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¿Por qué ha aumentado el gusto por el billar en Guatemala?

Como distracción o deporte, el billar se ha ido tecnificado en los últimos años en los lugares donde se juega, para alcanzar un mejor desempeño a nivel profesional, además de que se ha convertido en una entretención familiar.

En la actualidad, el billar en el país lo juegan todos los miembros de la familia, como ocurre en el Pool Arena, propiedad de Omar Piral, donde juega Carlos Sinay —en la foto— (Foto Prensa Libre, cortesía de Omar Piral)

En la actualidad, el billar en el país lo juegan todos los miembros de la familia, como ocurre en el Pool Arena, propiedad de Omar Piral, donde juega Carlos Sinay —en la foto— (Foto Prensa Libre, cortesía de Omar Piral)

“El billar constituye el arte supremo de la anticipación. No es un juego, pero sí un deporte artístico completo, el cual requiere una gran condición: la línea lógica de un jugador de ajedrez y el toque sutil de un concertista de piano”. Esta cita se le atribuye al científico Albert Einstein, que resume magníficamente la esencia del billar.

Al billar moderno se le conoce como “juego de nobles y reyes”, pues la aristocracia francesa comenzó a jugarlo en el siglo XV. Los franceses afirman que la autoría pertenece a Henry Devigne, un artesano del rey Luis XII, que se inspiró en el croquet. Fue en la corte de ese país donde se cita por primera vez la palabra billard, derivada de bille o bola.

En los últimos años, se ha ido cambiando la imagen negativa que se tenía de este deporte en Guatemala, al que se le relacionaba con actividades inapropiadas. En la actualidad, cada vez más personas, jóvenes en su mayoría, se sienten atraídos por el billar, gracias, principalmente, al trabajo de promoción a nivel nacional que ha llevado a cabo la Asociación Nacional de Billar de Guatemala (Asobigua), fundada hace 18 años.

Marvin Pineda, jugador profesional de billar desde hace 35 años y campeón nacional y centroamericano, refiere que conoció el juego entre los 16 y 17 años, cuando no dejaban entrar a menores de edad a los billares. A finales de la década de 1990, el billar empezó a convertirse en una actividad recreativa familiar y “se dejó atrás el tabú de que solo gente mala llegaba”, indica. Entre 1993 y 1994 aumentó la apertura de billares “pues los dueños lo consideraban buen negocio”.

Un ejemplo es Billares Mike, ubicado en la 5a. avenida y 11 calle, zona 1, fundado hace 20 años y que tiene 22 mesas, a donde llegan jugadores de todas las edades, de lunes a viernes, y familias, los fines de semana. En un día concurrido reciben a unas 150 personas. En una semana, de 700 a 800, expone el administrador Enrique Soriano. Hay jugadores que llegan casi a diario, durante su hora de almuerzo o después del trabajo.

A principios de la década de 1990, amainó el gusto por el billar, afirma Pineda, por el hecho de que se introdujeron el juego de cartas y las apuestas, lo que llevó al cierre de varios billares.

“En la actualidad, brindamos un ambiente familiar, seguro y agradable para las personas”, señala Soriano, quien recuerda que desde el 2008 no se puede fumar en esos lugares, cuando entró en vigor la Ley de Creación de los Ambientes Libres de Humo de Tabaco. Refiere que el consumo de bebidas alcohólicas afecta la precisión del jugador, pues tienen efectos en el sistema nervioso. “Esta ley contribuyó a que los billares se convirtieran en lugares para poderla pasar bien y en forma segura”, dice Soriano.

Miguel Alejandro Rodríguez, propietario de Billares San Carlos, en la zona 6, cuenta que ese negocio fue fundado por Carlos Cardón, en 1951, quien luego se lo vendió a su padre, Miguel Ángel Rodríguez, que continuó con la decisión de no vender bebidas alcohólicas ni permitir juegos de azar. “Este es un ambiente sano, familiar y tranquilo, donde se comenzó a vender dobladas, que son muy famosas”, señala.

Jugador del equipo de Billares San Carlos, zona 6, practica carambola, en cuya mesa no hay aberturas. (Foto Prensa Libre, Brenda Martínez)

Rodríguez expone que la primera delegación de Guatemala, de tres jugadores, que participó en un campeonato internacional, fue organizada por su padre, en 1998, en Nicaragua, en carambola de tres bandas. Recuerda que su padre aconsejaba a los jóvenes que llegaban a jugar que no abandonaran sus estudios. “Él era muy buen jugador e intentaba inculcarlo como deporte”, dice.

Aunque antes estaba de moda jugar carambola, ahora las personas prefieren jugar pool y sus modalidades. A Billares San Carlos, que tiene 22 mesas, llegan de 40 a 50 personas cada día, de donde han salido jugadores destacados como David Ortiz, Marlon Quiroa, Carlos Ceballos y Wálter García, manifiesta Rodríguez.

Implementos

En cuanto al equipo utilizado, el paño o tela actual que se le coloca a la mesa permite que corran con mayor facilidad y suavidad las bolas, las cuales, anteriormente, eran de marfil, pero debido a la prohibición de este material por provenir de los colmillos de elefantes, ahora son de resina fenólica, que permite un mejor control de las bolas.

“Este es un deporte de precisión y, gracias a la tecnología, se desarrollan nuevos y mejores materiales. Por ejemplo, antes se fabricaban los tacos —que sirven para golpear las bolas— de madera, predominantemente; ahora pueden ser de grafito o de fibra de vidrio”, indica Soriano.

Pineda y Soriano afirman que el precio del equipo varía según la calidad y país de origen. Por ejemplo, hay mesas que tienen un costo de Q8 mil a Q10 mil y otras pueden valer US$10 mil. Lo mismo sucede con los tacos, que pueden costar de Q350 hasta US$1 mil 500 cada uno. Los jugadores profesionales utilizan diferentes tacos: de juego, para rajar o de salto. Añaden que a las mesas se les debe hacer mantenimiento dos veces al año, para cambiarles el paño y nivelarlas.

Para su negocio, Rodríguez se inclina por las mesas importadas de China, porque son réplicas de las de Estados Unidos, con los mismos estándares, por un mejor precio. En Guatemala, indica, se hacen mesas de buena calidad y bonitas “para tenerlas en casa”.

Entre las modalidades de pool que se juega en el billar está la bola 8, bola 9, bola 10 y bola 15, con un bolín o bola blanca, que impacta en las otras para introducirlas en alguna de las aberturas llamadas troneras.

Haroldo Valle, propietario y fundador hace 30 años de la fábrica de billar Liverpool, explica que en sus inicios elaboraban equipo más económico y con facilidades de pago. El punto más alto de ventas fue en el 2000, luego del cual, afirma, estas han ido bajando.

“Ha disminuido la demanda, principalmente, por la situación económica del país, pues no todos tienen Q15 para pagar una hora de billar”, dice Valle, quien añade que en el pasado los billares “crecían como hongos por todos lados” y que ahora muchos cerraron. Calcula que fabrican 10% de lo que producían en el 2000. Otro factor tiene que ver con el hecho de que las personas adquieren las mesas de segunda mano de los billares que se clausuraron.

Asobigua ha hecho grandes esfuerzos para que se “cambie la mentalidad que se tenía del billar”, señala.

Valle expone que fabrican mesas para dos nichos, tanto para negocios —con valor de Q6 mil a Q7 mil cada una—, como de lujo —de Q15 mil a Q20 mil cada una—, para residencias. Asevera que las instalan en lugares recónditos del país. También alquilan las mesas de billar para eventos.

Léster Maldonado, jefe de taller de la fábrica El Mundo del Billar, explica que elaboran mesas para personas de todo estrato socioeconómico, con diversidad de estilos, y asevera que esta es la más grande de Centroamérica, fundada hace 40 años, con su sala de ventas.

Maldonado indica que el billar ha tenido un aumento significativo, aunque durante la pandemia muchos billares cerraron. “Nosotros nos mantenemos en constante innovación”, dice.

Objetivos de Asobigua

En la actualidad, Asobigua está en proceso de convertirse en federación, hasta que alcance el número de sedes requeridas para tal fin. Hasta el momento, tienen cinco sedes: en Huehuetenango, San Marcos, Quetzaltenango, Baja Verapaz y Chimaltenango. En la actualidad, están afiliadas de 400 a 500 personas. En el 2020 hubo un declive por la pandemia, por lo que no llegaban ni a cien. En todo el país tienen unas 40 mesas oficiales, importadas, refiere Sergio López, encargado de Comunicación de Asobigua, ubicado en la zona 5 capitalina.

