Ciudades

El bullicio del mercado no impide educación de niños trabajadores

A pesar de sus labores en ventas <span style="font-size: 12px;">de fruta, verdura, comida, ropa, tortillerías y en depósitos de diversos productos, 250 niños no desmayan y en diferentes horarios continúan sus estudios de educación primaria en cinco grandes mercados de la capital y la provincia.</span>

A pesar de sus labores en los mercados y sus alrededores los niños no dejan de asistir a sus clases.(Foto Prensa Libre:Carlos Ovalle)

A pesar de sus labores en los mercados y sus alrededores los niños no dejan de asistir a sus clases.(Foto Prensa Libre:Carlos Ovalle)

Desde hace 20 años, el Programa Educativo del Niño, Niña y Adolescente Trabajador (Pennat) imparte clases a niños y adolescentes que por su edad y por sus responsabilidades laborales para ayudar a su familia no pueden continuar sus estudios en un establecimiento formal.

Las escuelas de Pennat se han habilitado en los mercados: Central, en la zona 1; San Martín, zona 6; La Terminal,  zona 4; Guarda, zona 11, y San Pedro Sacatepéquez.

No es tarde

La mayoría de niños que asisten a las escuelas Pennat supera los 7 años, por lo que son incluidos en un programa de primaria acelerada que contiene tres etapas, cada una con una duración de un año. En la primera reciben una inducción y el primer grado; en la siguiente cursan segundo, tercero y cuarto grados, y en la tercera etapa, quinto y sexto. 

Los asistentes participan en diferentes horarios, según  sus responsabilidades. En algunos casos se han recibido jóvenes de 18 años, a quienes incluso se les debe enseñar a leer y escribir.

Maestros de vida

“Admiro a estos niños, son los mejores  maestros de la vida porque dejan una enseñanza, son muy sabios en lo que dicen, porque la vida les ha enseñado muchas cosas, a pesar de su corta edad”, refiere Yeny Chocochic, una de las maestras del programa.

Durante los tres años que reciben educación primaria, los menores también reciben cursos de locución, serigrafía, diseño gráfico y economía solidaria.

En locución se les enseña a expresarse ante los demás y a utilizar programas digitales para editar audios. Además, elaboran sus propios anuncios publicitarios, que se difunden en las frecuencias de los mercados donde funciona el programa para motivar a  otros niños a que se incorporen y sigan sus estudios.

 En diseño gráfico se les instruye en  cómo concretar sus ideas en un diseño y plasmarlo en una playera, para eso utilizan las principales herramientas de serigrafía.

“En economía solidaria se les enseña el valor del ahorro, como hacer un presupuesto, debido a que todos tienen noción de lo que es el trabajo y comercio, pero lo más importante es que se les enseña que no todo se trata de hacer dinero, sino también ayudar a los demás”, refiere Chocochic.

Siguen adelante

En la escuela de La Terminal contaban con un laboratorio de computación, pero fue consumido por las llamas durante un incendio.

A pesar de contar con un módulo menos para tener otros conocimientos, los directivos de Pennat reúnen fondos con la esperanza de volver a instalar el laboratorio para los estudiantes.
Entre quienes reciben clases en el mercado La Terminal se encuentra Jackeline, de 13 años. Ella acude a las 10 horas y después del medio día continúa sus labores en una feria, donde vende churros y bolsas con manías. 

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