Migrantes

Migrantes: Remesas baten récord, sin que esto signifique más desarrollo para Guatemala

Recién en julio pasado se sobrepasó la barrera de los US$1 mil millones que migrantes enviaron desde EE. UU.

California es el estado donde más guatemaltecos radican en EE. UU.  (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

California es el estado donde más guatemaltecos radican en EE. UU. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Contra todos los pronósticos, el flujo de dólares de EE. UU. a Guatemala ha crecido, pese a la emergencia por la pandemia del covid-19, y aunque en marzo y abril cayó, en los meses siguientes se recuperó a tal punto que en julio se sobrepasó por primera vez los US$1 mil en remesas familiares en un solo mes.

La cifra no es casualidad. Desde hace dos décadas que el flujo de remesas se ha incrementado año con año, mes tras mes; lo cual, para el caso de Guatemala, lejos de ser visto como positivo es considerado por expertos como un síntoma de la pobreza y de las escasas oportunidades de desarrollo que predominan en el país.

El año pasado, según un informe del Banco Mundial, Guatemala se ubicó en el puesto 15 del total de países receptores de remesas con más de US$10 mil 600 millones —unos Q81 mil 620—. La cifra solo es un poco menor que el presupuesto general de ingresos y egresos de la nación.

Este año, los guatemaltecos en el extranjero, principalmente en EE. UU., ya han enviado al país US$5 mil 958 millones en remesas familiares y de mantenerse la tendencia de julio, el récord anual volverá a batirse.

El listado de los países receptores de remesas lo encabezan India y China, mientras que, en América, Guatemala está en segundo lugar solo detrás de México.

La importancia de las remesas familiares para el país se ve reflejada en el hecho de que, el año pasado, el monto representó el 13.1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Miles de guatemaltecos que trabajan en EE. UU. se dedican a la agricultura. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

Aunque ese porcentaje es muy inferior a los primeros lugares del mundo como Tonga (37.6%) o Haití (37.1%), es muy similar al de los países latinoamericanos en vías de desarrollo como Nicaragua (13.2%), El Salvador (21%) u Honduras (22%).

La gente vive mejor

Los dólares han reactivado la economía en la provincia donde es común ver inmuebles de dos o tres pisos y vendedores que ofrecen todo tipo de artículos, desde ropa hasta repuestos para vehículos y motocicletas.

Por ejemplo, en Comitancillo, San Marcos, uno de los municipios que ha experimentado mayor migración en los últimos años, muchas familias han podido vivir relativamente bien gracias a las remesas que sus seres queridos les envían desde EE. UU.

Todas tienen al menos un familiar en aquel país, e incluso hay algunas que, de 10 integrantes ocho han decidido migrar, dijo el alcalde Héctor López Ramírez.

Para el jefe edil, las remesas han permitido que muchas familias ya no vivan en la pobreza y hace que los niños y jóvenes tengan acceso a educación, asimismo dinamiza la economía puesto que las personas que envían dinero permiten que los negocios de los residentes locales prosperen.

Vista de un área rural de Comitancillo, San Marcos, en donde escasean las oportunidades de desarrollo. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

“La gente que tiene al menos una persona allá, las condiciones de esa familia mejoran en nutrición, salud, educación y en infraestructura y tienen la oportunidad de comprar más cosas”, dice López.

Contradicción   

Pero lejos de que los indicadores de desarrollo mejoren, la enorme cantidad de remesas familiares que han ingresado al país desde que hay registros —en total US$103 mil 395 millones desde 1980—no han sido capaces de propiciar un desarrollo integral de los pueblos.

Rosario Martínez, analista de Flacso

En el propio Comitancillo los porcentajes de pobreza, pobreza extrema y desnutrición son de los más elevados del país, y los jóvenes que logran graduarse de diversificado no tienen más alternativa que migrar luego de pagar grandes cantidades de dinero por el viaje a coyotes, lo que significa que quienes migran no son precisamente los pobres extremos.

