EDITORIAL

Ven la tormenta y no se persignan

La alianza de los partidos Patriota (PP) y Libertad Democrática Renovada (Líder), que tantas infamias ha cometido en el actual periodo legislativo, dio nuevamente las espaldas ayer a los guatemaltecos que claman por transparencia y justicia, al bloquear las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos y la decisión sobre el antejuicio enderezado contra el presidente de la República, Otto Pérez Molina.

Aunque se trata de una medida política torpe, no extraña en esas dos fuerzas políticas, por su conocida postura de descalificar tanto las crecientes exigencias de la sociedad porque cesen la corrupción, los privilegios y el tráfico de influencias en el estamento público, como por entorpecer y desacreditar las actuaciones de las instancias dedicadas a la persecución del delito en hechos puntuales atinentes a aquellos ámbitos de los ilícitos penales.

Es obvio que el partido oficial tiene claro que se encuentra al borde de la sepultura que cavaron sus propios conmilitones, por los excesos en que cayeron como funcionarios del Estado, y que su participación en estas elecciones se limita a un penoso circo donde caerá el telón de una comedia trágica de su mal gobierno. Consecuentemente, no tiene nada que perder con actuaciones bochornosas, como la de ayer, porque apenas le restan 33 días para que los ciudadanos firmen en las urnas su acta de defunción y le coloquen su epitafio.

Pero el caso de Líder es distinto: pese a que su presidenciable, Manuel Baldizón, no sube en las encuestas, aún abriga la esperanza de hacer gobierno, y actuaciones como estas van en sentido contrario de toda lógica para ganar el favor de los ciudadanos, a quienes debe convencer de la sinceridad de sus propuestas para transparentar el Estado.

Esta nueva discordancia de Líder no es, empero, extraña en la conducta de su presidenciable, porque a lo largo de su vida política ha dado suficientes muestras de su inclinación a retorcer hechos y circunstancias y apelar a falacias, aunque en la óptica de los guatemaltecos haya claridad de que miente o exagera de manera contumaz.

Cuando Líder respalda a los patriotistas en defensa del mandatario, lo hace para corresponder a los favores recibidos de su alianza, y para evitar un precedente que en el futuro eventualmente pueda alcanzar al propio Baldizón, y cuando se opone abiertamente a las reformas electorales busca frustrar el empoderamiento de la autoridad electoral para frenar los abusos de los políticos.

A los lideristas les interesa una autoridad electoral débil, porque es el partido de la historia reciente que mayores abusos suma en financiamiento electoral desbordado y de origen sospechoso, en la postulación de personas con antecedentes oscuros, en el tráfico de influencias de todo tipo, en la manipulación empresarial con fines espurios y en la cooptación de medios de comunicación social carentes de principios.

El liderismo sigue subestimando el raciocinio de los electores, y está confiado en que su copiosa propaganda, sumada a su capacidad económica para movilizar sufragantes y comprar votos, será más poderosa que la dignidad y la inteligencia de los votantes. El 6 de septiembre se sabrá si logró su objetivo.

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