Economía

De campesinos a agroempresarios, el cambio que fortalece el campo colombiano

Cientos de campesinos colombianos se transformaron en agroempresarios con capacitaciones que, además de incrementar su productividad y facilitar su llegada a nuevos mercados, les permitió traer transformación a sus territorios con trabajo asociativo.

Cientos de campesinos colombianos se transformaron en agroempresarios. (Foto Prensa Libre: EFE)

Cientos de campesinos colombianos se transformaron en agroempresarios. (Foto Prensa Libre: EFE)

En el Alto Sinú las oportunidades no solo han llegado para los grandes productores de papaya, según comentó Carlos del Castillo, representante legal de la Cooperativa Agroindustrial de Frutas de Valencia (Coofruval), que agrupa a 17 agricultores.

“Hace dos años estábamos todos separados, pero nos unimos para hacer un producto mejor e inocuo para la gente”, dijo el agroempresario.

Del Castillo detalló que Interactuar, corporación de desarrollo social que apoya la creación de microempresas y el emprendimiento, llegó hasta el municipio de Valencia, en el departamento de Córdoba, con “soporte técnico, comercial, social”, lo que ha futuro les significó producir 45 toneladas mensuales de fruta.

Para Frank Ramos, miembro de Coofruval, las capacitaciones enseñaron a los campesinos un “nuevo camino” y a “visionar” de una forma distinta la producción y comercialización de papaya.

“Ha sido revolucionario porque estábamos acostumbrados a vender a pequeños intermediarios y eran pocas nuestras ganancias”, expresó el agricultor.

Con su participación en Expo Agrofuturo, feria del sector agropecuario que se llevó a cabo esta semana en Medellín, la asociación confirmó su evolución al lograr establecer contacto con seis posibles compradores, incluso “se abrió la puerta a la exportación”.

La directora de Inversionistas Sociales de Interactuar, Patricia Fuel, explicó que para un campesino que está en “proceso de evolución” para convertirse en agroempresario, este tipo de plataformas lo acercan al mercado y al conocimiento.

Detalló que con la formación que reciben de forma “práctica y muy clara”, las familias se transforman alrededor de su agroempresa y “empiezan a hablar en términos de costos, canales de comercialización, productividad, análisis de suelo”.

La representante Legal de la Asociación de Mujeres de Yarumal (Amy) y gerente de la Unidad Productiva Pulpas Amy Kit JugoTerapia, María Cecilia Bedoya. (Foto Prensa Libre: EFE)

Interactuar, de la mano de inversionistas sociales nacionales e internacionales, atiende entre 1 mil y 1 mil 500 empresarios por año en el campo colombiano, convencidos de que el desarrollo económico en el país parte de la ruralidad.

Además del proceso de fortalecimiento organizacional, comercial y productivo a los papayeros en Valencia, con el respaldo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y de la Fundación Fintrac Colombia, han impactado también a campesinos en el departamento de Antioquia.

Martín Areiza, de la Asociación de Productores Agropecuarios del Rosario (Agrorosario), pasó de operar en Yarumal un trapiche panelero de manera comunitaria a generar empleo y transformar el caserío Aguacatal, donde el conflicto armado dejó secuelas con el desplazamiento.

“Hemos propiciado el retorno de más de 60 familias”, contó el agroempresario, quien también destacó el crecimiento académico de miembros de la asociación.

“El administrador y el tesorero no sabían leer ni escribir, hoy calculan porcentajes, llevan registros y hacen proyecciones”, sostuvo.

El ahora agroempresario, que con su paso por Expo Agrofuturo tiene la expectativa de exportar a Alemania, precisó que con las asesorías de expertos surgió la idea para producir con “enfoque de mercado”.

Así pasaron de la panela tradicional a un producto pulverizado que ha tenido “buena acogida”, producido en una planta de procesamiento que opera con nueve personas, mientras que en los cultivos de caña trabajan unos 90 campesinos.

“Acá se hacía todo de una manera tradicional, pero había que avanzar, el mundo está cambiando”, dijo Areiza, quien subrayó que “se puede vivir del campo, pero hay que ser empresarios”.

En esa misma línea está María Bedoya, gerente de Pulpas Amy, empresa que trabaja con mujeres víctimas de la violencia bajo la guía de la Asociación de Mujeres de Yarumal (Amy).

“Nos juntamos mujeres que pasamos por el dolor de la guerra. Sin recursos, empezamos a transformar las frutas en pulpas”, relató Bedoya, que inició de forma empírica y hoy se presenta como agroempresaria.

Ahora no solo fabrican y venden pulpas sino que vincularon a los productores de fruta con la idea de “articular con los campesinos y crear verdaderos gerentes del campo”.

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