Actualmente, están realizando un trabajo de acercamiento a centros educativos con programas de iniciación deportiva, en todos los departamentos, al facilitar el equipo necesario y brindar asesoramiento, pero ha sido difícil dejar atrás el paradigma, especialmente en los padres de familia, de que el billar está asociado a vicios y apuestas. “Les hacemos ver que no somos un billar, sino una academia para promover este deporte. Gracias a las redes sociales, podemos llegar a más gente y aclarar que el billar es para todos”, expresa López.

En ese sentido, hacen énfasis a las familias de que las mujeres también pueden jugar billar a un alto nivel, “porque tienen talento”. De 30 a 40 de sus integrantes son mujeres. “A la mujer en el billar se le respeta, no se le discrimina, y en los torneos participan mujeres y hombres por igual. El hombre no tiene ventaja sobre la mujer, como en otros deportes. Un 30% de los jugadores que vienen a nuestro billar son mujeres”, explica Soriano.

López añade que, además de que se le trazan metas a los deportistas para competir en eventos nacionales, deben participar en programas integrales sociales, como siembra de árboles o visitas a orfanatos, para que sea “una buena persona y productiva”. Además, debe continuar sus estudios y mantener un buen desempeño académico. “Si no está obteniendo los resultados esperados, se le suspende de los entrenamientos hasta que recobre el nivel adecuado”, añade López.

En la asociación, afirma, se brinda a los jóvenes el apoyo profesional de psicólogo y nutricionista, para alcanzar un óptimo rendimiento, el cual se ha visto reflejado. En los recientes Juegos Panamericanos de Billar, que se llevaron a cabo en agosto en Nicaragua, los jóvenes seleccionados nacionales obtuvieron ocho medallas. Dos de estas, de oro, para Ástrid Santos. El resto, para Margaret Santos, Ástrid Santos, Daniela Catalán y Henry Morales.

Jóvenes seleccionados de la Asociación de Billar de Guatemala, que compitieron en agosto en los Juegos Panamericanos de Billar, en Nicaragua, donde obtuvieron ocho medallas, dos de ellas de oro. (Foto Prensa Libre, cortesía de Asobigua)

Para los jóvenes que deseen afiliarse, no tiene ningún costo. Para la liga mayor se pagan Q150 anuales y por un costo adicional se recibe la asesoría de un entrenador certificado, si se desea perfeccionar las técnicas. Se pagan Q50 por participar en un torneo.

Los jóvenes practican este deporte unas dos horas semanales y seis horas los avanzados. Los seleccionados entrenan de cuatro a cinco horas diarias.

Las especialidades que juegan son tres: pool, carambola y snooker. Dentro de cada una hay modalidades. Para pool, están las bolas 8, 9 y 10, por ejemplo. Para cada especialidad se juega con mesa y reglas diferentes. Para cada joven se elige una modalidad, según su habilidad y rendimiento en el juego. En la liga mayor destacan Luis Lemus, Álex Hernández, Wilverth Alonso y Luis Santos.

“Una de nuestras expectativas es alcanzar el podio de primeros lugares a nivel mundial y estar dentro de los 50 mejores países, tanto a nivel juvenil como categoría femenina, y llegar a tener de dos mil a cinco mil deportistas federados”, manifiesta López, quien expone que la selección ha ganado 18 medallas en juegos panamericanos desde el 2005.

Beneficios

Para cada tiro en el billar se ponen en práctica cálculos matemáticos, de física, de geometría y de álgebra, para determinar los ángulos, la fuerza y la dirección deseada para que la bola impacte con otra. “Hay seis millones de tiros en un juego de billar”, decía Albert Einstein. Este deporte ayuda a propiciar la socialización y a mejorar la autoestima. Por ser pasivo, atrae a jóvenes que no buscan deportes confrontativos.

“Este es un deporte matemático, profesionalmente. No solo es golpear la bola, sino determinar los puntos de la orilla de la mesa, que se suman o se dividen. Cuando se juega con amigos para distraerse, no se le pone atención a esto”, comenta Pineda. Un jugador profesional, por los años de experiencia, tiene la capacidad de predecir dónde quedará la bola para realizar el siguiente tiro.

“El billar nos ayuda a desestresarnos, relajarnos, despejar la mente y mantenernos concentrados. Aquí hay un ambiente seguro, sin vicios”, indicaron dos jugadores de una mesa de Billares Mike que prefirieron no dar su nombre y que juegan una o dos veces a la semana, desde el año pasado.

