EDITORIAL

Un nuevo capítulo del caso la Línea

De manera sorpresiva para la mayoría de guatemaltecos, se entregó el lunes a las autoridades Juan Carlos Monzón Rojas, ex secretario privado de Roxana Baldetti Elías cuando era vicepresidenta de la República, y también el hombre más buscado, con orden de captura internacional. Esto abrió un nuevo capítulo del escandaloso caso conocido como la Línea, en el cual, entre los principales acusados, se encuentra esa exfuncionaria y el expresidente Otto Pérez Molina.

Por la forma serena con que el acusado se mantuvo durante su presentación ante el juez de Alto Riesgo Miguel Ángel Gálvez es posible deducir que esa entrega se efectuó luego de algún tipo de negociación. Las primeras declaraciones se convirtieron en un complemento de lo expuesto por Salvador Estuardo González, conocido como Eco, y es un hecho que las circunstancias son cada vez más comprometedoras para quienes integraron el binomio del Organismo Ejecutivo y que debieron renunciar de sus cargos, en un caso sin precedentes en la historia nacional, el cual comenzó con las manifestaciones populares en rechazo abierto a la corrupción.

El juez decidió ligar a proceso a Monzón Rojas y le fijó como fecha de su presentación ante la justicia el 8 de enero del año entrante; es decir, dentro de 93 días, y lo envió a la cárcel conocida popularmente como Pavoncito, en Fraijanes, casi tres semanas después de que el exgobernante Pérez Molina debe presentarse a una audiencia similar. Aunque es muy temprano para llegar a una conclusión valedera, es evidente que se trata de alguien con información fundamental para el desarrollo de un juicio que puede tomar varios meses adicionales.

Existe un factor que tiene gran importancia, y es la solicitud de Monzón Rojas de tener vigilancia especial para evitar que su vida corra peligro, lo cual justificó al señalar que quienes le daban las órdenes de actuar todavía tienen mucho poder, en una frase que con claridad se refería a estas personas. Por aparte, despertó el interés en sus futuras declaraciones al indicar que Eco había dicho parte de la verdad, la que conocía, pero que él tiene conocimiento del resto de lo ocurrido.

El caso de Monzón Rojas trae a cuenta la situación de inseguridad que se vive en los centros carcelarios del país. Hace pocos días, dos grupos de pandilleros se enfrentaron a tiros en la carceleta de la Torre de Tribunales, lo que demuestra que se justifica cualquier temor por la seguridad personal de quienes han sido detenidos por cualquier causa. Las 14 semanas que este testigo fundamental pasará en Pavoncito se convertirán en un problema para las autoridades encargadas de su protección en esa prisión. Las razones son muy válidas: se trata de una persona que encaja en el alto riesgo.

El caso la Línea, como todos los que tienen gran importancia por quienes están implicados o por las consecuencias, pone a prueba al sistema de justicia del país. Monzón Rojas ya admitió haber participado, pero falta una multitud de posibilidades legales a disposición de su abogado. La decisión de entregarse parece confirmar que en la actualidad es imposible permanecer eternamente escondido, y que ese costo de la corrupción se convierte en un motivo para no cometerla.

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