La falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula organización del tiempo, de planeación en las actividades y, por supuesto, de una agenda.
Para ser puntual, hay que ser conscientes de que toda persona, evento, reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia.
Para corregir la impuntualidad, es de gran utilidad programar la alarma del reloj o de la computadora, pedirle a un familiar o compañero que recuerde la hora (algunas veces para no ser molesto y dependiente), para poner un remedio inmediato.
La cuestión no es decir “quiero ser puntual desde mañana”, lo cual sería retrasar una vez más algo, es hoy, en este momento y poniendo los medios que hagan falta para lograrlo: agenda, recordatorios, alarmas.
Para crecer y hacer más firme este valor en la vida, existen algunas sugerencias:
Examinarse y descubrir las causas de la impuntualidad: pereza, desorden, irresponsabilidad, olvido, entre otras.
Establecer un medio adecuado para solucionar la causa principal del problema: reducir distracciones y descansos a lo largo del día; levantarse más temprano para terminar el arreglo personal a tiempo; colocar el despertador más lejos, por ejemplo.
Aunque sea algo tedioso, elaborar por escrito el horario y plan de actividades del día siguiente. Si se tiene muchos pendientes, hacerlo para toda la semana. En lo sucesivo será más fácil incluir otros eventos y calcular mejor las posibilidades de cumplir con todo. Recordar que con voluntad y sacrificio, se puede lograr.
Implementar un sistema de “alarmas” que ayuden a tener noción del tiempo (no necesariamente sonoras) y cambiarlas con regularidad para que acostumbrarse: usar el reloj en la otra mano; pedirde acompañar al compañero que entra y sale a tiempo; utiliza post-it…