Otra persona, que tampoco dio su nombre, expone que le dio curiosidad jugar billar, hace dos años, luego de hacerlo solo en videojuego. “Es difícil encontrar un lugar seguro como este. La mayoría de billares son pequeños y carecen de infraestructura o están en zonas rojas”, añade. “El billar es como la vida: hay que usar la lógica y pensar bien antes de hacer algo”, puntualiza.

Soriano comparte que han organizado talleres gratuitos para enseñar a jugar billar, impartidos por los jugadores profesionales Marvin Pineda y George Cerritos. En septiembre, su equipo participó en un campeonato en El Salvador.

Marvin Pineda, jugador profesional y campeón de billar, del equipo de Billares Mike, muestra algunas reglas del pool. (Foto Prensa Libre, Brenda Martínez)

Al practicarlo, crecen los lazos de amistad entre jugadores. Al mediodía, Prensa Libre atestiguó la llegada de grupos numerosos de estudiantes de centros educativos a Billares Mike, que se distraen antes de regresar a casa o de empleados de lugares cercanos que aprovechan a jugar en su hora de almuerzo.

En los billares se alquila la mesa y los implementos para jugar —bolas, tacos y triángulo— a Q20 la hora, en promedio, o por fracción de este tiempo. “El billar es hermoso. La postura, la forma de pararse, agacharse o de sostener el taco, todo requiere un proceso”, indica Rodríguez, quien añade que las horas más concurridas en su billar es por la tarde y noche.

“Recuerdo que cuando conocí el billar, por primera vez, por medio de mi hermano, me enamoré de él. Llevo 18 años jugándolo. Es un deporte para todo tipo de personas y que reta tanto física como mentalmente. Siempre luchamos por impulsarlo”, señala Omar Piral, propietario del billar Pool Arena, en la zona 2 de Mixco.

“Mis papás lo miraban mal, pero después entendieron que es un bonito deporte, cuando empecé a participar en campeonatos, sin necesidad de hacer cosas malas para subir de nivel y ser más competitivo”, destaca Piral, quien añade que cada semana hacen retos en su establecimiento y que los transmiten en directo por redes sociales para fomentar el billar.

Piral afirma que con dos horas de juego, la aplicación de su teléfono inteligente registra que camina unos cinco mil pasos, por las vueltas constantes que da alrededor de la mesa.

Torneos interbillares

Pineda y Soriano calculan que hay unos 50 billares en la capital, pero la mayoría solo tienen dos o tres mesas. En el pasado había rivalidades entre estos lugares, pero con el tiempo ha surgido amistad entre la mayoría de ellos y organizan campeonatos en los que participan los representantes de cada uno.

“Entre billares jugamos torneos. Es una sana competencia”, confirma Rodríguez, quien agrega que su padre organizaba un torneo de amistad, cada año, de octubre a diciembre.

Entre los sueños de Billares Mike está traer al país estrellas internacionales del billar, como el filipino Efrén Reyes, considerado el mejor jugador de la historia.

Entre los proyectos de Rodríguez está abrir una academia para enseñar el deporte a los jóvenes, sin costo, así como fundar una sede en Quetzaltenango. “Las nuevas generaciones lo practican como debe ser, con reglas y mesas profesionales. Ahora son los padres los que traen a sus hijos a jugar”, puntualiza Piral.

Historia en el país

  • El billar llegó a Guatemala, probablemente, en el siglo XIX. En la Historia general de Guatemala se menciona que el primer café de la ciudad se abrió a mediados del siglo XIX, una sensación entre la ciudadanía, según lo describe el viajero francés Arturo Morelet.
  • Una década más tarde, según la Guía de los forasteros, había “tres modestos hoteles y seis mesones, media docena de cafés y confiterías, algunas con billar, asiento de gallos o teatro”.
  • En 1830, entre los arbitrios asignados a la Sociedad Económica de Amigos del País estaba el pago de cuatro reales mensuales que hacían los dueños de trucos y billares. En 1878, se registraron los ingresos de 80 salas de billar para dicha sociedad.
  • En el libro Crónicas de la Asunción, de Aníbal Chajón, se menciona que a finales del siglo XIX en el Guarda Viejo surgieron diversos establecimientos, entre ellos salones de billar y boliches. Uno de los billares famosos, hace unos 30 o 40 años, fue el Jardín de Italia, que se ubicaba en la Sexta Avenida y 12 calle, zona 1, que era un “lugar de vagabundeo juvenil y punto de reunión”.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.