadura. Este domingo será crucial porque la nueva Constituyente, que puede regir en Venezuela, otorgará súper poderes al oficialismo. Recientemente conversé con un joven profesional venezolano que radica en Guatemala. Sus padres y hermana aún permanecen allá. Por su seguridad utilizo un pseudónimo. “Salí de Venezuela hace 18 meses. No podía seguir allá si quería construirme un futuro”, expresó Rafael, quien trabaja como gerente de ventas en una empresa que instala sistemas de seguridad. “Imagínate a un lorito en una jaula. Así está el pueblo venezolano. Maduro le cortó las alas y le da de comer lo que quiere. Su interés es un pueblo dependiente, sin iniciativa. Las cosas han llegado a tal extremo que el día a día se ha convertido en buscar los insumos básicos para sobrevivir. El salario mínimo, por la devaluación del bolívar, es US$20 mensuales. Cuando vine a Guatemala estábamos a mil bolívares por un quetzal. Los sueños son alcanzables, pero ¿también, en cuánto tiempo te lleva lograrlos? Por ejemplo, cuando tu salario es de US$20 y un pasaje aéreo te cuesta mil dólares, ¡tendrías que ahorrar tu salario durante cuatro años y unos meses para comprarlo! Imposible plantearte una meta al corto plazo. Si antes era difícil, ahora es ocho veces más difícil porque el cambio está a ¡8,900 bolívares por un dólar! No obstante, la oposición venezolana no pierde la esperanza, porque si el imperio romano cayó, el gobierno de Nicolás Maduro caerá”.

Rafael tiene 31 años. Se graduó de ingeniero eléctrico. Su esposa es licenciada en Terapia Ocupacional, con una especialidad en niños con síndrome de Down. Ella llegó a Guatemala cinco meses antes que él. “Vine a este país con mis sueños y todo lo que tenía en dos maletas. Tengo casa propia en Venezuela pero para comprar mi pasaje vendí todo el menaje de la casa”. ¿La dejaste alquilada?, pregunté. “Es complejo alquilar, porque si la alquilo es muy posible que el inquilino al poco tiempo se queje de que no tiene dónde vivir y lo más seguro es que el Gobierno lo ampare y luego no hay poder humano que lo saque de ella. Y con eso de la Constituyente de Maduro, ¡habrá más cambios! Por ejemplo, si el Gobierno llega a confirmar que te encuentras en otro país y que tienes un empleo, lo más seguro es que te expropien la casa. Si la encuentran vacía también te la quitarán. En mi caso, unos familiares se quedaron viviendo en ella. No quise venderla. Uno siempre quiere tener una raíz en su país”.

Para Rafael ha sido extraño el ideal del sueño americano que existe en la sociedad guatemalteca. Comenta: “En Venezuela no nos educaron para salir de nuestro país para hacer tu vida. Salir para estudiar o sacar una maestría sí, pero siempre pensabas en regresar. Porque, ¿por qué irse a dar las ideas a otras naciones cuando puedes hacerlo mejor en tu tierra? Ustedes en Guatemala tienen todo el potencial para lograr lo que se propongan. Aquí sí existe la oportunidad. Claro, como todo, exige esfuerzo. ¿Por qué no fomentar lo guatemalteco? Yo estoy muy agradecido con Guatemala. Aquí salir adelante es posible”. ¿Cómo ves tu futuro? “En el corto tiempo que hemos estado aquí con mi esposa ya nos hemos estabilizado. Ya vivimos en un apartamento más grande y ayudamos económicamente a nuestros padres que permanecen en Venezuela. No sé si volveré a mi país a disfrutar de sus playas y montañas, como dice la canción, (sonríe) pero tengo la convicción de que mis hijos o mis nietos sí volverán”.

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