Cinco de cada 10 entrevistados respondieron que “apenas le alcanza para cubrir los gastos del hogar”, con un 52% del indicador de bienestar económico, el 24.6% respondió que puede darse “pequeños gustos”, 13.3% afirmó que “no le alcanza” para cubrir los gastos en el hogar, y 10.1% expuso que vive “razonablemente bien” y que no tiene ninguna queja.
El total del indicador de bienestar económico se situó en abril del 2023 en 43.7%, y es menor al 45.6% de marzo del 2019 y al 46.9% de abril del 2015, lo que equivale a que entonces había mejores condiciones para los entrevistados.
Por ejemplo, el 65% de los encuestados afirmó que su condición es “apretada”, pero en 2019 y 2015 la referencia era de 61%. Otro 25% expuso que su situación es “limitada”, frente al 26% y 21% de las encuestas pasadas, y solo el 10% aseguró que su condición es holgada, pero es menor a 2019, cuando era del 13%, y en 2015, del 18%.
Con los resultados mostrados por la Encuesta Libre se concluye que el indicador de bienestar económico pasó de 46.9% en 2015 a 45.6% en 2019, y de ahí pasa a 43.7% en 2023, lo que significa un decrecimiento.
¿Qué lo explica?
De acuerdo con economistas consultados, los resultados presentados por la muestra tienen una congruencia respecto de la situación que viven las familias guatemaltecas, y se manifestó la tendencia que se ha observado en el ritmo inflacionario que desde septiembre del 2022 a febrero del 2023 ese indicador se posicionó por encima del 9%, por lo que se considera que está fuera de control.
Ricardo Rodríguez, analista de la firma consultora Central American Business Intelligence (Ca-bi), y Abelardo Medina Bermejo, del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), coinciden en que las condiciones en los hogares no han mejorado, se conservan los niveles salariales y hay un incremento en los precios de los bienes, sobre todo los relacionados con alimentos y bebidas.
Se debe contextualizar que la inflación está por encima de la meta de la banca central y que el ritmo inflacionario roza el 10%, y, aunque ya empezó a disminuir levemente (8.71% en marzo), los precios de la comida no han bajado y se mantienen por encima del 10%, que es el consumo más vital del guatemalteco promedio, “y al entender esa parte es obvio que no le alcanza para vivir”, dice Rodríguez.
El experto aclara que es una situación importada, pues los precios están altos, “al guatemalteco promedio no le va a alcanzar”, es una parte lógica y entendible “y es parte de la coyuntura económica que se está viviendo”.
Recuerda que durante esta administración, y “sin salvar responsabilidades de turno”, se presentaron varios problemas que salen de control nacional, desde la pandemia, todo el tema inflacionario y los impactos directos e indirectos del conflicto bélico internacional, que no fue causado en el país y que son asuntos estrictamente internacionales, y aunque ha habido acciones desde el punto de vista de la política monetaria, y la creación de subsidios, son paliativos ante una situación externa, “que es lo que nos tiene así”.
Medina Bermejo señala que el bienestar de una persona lo explica el consumo de dos tipos de bienes: los privados y los públicos. Ambos han tenido en los últimos años una tendencia decreciente, y el costo de vida se ha incrementado significativamente, mientras que los salarios no han subido en la misma dimensión; por lo tanto, no suben las remuneraciones, pero los precios, sí. “Simplemente lo que sucede es que a la gente le alcanza menos”, resalta.
Entre los bienes públicos, las personas tienen que comprar servicios de seguridad, adquirir gasolina porque no existe un buen sistema de transporte público, comprar agua por la deficiencia de los servicios estatales o pagar más energía eléctrica, sobre todo en la provincia, entre otros. “Lo que dice la población en la Encuesta Libre está muy claro, lo que están percibiendo es que los salarios no les alcanzan y que el Gobierno no está realizando bien su trabajo y su bienestar total va cayendo”, recalca.
Bermejo precisa que el salario mínimo vigente (de Q3 mil 416.38 para actividades no agrícolas, incluida la bonificación de ley de Q250) no alcanza para el sostén de una familia, por lo que trabajar no es suficiente para cubrir las necesidades del hogar, por lo cual se tiene que emprender, sobre todo las mujeres, porque no alcanza para el sustento familiar y tienen que entrar a aportar, por la falta de ingresos.
Por otro lado, existe un grupo que al no encontrar trabajo se ve obligado a migrar, “y es complemente convergente lo que dice la población con el índice de bienestar económico”.
Panorama hacia el futuro
En un ciclo político-económico también hay posturas sobre lo que puede suceder en el futuro para el ciudadano de a pie con el funcionamiento de la producción nacional si las autoridades que resulten electas tratan de hacer algún cambio.
“Si se va a tener un nuevo gobierno se continúa con las mismas líneas de acción que vienen manifestando, los precios van a continuar igual, no habrá trabajo, el salario no alcanzará y las personas van a seguir viendo cómo se espantan la vida o migrando, y los servicios públicos que se brindan a la población no van a mejorar”, advierte Medina Bermejo. Si mantienen las mismas condiciones, el futuro se percibe muy mal, sobre todo para la nueva población económicamente activa que se inserta al mercado laboral.
En todo caso, se necesita un grupo que piense en el cambio de las políticas generales económicas para que el mercado funcione bien, los precios no crezcan tanto, los sueldos mejoren y también los bienes públicos, y que de otra forma no se percibe que mejore el bienestar de la población.
Rodríguez indica que al salir del panorama electoral, el futuro será de un crecimiento económico más lento, pero más robusto para el país, considerando aún los factores internacionales que están presentes, y se esperaría que los precios este año no se terminen de estabilizar, pero sí que retroceda la inflación, aunque no llegará a los niveles esperados, pero para 2024 ya estén “convergiendo”.