Disputó cuatro, siendo subcampeona en 2007, y obtuvo dos medallas de plata, que le dejaron un sabor amargo, en los Juegos Olímpicos de Atenas-2004 y Pekín-2008.
Pero para este Mundial-2019 en Francia, no se hace ilusiones. “Es difícil pensar en el título, y en este momento, la situación de Seleçao dista mucho de ser ideal, es incluso la peor desde que la integro”, dijo Marta al periódico sueco Expressen.
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En efecto, las brasileñas han sufrido nueve derrotas en igual cantidad de amistosos de preparación para Francia-2019, al que llegan con una mezcla de jóvenes y algunas experimentadas, como Marta, Cristiane o Formiga, que a sus 41 años jugará su séptimo Mundial, un récord.
Otro problema importante: Marta no estará disponible para el debut de la ‘Canarinha’ en la Copa del Mundo contra Jamaica.
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“La condición de Marta ha mejorado mucho más rápido de lo que esperábamos. Fue una lesión problemática. Pero la verdad es que no puede jugar mañana”, dijo este sábado el seleccionador brasileño, Oswaldo Álvarez ‘Vadao’, en referencia a los problemas en el muslo izquierdo de la delantera.
Juega como Messi
Si la reina del fútbol brasileño no fue campeona del mundo como su contraparte masculina, Pelé, que fue tricampeón mundial, ganó más premios individuales que nadie, hombres y mujeres por igual.
Fue elegida por sexta vez como la mejor jugadora del mundo en septiembre, quedando por encima en el podio de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, ganadores de cinco trofeos cada uno.
Marta tiene mucho en común con Messi: su baja estatura (ella mide 1,62 m), la genialidad con la pelota al pie y tener que arrastrar como una losa la falta de un título importante con su país (Messi, como Marta, perdió una final mundialista contra Alemania en 2014).
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“¿Messi no entró en la historia del fútbol? ¿Es porque no ganamos que no entramos en la historia?”, cuestionó la brasileña en una conferencia de prensa en enero.
Pero el principal logro de Marta es haber salido de la miseria después de una infancia difícil en Alagoas, uno de los estados más pobres del nordeste de Brasil.
Embajadora de la ONU para la igualdad de género, es una inspiración para muchas mujeres brasileñas que aman jugar al fútbol pero que a menudo son estigmatizadas en un país muy machista.
Torneos con hombres
Marta Vieira da Silva ha pasado su vida corriendo. Para evitar el calor de Dois Riachos, el pueblo humilde donde nació, se escapaba al amanecer para jugar a la pelota.
Sus padres se separaron cuando ella tenía menos de un año y su madre se quedó sola con cuatro hijos. No pudo ir a la escuela hasta que cumplió nueve años porque no tenía dinero para comprar útiles escolares.
Camuflada entre los niños, participaba en torneos masculinos hasta que un entrenador la descubrió. Los niños amenazaron con romperle una pierna, frustrados por ser regateados por una niña.
Fue entonces cuando un representante local la llevó a Río de Janeiro. Tenía en ese momento 14 años y fue cuando se subió al autobús que su madre tomó en serio su pasión desbordada por el fútbol.
Después de tres días de viaje, fue reclutada por el Vasco Da Gama durante su primera prueba. Su inmenso talento captó rápidamente la atención de los especialistas y jugó su primer Mundial en 2003, a los 17 años, como Pelé.
Al año siguiente, Marta aterrizó en Umea, en el norte de Suecia, en un poderoso equipo femenino que algunos meses después se coronó campeón de Europa.
La brasileña continuó su carrera entre Suecia y los Estados Unidos (ahora juega en Orlando Pride), con algunos momentos en el Santos, el club de Pelé.
Pero fue con la camiseta auriverde de la Seleçao que la número 10 logró su proeza, con 117 goles. Más que Pelé, que ‘solo’ anotó 95.
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