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AUDIO: “Convivimos en una sociedad obesogénica, que engorda a sus miembros”

La infraestructura de las sociedades que impide a las personas moverse para romper con el sedentarismo, el estrés diario, así como la falta de regulación en los países para promover una alimentación saludable, contribuyen a que haya más personas con sobrepeso y obesidad.

El sobrepeso y la obesidad impacta en los sistemas de salud de los países, pero también en la productividad. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

El sobrepeso y la obesidad impacta en los sistemas de salud de los países, pero también en la productividad. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Escuche la entrevista aquí:

Desde hace una década Marcelo Acsebrud ayuda a las personas a bajar de peso, un camino que él transitó mucho antes, pues logró quitarse 90 libras de encima y en la actualidad su experiencia la comparte con hispanohablantes desde Canadá hasta Chile, pero también con gente de Inglaterra, España, Israel e Italia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el sobrepeso y la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser dañina para la salud. Una condición que se ha triplicado entre la población mundial desde 1975. Se consideraba un problema de los países de ingresos altos, sin embargo, se ha extendido a los de ingresos bajos y medianos.

En el caso de Guatemala se calcula que siete de cada diez adultos sufren de sobrepeso u obesidad, mientras que entre los menores de cinco años afecta al 4.7%, y alcanza al 37.8 por ciento de los adolescentes. Las cifras no se detienen allí, van en aumento, y la situación tiene estrecha relación con la alimentación y el estilo de vida sedentario.

Un problema de salud que tiene varias aristas, y Acsebrud habla de ellas, pues la problemática impacta en los sistemas de salud y productivo de los países, y es necesario poner el tema sobre la mesa.

¿Por dónde empezar? ¿El sobrepeso y la obesidad tiene que ver con comer en exceso, con una adicción por la comida?

La adicción se va generando, primero porque vamos generando conductas adictivas, comenzamos a tomar el objeto de consumo, en este caso la comida. Comer por placer, calmar un momento de ansiedad o para agrandar un momento de alegría, entonces, tomamos la comida para cubrir estas circunstancias hasta que ya no podemos vivir sin dejar de consumirla.

Con el alcohol, por ejemplo, necesitas cada vez más cantidad para tener el mismo efecto que al principio y se genera dependencia. Con la comida es parecido, pero a diferencia del tratamiento de otras las adicciones -alcohol, cigarro, drogas -, donde la regla número uno es el cero consumo, con la comida es más desafiante, pues tenemos que seguir comiendo para vivir y eso plantea desafíos para el tratamiento y para el paciente.

Cómo hacer, entonces, para que esa alimentación esté en función de la nutrición sana y no generar este tipo de conductas de engordar y perder el control. Hay que reubicar la función del comer y que se pueda disfrutar, pero que el disfrute no se convierta en enfermedad.

¿Qué implicaciones tiene este problema en las sociedades?

Las Naciones Unidades decretaron hace más de una década que la obesidad alcanzaba niveles de pandemia, pero esta no viene sola.

De todas las patologías existentes, la obesidad es probablemente la más silenciosa y la peor de todas. Cualquier médico si su paciente tiene problema de peso, lo primero que le dirá para mejorar su salud es que cambie el estilo de vida y que pierda peso.

¿Esto por qué? porque la obesidad, la grasa, se mete en el cuerpo y en la psiquis. El paciente ha sido muy manipulado a lo largo de toda su vida, con infinidad de productos, de promesas mágicas, de operaciones, de cambios sin ningún esfuerzo, y esto no ha funcionado.

Convivimos en una sociedad obesogénica que engorda a sus miembros, donde la infraestructura de las ciudades no está dada para que nos movamos, para romper con el sedentarismo, por razones que van desde la inseguridad hasta que no hay facilidades para movernos. Hay metrópolis con bicisendas, ciclovías, lugares para correr, pero nuestras ciudades no tienen espacio ni para caminar correctamente, ni hablemos de montar bicicleta.

La sociedad obesogénica está influenciada por el márquetin de las empresas alimenticias, nos bombardean con publicidad en todos lados, desde los medios gráficos, digitales, televisivos, incluyendo las estrategias de los supermercados y del entretenimiento.

El cambio es un gran desafío. En varios países se trabajan regulaciones para proteger a la población, por ejemplo, con el etiquetado nutricional. México, Argentina y Chile están marcando agenda en ese sentido, con estrategias gubernamentales para que la población sea un consumidor informado, que sepa lo que está consumiendo.

¿Estás medidas surgen porque el problema de la obesidad y el sobrepeso va en aumento?

