Quetzaltenango

Coronavirus en Guatemala: madre soltera vive en un bus con sus dos hijos menores de edad

Desde hace tres meses un bus abandonado se convirtió en el hogar de una familia de Quetzaltenango.

María Teresa y su hija de 6 años frente a un bus abandonado que se ha convertido en su hogar.  (Foto Prensa Libre: María Longo)

María Teresa y su hija de 6 años frente a un bus abandonado que se ha convertido en su hogar. (Foto Prensa Libre: María Longo)

A un costado del campo de futbol de Santa Rita, La Esperanza, Quetzaltenango, en un área boscosa hay un autobús amarillo con el mensaje: “Guíame Señor”. Ese es el hogar de María Teresa Sontay Chan y sus hijos de seis y 12 años.

Desde enero pasado la madre y sus hijos transformaron la carrocería del colectivo en su vivienda; “mi hogar es sencillo”, relata la madre quien ahora es la “guardiana” de un terreno donde yacen los restos del bus.

De 7 a 17 horas María Teresa trabajaba en oficios domésticos, salía de su hogar a las 6.30 horas y retornaba a las 18, ganaba Q900 y pagaba Q750 por la renta de la casa en la que vivían, además “dejaba a mis hijos recomendados”.

La madre se angustiaba todos los días porque no sabía cómo estaban sus hijos.

El dinero no era suficiente; su mayor inconveniente fue el alquiler.

A pesar de la situación difícil que enfrenta la familia, María Teresa está agradecida con Dios de poder estar con sus hijos. (Foto Prensa Libre: María Longo)

El dueño del terreno ofreció a Chan que podía vivir ahí sin pagar renta y a cambio cuidar el lugar. La madre cansada de no poder cuidar a sus hijos, aceptó.

La familia se mudó a vivir en el bus que acondicionó como su nuevo hogar donde llevaron una mesa, una estufa y una cama; para bañarse acuden a veces a la casa del dueño de la propiedad.

“Puro plan de Dios que ha esta persona la encontré y le conté mi situación, él me propuso, si pasas mucha pena te puedo ayudar en una pequeña cantidad, me alegré porque es una ayuda no pagar casa y no tener pena por mis hijitos, ahora no los dejó solos. Me cuesta con la comida”, expresó Chan.

El hijo de 12 años trabaja y ayuda con los gastos del hogar porque su madre no tiene un ingreso económico. “Él no quiere estudiar, no le gusta, yo le pido por favor, hasta lo castigué, pero no quiere estudiar”, mencionó.

A pesar de las necesidades que la madre y sus hijos enfrentan, ella agradece a Dios, “no tener que pagar una renta” y poder estar con sus hijos, principalmente con su hija Lucero, de seis años, quien estudia párvulos y sueña con ser médico.

La niña tiene tres perros, pantera, canelo y simba, además de una gata llamada leoparda y un par de gallinas. Mientras Prensa Libre y Guatevisión platican con la madre, la niña ofrece compartir un pan y unas paletas que le obsequiaron.

Chan tiene dos hijos más que son mayores de edad, pero no viven con ella.

María Teresa Chan y sus hijos agradecen a las personas que los ayudan y les donan víveres. (Foto Prensa Libre: María Longo)

La madre es originaria de Totonicapán y es analfabeta, tiene un celular que lo usa pocas veces, en el bus la familia tiene una lámpara recargable.

“Mi anhelo para mis hijos es que no sufran todo lo que yo sufrí, quiero que sean profesionales, con mis primeros tres hijos la situación fue muy difícil, pero con mi hija más pequeña tengo la esperanza de que sea una profesional”, expresó Chan.

Las personas que deseen contactar a María Teresa Chan pueden hacerlo al número 4291 7565 o visitarla en Santa Rita, La Esperanza.

La historia de esta familia se conoció a través las redes sociales de las primas Lizetth Gonón y Karla Ajín. Las jóvenes practican atletismo por las mañanas de este municipio y un día descubrieron el hogar de la familia y decidieron llevarles víveres.

Gonón pide a las personas que ayuden y al Gobierno que casos como el de María Teresa Chan sean parte de los programas sociales y de ayuda porque considera que “lo necesitan”.

El autobús se encuentra en un terreno ubicado cerca del campo de futbol de Santa Rita, La Esperanza, Quetzaltenango, ubicado a 40 minutos del Centro Histórico de Xela. (Foto Prensa Libre: María Longo)