Escenario

Apasionados por las letras celebran el Día Mundial de la poesía

Cada 21 de marzo se celebra en el mundo el Día mundial de la poesía. Esta decisión se adoptó en la 30 reunión de la Unesco que se celebró en  París en 1999.

De acuerdo la Unesco, el principal objetivo de esta conmemoración es sostener la diversidad de los idiomas a través de la expresión poética y dar a los que están amenazados la posibilidad de expresarse en sus comunidades respectivas.

Para este día se pretende “rendir homenaje a aquellas y aquellos para quienes la palabra libre, fuente de imaginación y de actuación, es el único instrumento. La UNESCO reconoce el valor de la poesía como símbolo de la creatividad de la mente humana. Al dar forma y palabras a lo que todavía no tiene ni una cosa ni la otra (la belleza inexplicable que nos rodea, los enormes sufrimientos y la miseria del mundo), la poesía contribuye a la expansión de nuestra humanidad común, y ayuda a hacerla más fuerte, más solidaria y más consciente de ella misma”, dijo  Irina Bokova, Directora General de la Unesco.

En Europa  esta celebración se le llama Primavera de los Poetas y en Colombia la Común Presencia de los Poetas, por ser instituido por la Fundación que lleva el mismo nombre, la cual trabaja desde hace dos décadas en la promoción del universo poético en Hispanoamérica.

Poemas guatemaltecos

A continuación para celebrar el Día de la poesía, presentamos una selección de los poemas de algunos Premios Nacionales de Literatura guatemaltecos.

Oigo el rumor de los cipreses en las noches de luna

y pienso en las mil y una lunas adorables
que todos hemos tenido alguna vez en nuestras vidas,
distingo las voces quedas de la melancolía
y los murmullos con que la nostalgia me frecuenta.
Voces palpables, voces inefables, voces adorables
de la añoranza por lo que se fue o no fue y sigue siendo;
los murmullos que en mi oído suspiran vivencias agotadas
vasos donde conservo risas y sonrisas, ternuras y ademanes.
Oigo los forcejeos del viento con las viejas cortezas
de los árboles donde grabé los nombres de mis novias
enlazados al mío en medio de ígneos corazones,
vano intento de ciclones que terminan por arrancar de cuajo
aquellos esbeltos y altivos troncos de mi adolescencia.
Oigo el rumor de las olas de ya lejanas playas
y en mi mente aparecen manos que junto con las mías
tratan de atrapar al crepúsculo para ungir con sus aceites
la piel de nuestros cuerpos jadeantes y lascivos.
Cipreses y murmullos, cortezas y crepúsculos
(no es por nada) pero a mí me hacen siempre los mandados.

Otto-Raúl González

Bolívar y su vuelo

El hombre vive lleno de fiestas obligadas,
no ha faltado quien bese pies ajenos,
rito y mito de once mil banderas,
pero entre tantos sucios quedan limpios
para leer de nuevo la pauta de Bolívar,
cumbre de calcio fecundo,
altura de corazón inigualada.

Bolívar es el lúcido alfarero
que así cultiva lirios como trabajadores;
de entraña matinal, su esperanza es constante;
es un reloj despertador de fábricas y campos,
de músculos y mentes,
angélica fanfarria de luz en cada día.

Del sol convertido en niño
pasó a ser un relámpago benigno,
lucha, flor y canción del suelo americano.

Bolívar es en sí un gran pueblo
de infancia valiente,
razón de toda patria en perenne mañana,
consuelo del norte y consuelo del sur,
fulgor sin poniente hacia el bien orientado.
Recordarlo no es cuestión de besar la bandera,
no es cuestión de licor ni desfiles,
pero sí de tomarnos las manos,
de vestir las mujeres sus blusas rosadas,
de que el niño agite los verdes pañuelos
bordados por manos abuelas.

Es cuestión de empuñar el celeste estandarte
del alba y empuñar un fusil o un lirio,
un lirio mejor que una espada maligna.
Pero nunca matarse entre hermanos,
que solamente se trata de no ser esclavos
del miedo, de la falta de pan y de libros
Bolívar está vivo y sufre
de vernos tan niños y mal aplicados.

Enrique Juárez Toledo

El gato negro

Ónix y jade.
Lagunas verdes
que fosforecen
en la sombra
del ébano arqueado.
Reposo de terciopelo.
Garra afilada
bajo la nocturna seda.
Elástico resorte
presto para el salto,
desde el perezoso desmayo
de la siesta ronroneante.

Igual que el gato
enroscado
en el sofá de raso
de la alcoba;
en silencio,
ovillado
sobre el tibio cojín
de mi carne,
inesperadamente,
ágil brinca
el deseo,
cuando más dormido parece.

Luz Méndez de la Vega

El niño

A pedazos van cayendo
los terrones angustiados
del tiempo.

Afuera: el niño.
El pantalón roto
y el verdor pestilente.

Pájaros negros
-despiadados-
siguen su vuelo.

Él está solo
sin un ángel y sin un sueño.
Impasible. Inmóvil.
Sus ojos en la lejanía
miden su hambre.

A lo lejos: esplendor
cohetes a la luna
astronautas.
Siglo veinte.

Pero él
-solo-
Con el tiempo
a sus pies
cual perro dormido.

Margarita Carrera

Tu nombre, patria

Una gota de miel que se desliza
en dirección al pecho,
en las primeras horas del día,
iluminada con ganas
por el sol;
gota tibia y espesa
de poder curativo insospechado.
Gota inquieta, florida,
permanente,
auténtica, fiel

y memoriosa.
Gota en el aire
y en los labios gota
es tu nombre,
Guatemala.

Francisco Morales Santos

Mujer que duerme

La mujer ve la luna cruzar por el rectángulo
y abraza al perro antes de abrirse al sueño.
Luna sobre la piel
piel de sirena
Sueños desportillados
amaneceres blancos
Se estira, lee lo que escriben sus amigos
los ama tanto
los ama a todos
El penacho del volcán le avisa
que hay viento norte
A los cincuenta y tantos, dueña de una ventana
de diez metros
de largo
su vientre está dormido
Las sábanas son frescas
La ciudad gime
La mujer sueña

Ana María Rodas

ESCRITO POR: