Fútbol Internacional

Megan Rapinoe, una estrella que trascendió al futbol femenino

Fuerte de cabeza y pies ágiles, la estadounidense Megan Rapinoe, ganadora del Balón de Oro femenino, cinco meses después de haber sido elegida la mejor futbolista y goleadora del Mundial-2019, es una activista comprometida totalmente dentro y fuera del terreno.

Megan Rapinoe no estuvo presente en la gala en París. (Foto Prensa Libre: AFP)

Megan Rapinoe no estuvo presente en la gala en París. (Foto Prensa Libre: AFP)

En el verano europeo, con sus hazañas en el césped francés y su corte de pelo de color lavanda copiado de la actriz Tilda Swinton, a la que adora, Rapinoe se convirtió en la estrella del fútbol femenino a los 34 años, suscitando un entusiasmo mediático sin precedentes para una jugadora.

Con una personalidad arrolladora, que ha superado rápidamente el marco futbolístico, Rapinoe es una figura feminista, que marcha en primera línea de la lucha por los derechos de las personas LGBT y la igualdad entre hombres y mujeres, y convertida en un ícono de la oposición al presidente norteamericano Donald Trump.

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Una personalidad a la que sin duda el DJ Martin Solveig no le preguntaría si sabe hacer “twerking” (perreo en Latinoamérica), como hizo torpemente el año pasado a la noruega Ada Hergerberg, ganadora del primer Balón de Oro femenino de la historia.

Para Rapinoe, el Mundial fue un espacio de expresión ideal. “Sería irresponsable no utilizar esta plataforma internacional para intentar hacer que las cosas cambien”, justificaba a los medios de comunicación, sin perder la oportunidad de cuestionar al presidente de su país.

 

Luchadora, talentosa, decisiva

Con el apoyo de sus compañeras, la co-capitana de la selección advirtió que, en caso de coronación, no irían a la “p… Casa Blanca”. “Nadie en nuestro equipo, que ha luchado por la igualdad y la inclusión, quiere ser cooptada por un gobierno que no lucha por las mismas cosas”, argumentó.

A lo que Trump respondió en Twitter: “Megan nunca debe faltarle el respeto a nuestro país, la Casa Blanca o nuestra bandera, especialmente porque se ha hecho mucho por ella y por el equipo. Siéntete orgullosa de la bandera que llevas”.

En otro tuit, el mandatario estadounidense se mostró más molesto: “¡Megan debería GANAR antes de HABLAR! ¡Termina el trabajo!”.

Y eso fue lo que hizo Rapinoe en el terreno. Fue la estrella del seleccionado y una de las piezas para que el combinado de las barras y las estrellas alcanzara su cuarto título mundial, el segundo después de 2015.

De sus seis goles, Bota de Oro del Mundial, cinco fueron en partidos de eliminación directa.

Un doblete en octavos de final contra España (2-1), otro en cuartos contra Francia (2-1) y el que abrió el marcador ante Holanda (2-0) en la final. Difícil después de esto no elegir a esta luchadora, talentosa y decisiva, Balón de Oro del Mundial.

Ni siquiera tuvo que cumplir su compromiso, porque Trump finalmente renunció a invitar a las campeonas del mundo.

Rapinoe, que fue una de las primeras jugadoras conocidas en “salir del closet” en 2012, justo antes de ganar el oro olímpico en Londres, debe su vocación a su hermano mayor, Brian.

En nombre del hermano

Nacida el 5 de julio de 1985 en Redding, en el norte rural de California, Megan y su hermana gemela Rachael son las últimas de seis hermanos.

Frente a la casa, una iglesia y un campo de fútbol. Es sobre ese prado, a los tres años de edad, que Megan aprende a jugar con este hermano que ella “idolatraría”, del que hará suyo el número siete y el puesto de delantera.

“Quería hacer todo como él”, confiesa. Hasta que Brian fue arrestado a los 15 años por vender drogas en la escuela. Megan, “con el corazón roto”, sintió ira y pena. El fútbol se convirtió en su escape.

En los años siguientes, su hermano, que se había convertido en toxicómano, fue y regresó incesantemente a la cárcel mientras ella construía una carrera profesional, que la llevó a Lyon (2013-2014) y a su actual club Seattle Reign FC.

‘Pinoe’, con 158 partidos internacionales (50 goles), ha afirmado abiertamente que los problemas de Brian, del que sigue muy cercana a pesar de haber pasado 16 años tras las rejas, han despertado su conciencia.

La lucha contra la exclusión social, el racismo -fue la primera mujer deportista en unirse al movimiento de boicot al himno estadounidense lanzado en 2016 por Colin Kaepernick, para protestar contra la violencia policial dirigida contra los negros-, la discriminación de género, la desigualdad salarial entre jugadores y jugadoras, son peleas que libra tan intensamente como sus partidos.

Con la esperanza de convertirlas en otras victorias.

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