Moda y Estilo

La minifalda sigue siendo clave en el guardarropa femenino

En los años 60s esta prenda dejó al descubierto rodillas y muslos de las chicas como símbolo de emancipación femenina.

PARÍS– “¡Qué horror dejar ver las rodillas!” Estas palabras, pronunciadas en 1969, son de Coco Chanel. Aquella que había sacudido la moda entre las dos guerras mundiales y liberado la silueta femenina quedó superada por el fenómeno de la minifalda. “He luchado contra esas faldas cortas. Me parecen indecentes”, proclamaba la legendaria diseñadora.

“¡Debe retorcerse en su tumba!”. comenta el historiador de la moda Laurent Cotta. Karl Lagerfeld, director artístico de Chanel desde 1983, es un experto en minifaldas y ha adoptado esta prenda para rejuvenecer el famoso traje sastre de la marca.

La mini llegó a principios de los años 60. “Estamos hablando de 1962”, precisa Laurent Cotta. “Fue una revolución. Pero no fue una creación salida de la nada, la tendencia ya existía”, agrega el historiador.

La británica Mary Quant pasó a la Historia como la inventora de la minifalda, aunque algunos también mencionan el nombre del francés André Courrges.

“Podrían haberla lanzado al mismo tiempo. Estaba en el aire”, destaca Cotta, al evocar el clima de emancipación de la mujer que imperaba a principios de los 60, con la llegada de los anticonceptivos, aunque en Francia no se legalizaron hasta 1967.

La minifalda, era una forma de rebelarse, de reivindicar una sensualidad, un acceso a la sexualidad. Al ponérsela, estaban seguras de disgustar a sus padres”, explica Cotta.

En la misma época, dentro de la misma corriente aparecía el pantalón femenino, no sólo en el campo o para hacer deporte sino también en la ciudad, todos los días.

El fenómeno de la minifalda, que cae no más abajo de la mitad del muslo, comenzó en Londres y París. Luego de Courrges, la adoptan Yves Saint-Laurent y Pierre Cardin, que osa incluso la microfalda ¡Aún más corta!

A partir de 1965, se vieron cada vez más minifaldas por las calles. En Holanda, considerada como demasiado provocadora, se prohibió durante varios meses. Y estuvo omnipresente en la rebelión de mayo de 1968 que se extendió por el mundo, junto con la prenda emblemática.

El fenómeno trascendió rápidamente las fronteras europeas. Cuando la minifalda de Mary Quant llegó a Estados Unidos a principios de los 1960, “existía un mercado dispuesto a recibirla”, destaca Hazel Clark, profesor de moda en la universidad Parsons de Nueva York.

La invasión cultural británica pop, de los Beatles al Swinging London, fascinó a los jóvenes norteamericanos hombres y mujeres sedientas de libertad, en busca de una elegancia menos estricta y más osada. Minetras tanto el ruedo o dobladillo de la falda seguía subiendo cada vez más por encima de las rodillas.

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