SI ME PERMITE

La conducta nuestra debe ser de celebración

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“De altar se debe tomar la patria para ofrendarle nuestra vida; no de pedestal para levantarnos sobre ella.” José Martí

Cada año, cuando estamos celebrando el Día de la Independencia, no hacemos más que recordar y honrar a aquellos que un día tuvieron el carácter y la determinación de tomar una postura para bien de todos, la cual posiblemente muchos no estaban dispuestos a tomar y no querían arriesgar.

No hay ninguna duda de que aquellos hombres valientes tuvieron en su derredor a quienes les aconsejaron que mejor no hicieran nada o bien que evitaran problemas, que de nada les ayudaría, pero por encima de esas actitudes aquellos siguieron adelante y hoy tenemos el enorme honor de tener un país libre y soberano.

El hecho fundamental no es simplemente el tenerlo, sino el saber mejorarlo, no tanto con simples ideas, sino con nuestro modo de ser y también con lo que estamos haciendo.

No están demás los buenos discursos que algunos expertos saben presentar y las celebraciones que muchos saben organizar. Además de los que adornan nuestra vida de ciudadanos, pero si solo eso tenemos, a la verdad no es mucho.

Esto implica que habrá que esperar hasta el próximo año para volver a la algarabía feliz de nuestro patriotismo, que sin duda puede llegar a ser una rutina, la cual termina perdiendo brillo y sentido.

Verdaderamente debemos reflexionar en nuestra conducta, tanto a nivel individual como colectiva. En nuestro quehacer diario como parte de esta nuestra sociedad libre y soberana que necesita de hijos que sepan marchar con la cara en alto pero también cumplir con sus deberes diarios, para que la grandeza de la patria no sea expresada únicamente con frases tan bonitas, sino más bien, por lo que somos y hacemos.

En conjunto seamos como una gran orquesta, que en armonía y majestuosidad pueda proyectar el verdadero significado de patria.

Es común en estos días observar niños bien vestidos y arreglados, marchando con los símbolos patrios, y los padres acompañándolos, orgullosos de ellos por toda esa celebración. La pregunta fundamental es qué ven en los adultos en su modo de ser en el diario vivir, si pueden asociar algo que sea la contraparte de todo el esfuerzo de esos infantes.

Esto es semejante a la realidad de aquellos que tiran la casa por la borda para celebrar un año más del ser querido que vive con ellos, pero terminado eso lo que queda es esperar hasta el otro año para repetir los saludos, abrazos, comida, pero en el intermedio la indiferencia y el olvido son parte de la vida. Es triste, pero así se vive.

Que todo el año pongamos en alto nuestra patria, no solo hablando bien de ella, sino haciendo nuestra parte para que sea la mejor y que cuando llegue el día de la festividad sea una simple culminación para iniciar otro ciclo mejorado y embellecido.

Este proyecto, claro, no es cuestión de instituciones ni de organizaciones, es solamente de individuos motivados por sus padres y aprendido por los que les rodean, para que el civismo y patriotismo sean del diario vivir.

Somos todos testigos de que este estilo de vida no solamente es contagioso, sino también es un modo que crea una sana competencia para ser mejores y poder así destacar.

Entonces sí vale la pena todo el esfuerzo de la celebración, tanto desde lo que es en lo individual como en lo colectivo.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.