Sin duda, por un lado, se busca regular a la industria para que el producto que vende sea realmente lo que dice que está vendiendo. Sabemos que el uso de la fructosa, del azúcar y de las grasas abarata el costo del producto, al mismo tiempo hay todo un diseño del producto que lo hace ver delicioso. Si el producto se ve apetitoso y a la vez es barato y es más fácil de consumir que algo casero, esto genera una cultura del engorde que tiene un impacto fuertísimo en la sociedad.

Entonces, ¿el contexto en que vivimos contribuye a que haya más personas con esta condición?

Sí, dentro de la sociedad están esos ideales de belleza, hay mucho de la industria en todo esto, está la industria alimenticia y del entretenimiento, y al mismo tiempo, la infraestructura de las ciudades, además, vivimos en la sociedad del ahorita, con estrés y ansiedad.

Cuando uno entiende la problemática y que vive en esa sociedad, no es que te vayas a vivir a la montaña para adelgazar tranquilo, toca aprender a cuidarte en este contexto. Hay que ayudar al paciente para crear estructuras o hábitos para cuidarse en ese entorno, en el mismo en que engordó.

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¿Cómo puede afectar esta situación en la autoestima de las personas?

El sobrepeso y obesidad no solo afecta a nivel físico, sino que también impacta la autoestima. La persona con problemas de peso, que ansía cambiar su situación, pero no puede, y que cada vez que lo intenta es un nuevo fracaso, comienza a crear mecanismos de adaptación sociales donde se convierte en una figura tipo “el gordito feliz”, “estoy dispuesto para todo”, “no discuto con nadie”, “tengo que hacer un sobresfuerzo para que me quieran”.

Hay múltiples desafíos -al momento de perder peso-, primero de inseguridad, hay miedos asociados al adelgazamiento, a fracasar otra vez, a poder mantenerse. Para muchas personas se ha convertido en un chaleco de defensa, existen razones psicológicas de la obesidad.

He encontrado a pacientes que han sido abusadas siendo menores, subir de peso suponía volverse más fuertes, más resistentes a los golpes, menos atractivas, menos deseables. Hay otros que toda su familia es obesa y deciden hacer un cambio, pero sienten que es una traición a la familia, otros que tienen pareja y si bajan de peso la pareja ya comienza a celarlos porque piensa que se volverán atractivos, también enfrentan los comentarios de los demás.

¿Cuán importante es que la obesidad y sobrepeso se atienda como un problema de salud pública?

Importantísimo, porque ha crecido con las décadas. Si se tiene una mirada retrospectiva hacia los años 1950, por ejemplo, se identificaba que en un grupo de 10 personas había una o dos con un problema de sobrepeso u obesidad. Hoy, en nuestros países, entre 70 y 80 por ciento de la población tiene esta condición, estamos hablando que de 10 ya no son dos, sino siete u ocho.

Por esos años la humanidad tenía como desafío la desnutrición. No llegábamos con suficiente comida a la población global. Actualmente sigue siendo un desafío, pero el gran problema se convirtió en todo lo contrario, la sobrealimentación, por el abaratamiento de los productos.

Esto habla de que la humanidad y la industria ha sido capaz de generar mucho alimento y hacerlo llegar a lugares más lejanos, pero la pregunta es ¿qué calidad de alimentos? Si son alimentos que nutren o es un alimento que malnutre, porque la malnutrición es: estoy comiendo menos de lo que necesito o más de lo que necesito.

Si el niño come solo lo que viene envasado, chucherías, y eso es la base de su alimentación, esa es malnutrición, pues no recibe todos los nutrientes para poder crecer. Acá también estamos hablando de obesidad infantil, y tenemos un gran desafío como sociedades para abordar el tema.

En Guatemala el 37.8% de los adolescentes y cerca del 8% de los niños tienen sobrepeso y obesidad, ¿Cómo se llega a esas cifras?  

Los niños con problemas de peso normalmente son hijos de padres con problemas de peso. La educación en casa es fundamental. Si las pautas familiares de alimentación son generadoras de obesidad, eso es lo que absorberá el niño como pauta de conducta. Más que lo que uno diga, ellos van a observar, y si ven que los adultos disfrutan de cuidarse y mantienen un peso saludable, con un mejor estado de ánimo, entonces, eso genera una onda expansiva, positiva y educativa.

La manera en cómo uno de adulto lleva sus propias dinámicas a la mesa es como los niños lo absorberán.

¿Qué hace falta en nuestros países para frenar el aumento del sobrepeso en niños y adultos?

