El país de la eterna campaña política

Ha sido tan lamentable el espec-táculo, que muchas de las agrupaciones políticas ya han sido multadas por el TSE por violar precisamente las normas, con lo que se ratifica que Guatemala es uno de esos países donde las campañas políticas son permanentes, pese a que su mantenimiento implica millonarias inversiones, toda una confluencia de irresponsabilidades que empieza con los principales aspirantes, que no parecen encajar en los parámetros de una mínima ética de respeto a las instituciones y a la misma población.

Pero por el otro lado también cabe mencionar la tibieza con la que han actuado las actuales autoridades del ente que rige los procesos electorales, porque han sido exageradamente permisivas, lo cual han aprovechado los eternos candidatos, como ya ocurrió en el anterior proceso electoral, cuando el hoy partido oficial fue uno de los que más burlaron el mandato legal, y que de hecho fue el principal origen de críticas para quienes recién habían asumido las riendas del TSE.

Hoy, una vez más, es evidente la febril actividad de quienes buscan un puesto de elección popular, y de ello dan fe, tristemente, piedras, árboles y vallas en las carreteras, en las que una campaña solapada pretende hacerle creer a la población que las agrupaciones partidarias se encuentran en tareas de proselitismo, cuando muchos candidatos se hacen acompañar en fotografías gigantes de aquellos que aspiran a dirigir un municipio, ocupar una curul o simplemente como grandes impulsores de quienes buscan la más alta magistratura.

Vale la pena destacar que entre quienes ya tomaron la delantera no solo se percibe una ausencia de conciencia sobre el irrespeto a las normativas, sino que a ello se suma la poca claridad que aparentan tener sobre su propio potencial, y quizá por eso es que muchos parecen estar convencidos de que la clave está en madrugar y hacer la mayor cantidad de bulla, aunque en las preferencias de la población ocupen una nebulosa posición que difícilmente cambie, a pesar de los millones que se gasten en promover sus figuras.

A los ansiosos aspirantes a la primera magistratura del país se suman los candidatos oportunistas, que principalmente se ubican en el Congreso de la República, y que llevan la campaña a su modo, la cual se caracteriza por el repudiable y constante transfuguismo, que se acentúa con cada evento electoral, donde no importa la ideología ni las convicciones políticas, pues solo se busca asegurar posiciones de privilegio que garanticen un nuevo período de vida cómoda y repleta de privilegios, sin reparar en que el modelo continúa deslizándose por la ruta del deterioro.