Migrantes

Más de 157 mil guatemaltecos buscan asilo en otros países, acechados por la violencia

EE. UU. es el gran referente para solicitar protección, mientras Guatemala apenas aceptado a poco más de 400 personas en los últimos años.

Una familia en Tijuana, México. Miles de guatemaltecos han llegado a la frontera sur de EE. UU. a pedir asilo. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Una familia en Tijuana, México. Miles de guatemaltecos han llegado a la frontera sur de EE. UU. a pedir asilo. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Carlos J. —como prefiere identificarse— salió de Guatemala hace dos años. El motivo: se vio amenazado por las pandillas que vigilaban su negocio de venta de pan en un área de la capital. Hoy permanece en EE. UU. a la espera de que se resuelva su solicitud y considera que, por el momento, no es factible regresar al país.

Hace unos días el presidente Alejandro Giammattei puso el país a disposición de los ciudadanos de Ucrania “que deseen protección” y que abandonen esa nación por la guerra que mantiene con Rusia. Dijo que ya contaban con la solicitud para recibir a  10 niños.

El 17 de marzo pasado, volvió a ofrecer asilo a los ciudadanos ucranianos a quienes dijo, en Guatemala hallarán “un refugio cálido y acogedor para las familias”.

Pero el país está lejos de ser una opción de asilo; de hecho, cuenta con pocos extranjeros en esa condición, por el contrario, miles de guatemaltecos han tenido que salir del país en busca de protección puesto que se sienten perseguidos.

Según los datos publicados por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), desde el 2016 hasta mediados del 2021 había en el mundo 157 mil 379 guatemaltecos con una solicitud de asilo vigente, y 25 mil 556 a quienes ya se les había concedido el refugio.

La mayoría de estas solicitudes se han presentado ante el Gobierno de EE. UU. —149 mil 480—; además, en ese país permanece la mayoría de los refugiados guatemaltecos, 22 mil 387. En contraparte, en Guatemala, hasta mediados del año pasado, el número de solicitudes era de mil 69, mientras que 471 personas ya tenían el estatus de refugiado.

El poco interés por escoger a Guatemala como un destino de asilo o refugio también quedó demostrado con la implementación de Acuerdo de Cooperación de Asilo (ACA), en el 2019, durante el gobierno de Donald Trump, mediante el cual se deportaba al país a hondureños y salvadoreños que llegaban a la frontera sur de EE. UU.  a pedir protección.

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En poco menos de cinco meses cerca de mil hondureños y salvadoreños fueron enviados a Guatemala a solicitar el asilo denegado en EE. UU. y ninguno de ellos quiso aplicar y prefirió regresar a su país.

Sin acceso a la justicia

Elmer Oliva es otro guatemalteco que tuvo que salir del país cuando vio que su vida corría peligro.

Corría el 2016 cuando su hermano menor fue asesinado y comenzó una lucha por conseguir justicia. Sin embargo, en vez de eso, al poco tiempo empezó a recibir mensajes y llamadas telefónicas amenazantes en donde le advertían que debía desistir de la demanda si no quería morir.

Cuando las amenazas subieron de tono, en agosto del mismo año, Elmer optó por irse a EE. UU. y solicitó asilo, un proceso que el Gobierno de ese país aún no resuelve.

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Pero las intimidaciones que sufrió no se terminaron cuando abandonó el país, puesto que siguieron hacia su esposa. Por esa razón en 2018 decidieron arriesgarse y ella también migró de forma irregular con sus dos hijos.

Con dolor, Elmer recuerda que su familia fue una de las que fueron separadas por la política Tolerancia Cero de Donald Trump durante meses. Finalmente fueron reunificaron y ahora están juntos a la espera de quedarse en aquel país porque temen ser perseguidos en Guatemala.

Los casos de Elmer y de Carlos J. son el espejo en el que se ven reflejados miles de guatemaltecos que han llegado a EE. UU. en las últimas dos décadas a pedir la protección que su país ha sido incapaz de darle.

Uno de los países de donde más huyen

Según datos recopilados por la Universidad de Syracuse, Nueva York, Guatemala es el tercer país de donde más solicitantes de asilo proceden, después de México y El Salvador. En total han sido 225 mil 301 casos en 20 años, de los cuales solo a un 8% le han otorgado refugio, al 25% se les denegó y hay aproximadamente 119 mil solicitudes pendientes de resolución.

Llama la atención que en estas hay peticiones de asilo prácticamente de todos los grupos mayas que hay en Guatemala y que las peticiones son tanto de hombres como mujeres en un porcentaje similar.

Elmer comenta que en EE. UU. ha luchado porque su caso tenga éxito y su abogado le ha dicho que sus argumentos son sólidos por lo cual confía en que el asilo le será otorgado. Lamenta que aunque su caso ha sonado en varios medios de comunicación, nunca recibió apoyo del Gobierno de Guatemala.

En lo que llega su próxima audiencia que será en octubre próximo, también trabaja en ayudar a un grupo de familias que se encuentran en una situación similar a la suya, es decir, que han huido de la violencia en sus países.

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Hace poco la justicia ordenó que unas cinco mil familias les fuera otorgado un alivio migratorio por tres años. “Dentro de ellas hay muchos guatemaltecos”, asegura.

“Guatemala es un país considerado violento y en donde sin dinero no se puede tener justicia”, dice Elmer.

Expuso que el caso del caso del asesinato ded su hermano ya no se supo nada. A pesar de que hubo testigos que presenciaron el asesinato y numerosas pruebas, nunca los citaron y la fiscalía de Jalpatagua, Jutiapa, se quedó con todas las evidencias y no dijo nada más desde hace más de cinco años.

“Cuando arreciaron las amenazas, yo supe que no iba a haber justicia y que si me quedaba en mi país me iban a terminar asesinado”, narra Elmer.

¿País de acogida?

Para el sacerdote José Luis González, miembro de la Red Jesuita con Migrantes, en principio, el recibimiento de familias ucranianas parece “un gesto de hospitalidad que hay que alabar” ya que Guatemala coincide con muchos países que han abierto sus puertas a millones de ucranianos que han tenido que salir de su país.

No obstante, González cuestiona que la huida de salvadoreños, hondureños y migrantes de más nacionalidades reciben también esa acogida, aunque sea para transitar a EE. UU.

“Un país cálido y acogedor”, como es el ofrecimiento del presidente Giammattei, “podría haber sido el lema del recibimiento que se dio a la caravana de enero del 2021, pero más bien fueron garrotazos y gas lacrimógeno”, añadió González.

Refirió que para que un país sea acogedor debería bajar los costos de residencia, mejorar, mejorar las condiciones de salud y educación y terminar con la inseguridad ciudadana “que se nutre de la corrupción e impunidad que expulsa a fiscales y jueces a refugiarse en otros países”.

“Ojalá este buen ejemplo de acogida a familias de Ucrania abra las puertas a otros pueblos que, aunque no salgan en las noticias, siguen sufriendo una guerra silenciosa de violencia y hambre, Guatemala incluida”, expuso.

 

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