Primero, leyes que protejan a la población, por ejemplo, el tema del etiquetado, que en todos los menús de los restaurantes aparezca cuál es la carga calórica que se está consumiendo, advertencias de alimentos que no son sanos o que no son alimentos y los venden como tal. Si algo en su mayoría es azúcar y grasa, si la lista en la etiqueta nutricional es gigante, eso es todo menos alimento.

La Avenida Las Américas se cierra el domingo, bueno, cómo se puede hacer para que esos espacios se reproduzcan durante el resto de la semana. Así como la persona come todos los días, también se mueve todos los días, entonces, cómo hacer senderos seguros para que puedan caminar o correr sin ser saltadas, donde no pasen carros a gran velocidad. Hay sociedades que han avanzado rápido en ese sentido, y otras que tenemos una deuda grande al respecto.

Está la ley de tallas. En la industria de la moda las tallas de ropa son 0, XS, S, obviamente abarata costos el hacer prendas más pequeñas, pero al mismo tiempo genera una situación de discriminación hacia las personas con tallas mayores, y hay una estigmatización.

Salvo en países donde han aceptado la obesidad como parte de su realidad, como Estados Unidos, se puede encontrar tallas grandes. En la mayoría de nuestros países las personas con sobrepeso y obesidad tienen problemas para conseguir ropa y eso es discriminación. Una forma que los gobiernos tienen para proteger a esta población es genera la legislación adecuada para que las empresas productoras de ropa también hagan prendas para gente más grande de cuerpo.

Esta es una problemática multidimensional y hace falta hablarla, discutirla, y ayudar a las personas a que puedan tomar decisiones saludables para sí mismas. Hay que acompañar y ser inclusivos con las personas que cargan con el sobrepeso u obesidad, todo mundo debe ser respetado en su dignidad solo por ser humano.

¿Cuál es el impacto en el sistema de salud y en la productividad de un país?

Impacta en los servicios médicos. Las personas que viven en la economía informal irán a los hospitales públicos, que de por sí están colapsados. Una persona con obesidad tiene muchos problemas de salud –diabetes, hipertensión, síndrome metabólico, enfermedad renal crónica, problemas cardiovasculares y algunos tipos de cáncer-, y si depende del sistema público “gratuito” este colapsará aún más.

Si vamos al sistema semiprivado, como pudiera ser el IGSS, también está colapsado. Si se pregunta a los médicos dirán que la obesidad tiene una incidencia enorme en otras enfermedades, seguramente para ellos, siete de cada diez pacientes tienen este problema, y en los hospitales privados seguramente también lo veremos así. El principal impacto, entonces, es en el sistema de salud.

Luego, en la productividad. Si la persona no puede trabajar o está inhabilitada para trabajar por razones de salud, tiene que haber un sistema que lo ayude mientras no puede trabajar.

En la empresa privada, no lo van a oficializar, pero a la hora de contratar a una persona con problemas de sobrepeso y obesidad, no solo por tema de imagen sino por tema de productividad, muchas veces entra a trabajar con un signo de pregunta. Hay discriminación en la contratación.

No dirán: ‘no te contrato porque tienes un problema de peso’, pero existe este tipo de parámetros. Son variables que se toman en cuenta a la hora de contratar a una persona. Ni hablar de puestos que tienen una exposición pública, como vendedores, impulsadores. En algunos países se ha llegado a la vulgaridad de decir que las mujeres tengan cierta talla, eso es discriminación.

Se piensa que una persona con obesidad está más expuesta a enfermedades de todo tipo, que son empleados que faltan más a sus labores, y normalmente tienen mayores tasas de desempleo. Hay mucha discriminación, existe la obesofobia.

Todos queremos ser inclusivos, respetuosos, pero al momento de la verdad estas cosas tienen su peso.

Marcelo Acsebrud (Foto Prensa Libre: Cortesía)

 

  • ¿Quién es?

El argentino Marcelo Acsebrud es educador y especialista en el tratamiento de las adicciones, orientado especialmente al tratamiento de la obesidad partiendo de estrategias terapéuticas multidisciplinarias, como medicina clínica, nutrición, psicología, life coaching, coaching ontológico, programación neurolinguística y deportología. Es fundador y director del tratamiento PlusVida, con presencia en Guatemala, México, Argentina y otros países de Latinoamérica.

ESCRITO POR:

Ana Lucía Ola

Periodista de Prensa Libre especializada en temas comunitarios, con énfasis en Salud y Educación, con 17 años de experiencia. Reconocida con el Premio de Prensa Libre en categoría Reportaje, en 2019. Premio de la UPANA por Informar a la población guatemalteca sobre la realidad en nutrición y desnutrición en el país, en 2019. Diplomado El periodismo en la era digital como agente y líder de la transformación digital impartido por el Tecnológico de Monterrey.