Los envíos de dinero han crecido vertiginosamente desde el 2010 a la fecha, a tal punto que las remesas recibidas en el decenio del 2010 al 2019, representaron el 70% del total contabilizado desde 1980.

Una familia de Comitancillo, San Marcos. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Ya en la década del 2000 al 2009 se comenzaba a experimentar un aumento considerable puesto que en ese periodo se recibió el 28% de la totalidad de remesas. Es decir que el 97% de toda la suma se recibió en los últimos 20 años.

En qué se gastan las remesas

No existen información actualizada del uso que los guatemaltecos dan a las remesas familiares. Un estudio de la Asociación de Investigaciones y Estudios Sociales (Asíes) del 2018, efectuado en San Marcos, Huehuetenango, Quetzaltenango y Zacapa, da cuenta de que, en el 2016, el 50.9% de estos recursos se utilizaron para el mantenimiento y mejoras en vivienda y el 38.6% se utilizó para gastos de consumo, salud y educación. Para ahorro e inversión apenas se destinó el 2.8%.

Sonia Pellecer, experta en migraciones de la OIM

El informe revela que los índices de calidad de vida no necesariamente son superiores en los hogares que reciben remesas en esos cuatro departamentos. Así, por escaso margen, vacunan más a sus hijos, tienen servicio sanitario, de agua y de electricidad y han mejorado sus viviendas, pero tienen menos mecanismos para deshacerse de la basura y menos drenajes.

Hay que dinamizar las economías

La investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Rosario Martinez, señaló que las remesas ayudan a la estabilidad macroeconómica del país, pero no a nivel micro, lo que quiere decir que desean comenzar un emprendimiento, así como los pequeños y medianos empresarios no tienen la oportunidad de generar ni inversión ni el desarrollo deseado con las remesas que reciben.

Una casa en Quiché de una familia que tiene parientes en EE. UU. Gran parte de las remesas se utilizan para la remodelación de inmuebles. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

El apoyo que requieren los potenciales inversores en la provincia tiene que ver con apoyo, por ejemplo, asesorías y facilitación de los procesos desde los Ministerios de Economía, Trabajo o Agricultura, así como mejores vías de comunicación y más seguridad.

“Necesitamos una institucionalidad más eficiente, un sector cooperativo y a la academia apoyando con emprendimientos que logren subsistir para que la productividad pueda ir de la mano con el desarrollo”, enfatizó Martínez, para quien, los grandes ganadores en la mecánica de las remesas son, la banca, la industria de la construcción y los grandes comercios que tienen la capacidad de tener presencia en todas las comunidades.

Como ejemplo, citó una cooperativa de café en el occidente del país que tiene que invertir mucho dinero para transitar por malas carreteras de terracería y aun así pagar por su seguridad. Esto, subraya, hace inviable cualquier proyecto de inversión.

Sonia Pellecer, experta en remesas de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), coincidió en que hace falta un “apalancamiento” para que los receptores de migrantes establezcan proyectos de emprendimiento que luego se transformen en pequeñas o medianas empresas lo cual se logrará si las personas “son educadas financieramente y se les abren los ojos” para que puedan invertir los recursos que reciben de EE. UU.

“Las remesas sí pueden contribuir al desarrollo, pero hay que trabajar con las personas”, asesorarlos y capacitarlos y que se organicen en comunidades, así como estudiar en qué pueden ser productivos y ofrecer créditos blandos, si es que lo necesitan, apunta la experta.

Al igual que Ramírez, Pellecer cree que es una tarea en la que debe involucrarse el Estado, la iniciativa privada y otros actores sociales puesto que los resultados beneficiarán a todos.

“Todo el mundo gana. Si se generan empresas sostenibles van a haber más oportunidades en los lugares de origen y las personas al ver esto ya no van a migrar del lugar donde está su familia y han crecido”, pero “a las personas les hace falta ese empujón”, dice la experta de la OIM.

ESCRITO POR: